La chica que reencontró a su papá en un taxi

La chica que reencontró a su papá en un taxi

La historia se viralizó a partir de Twitter: a Carolina Ortega le llega un mensaje de su tío, acaban de asaltar a su madre en Burzaco. Sale rápido y consigue un taxi. El hombre que lo maneja es su padre, al que no ve desde hace 30 años. Meses después, Carolina decide escribir un libro asumiendo “la tarea de pensar cómo contarle a mi viejo la forma en que habíamos llegado hasta esa noche del reencuentro”.

26 Julio 2015

Por Hernán Carbonel

Para LA GACETA - Buenos Aires

- Aquella máxima de León Tolstoi de que “todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”, ¿cómo operó en la tuya?

- Hay un verso de un poema de Fabián Casas que me resuena siempre “todo lo que se pudre forma una familia”, las familias se conforman y viven en base a claroscuros públicos y privados, íntimos y colectivos, y la mía no escapó a eso: tuvimos momentos felices en medio de muchas tempestades.

- Roger Waters dijo que “experimentando la pérdida definimos nuestra propia humanidad”. ¿Cómo trabajaste internamente, en su momento, la pérdida de tu padre?

- Me costó mucho abordar el tema, lo tenía absolutamente negado. La terapia psicológica (ocho años) pero primordialmente la introspección en búsqueda de conocerme más, mi “auditoría” interna, me ayudaron a encontrar mis propias respuestas ahí donde había ausencia.

- ¿Nunca, en esos 30 años, habías tenido noticias de él?

- No, no tenía idea y tampoco me había planteado buscarlo.

- Después de haberte encontrado a tu padre en un taxi, ¿creés que existe el azar?

- Creo que la vida es un ping pong entre el azar y el destino.

- En Taxi se narran hechos muy fuertes, íntimos, que implican a otras personas. ¿No temiste herir a alguien al contarlos?

- No, mi única prioridad al escribir fue ser auténtica con mi historia.

-¿ Y cómo saliste de ahí dentro -el hecho de narrarlos-: herida o a salvo?

- No cambió en nada lo que ya sentía alrededor de esos acontecimientos. El único capítulo que me cuesta releer es en el que cuento la enfermedad de mi abuelo, su muerte todavía la siento muy cercana.

- ¿Creés que sin tus tuits la historia hubiese sido otra?

- Definitivamente. Haber compartido mi historia en la red la resignificó positivamente tanto en lo personal como en lo profesional.

- ¿Quién te propuso que escribieses el libro? ¿Es cierto que lo escribiste en tan solamente un mes?

- Cuando la anécdota se convirtió en noticia, periodistas, amigos y gente que me conoce y sabía que escribía como pasatiempo insistía “tenés que escribirlo”. Recibí muchos consejos de cómo encararlo y ofrecimientos de ayuda. Alguien en Twitter le pasó la historia a la editorial y enseguida me contactaron, pero aun así no me decidí. Hasta que una mañana, después de leer a alguien que me dijo que había vuelto a ver a su hija a partir de ver la noticia de mi historia, me desperté con la idea de cómo armarlo. Me senté todos los días durante un mes y salió. La editora también se sorprendió por la rapidez.

© LA GACETA

Publicidad
Un viaje bisagra
TESTIMONIO
TAXI
CAROLINA ORTEGA
(Reservoir Books - Buenos Aires)


Taxi es un libro fragmentario, de órdenes atemporales, no lineal. Surgiendo a veces desde el análisis, la mayor parte desde las anécdotas, se construye con un lenguaje desenvuelto, coloquial, sin pruritos; veloz, por momentos vertiginoso. Y con mucho, mucho humor (esa llave única de destrabe emocional). Ejemplo: “un vaso de esa gaseosa mezcla de jarabe para la tos y aceite radiactivo cuando llegó Sebastián, ‘el Polaco’, prueba viviente de que Lombroso erró: cara de ángel y más malo que gripe aviar”. Ya sea clasificado como autobiografía, memorias o testimonio, cada capítulo cierra con un recuadro a modo de reflexión al borde de la autoayuda.

Ella, la protagonista, es una niña-mujer sencilla, “esa coloradita flaca y alta” de barrio, mezcla de looser con Cenicienta, retobada, buscadora congénita, dispuesta a romper las reglas, con una fuerte necesidad de paliar el dolor -o al menos disfrazarlo- y luchar contra esa coraza emocional que se construye naturalmente frente al vacío y la carencia. Los actores de reparto son su madre, su hermana Gimena, los abuelos Chicha y Aníbal, tío Amílcar, vecinos, amigos de la actualidad, viejos compañeros de escuela.

En medio, están lo colectivo frente a la soledad, la fiesta versus la aislación, los amores truncos, la política en fase descarnada; y, al final, la redención.

© LA GACETA

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios