El deseo de vivir en soledad conformando una pareja

Con sus libros anteriores, Guadalupe Nettel ha demostrado una maestría en la narración de personajes complejos: niños abandonados por sus padres que desarrollan corazas como insectos, parejas en cortocircuito y vidas anodinas atravesadas por un elemento fantástico. En su nueva novela, Después del invierno, lleva este rasgo a la máxima expresión: una trama incisiva y por momentos lacerante de la vida cotidiana de dos personas en los bordes de lo real.

El libro narra el encuentro de dos latinoamericanos expulsados de su lugar de nacimiento. Claudio es un cubano que vivió los años de la escasez en la isla y actualmente trabaja en una editorial en Nueva York; Cecilia fue una adolescente dark en la ciudad de México y viajó a París gracias a una beca de estudios. Contada a dos voces, el acercamiento de uno y otro es la conjugación de varias decepciones: la caída del sueño europeo y norteamericano, el fin de las fronteras sin la aceptación del extranjero y el deseo de vivir en soledad conformando una pareja.

¿Qué es lo que fascina de esta joven narradora mexicana? El relato de esta novela es pequeño: una historia de amor interrumpido, dos seres que se encuentran por la itinerancia laboral y académica del siglo XXI. Pero este relato es la excusa para mostrar con humor y brutalidad la complejidad de lo más obvio. La prosa de Nettel produce una cierta hipnosis: todo lo que se mueve por un momento está detenido, su escritura tiene algo de escalpelo, una pequeña laceración que produce un mínimo sangrado y muestra el interior que es necesario operar; al mismo tiempo, lo detenido empieza a acelerarse.

Esta facultad narrativa da tensión a las escenas triviales: desde elección de un departamento en una urbe hiper-poblada hasta la conversación de dos latinoamericanos sobre sus parejas. El lector tiene la impresión de acercarse a un aparato absorbente, que desarrolla una sensación de tibieza en el medio del frío.

© LA GACETA

Salvador Marinaro