Realidad y ficción en el caso Nisman

Realidad y ficción en el caso Nisman

La novela El fiscal y el libro de investigación periodística Código Stiuso abordan la muerte que conmocionó a los argentinos durante el último verano. Con distintas herramientas intentan llenar los huecos de un caso que pocos creen que alguna vez llegue a resolverse.

Realidad y ficción en el caso Nisman
17 Mayo 2015
La muerte del fiscal Nisman es uno de esos pocos hechos que quedan marcados a fuego en la memoria de la mayoría de los ciudadanos de un país. Seguramente un alto porcentaje de los que están leyendo estas líneas recuerden nítidamente cómo se enteraron de que el cuerpo del fiscal que investigaba el atentado a la AMIA había aparecido con una bala en su cabeza y es probable que muchos conserven el recuerdo de las sensaciones que los invadieron al conocer la noticia. En los días posteriores se barajaron diversas y contradictorias hipótesis. Cientos de miles de personas salieron a las calles, un mes más tarde, demandando el esclarecimiento del caso. Luego se ventilaron detalles de la vida privada del fiscal que fueron mellando el interés del público por el caso y disminuyeron, hasta casi anularlo, el efecto político que se había plasmado en las encuestas de imagen de funcionarios y candidatos. La angustia que dominó a buena parte de la ciudadanía argentina fue dando lugar a la resignación derivada de la certeza de que nunca nos enteraríamos de lo que realmente ocurrió en ese departamento de Puerto Madero.

En abril apareció en las librerías El fiscal, una novela que intenta llenar las lagunas que deja esta historia. No sabemos quién es su autor. Un seudónimo, R.S. Pratt, encubre al escritor del thriller. Solo sabemos que tiene entre 40 y 50 años, y que su editor le dio luz verde cuando a las pocas horas de conocerse la noticia le dijo, después de leer la denuncia de Nisman, que había allí material para una novela de John Le Carré.

Todos los personajes del libro tienen un correlato con nombres de la trama real perfectamente reconocibles. Los protagonistas son el fiscal Lerman y el agente Trusso; la relación que se teje entre ambos es el tema central de la novela. También aparecen las diputadas Laura Alfonso y Leticia Pueyrredón, el especialista en informática Catagnino, los líderes piqueteros Arteche y De María, la presidenta Cristina Hernández. Elementos de la realidad se conjugan con una construcción sobre lo que pudo haber ocurrido en los puntos ciegos del caso y llevan al lector, con un manejo del suspenso con altibajos, hacia un desenlace que combina dos de las hipótesis que hoy se enfrentan en el imaginario de los argentinos.

Otro libro que aborda el caso, pero desde un ángulo distinto, es Código Stiuso, la investigación de Gerardo Young que hoy sigue figurando en el ranking de libros más vendidos en el país. Young es el periodista que mejor conoce a la ex SIDE y, apoyado en el trabajo periodístico que hizo en los últimos años, dirige sus reflectores sobre ese mundo oscuro de intrigas y engaños. El protagonista aquí es Antonio Stiuso y el recorrido por su vida, desde que ingresa a la SIDE, nos permite entender cómo funciona ese espacio subterráneo y, al mismo tiempo, enfocar una faceta clave del misterio que rodea al caso Nisman.

© LA GACETA

Fragmento de Código Stiuso *
Por Gerardo Young


“Desde 2005, Nisman vivía rodeado de miedo. Convivía con él. Las amenazas eran permanentes. Amenazas a la Unidad Fiscal, amenazas a su teléfono o a su correo electrónico. Ocurría cada tanto, cuando aparecía en los medios o hacía alguna presentación. De inmediato llegaban mensajes anónimos, cobardes, generalmente racistas, donde lo acusaban de jugar el juego de la CIA y el Mossad, donde lo insultaban y lo llamaban malnacido, donde le advertían por su salud o la de sus hijas. Es cierto que la mayoría de las amenazas no pensaban ser ejecutadas jamás. Pero, ¿se puede estar totalmente seguro? ¿Podía él, que estaba parado sobre 85 cadáveres?

El miedo también venía de lejos. Poco después de pedir la captura de los iraníes, a Nisman le llegó la información de que el líder supremo de ese país, el religioso Alí Khamenei, había firmado su condena a muerte, una Fetuá o Fatwa, como se la conoce en Occidente, una decisión similar a la que persiguió por años y por todo el planeta al escritor Salman Rushdie. ¿Significaba eso que podía ser asesinado de un momento a otro por un fanático islámico? Nadie podía saberlo, pero a nadie le gustaría estar en esas listas de la muerte. Y Nisman estaba o eso creía o eso le habían hecho creer. La muerte violenta era una opción en su vida. Así había sido desde que se hizo cargo del caso y lo seguiría siendo, hasta el último día, hasta que esa muerte violenta se hizo presente”.

* Planeta.

Un Estado a merced del delito*
Por Santiago Kovadloff


“La muerte de Nisman viene a ampliar el campo de la victoria del delito sobre la ley, independientemente de si lo mataron o lo indujeron a morir. Lo cierto es que su muerte es un signo más de un Estado a merced del delito. En este sentido, recuperar la palabra es luchar por la posibilidad de que la verdad no sea materia de tráfico negociable, sino una experiencia radical de autoreconocimiento por parte de una sociedad que quiere saber dónde está parada y en qué medida es ciudadanía de una república y no habitante de un mero conglomerado... Cuando sepultamos a Nisman tuve la impresión de haber estado muchas veces en esa situación, sepultando gente con un tiro en la cabeza en esta Argentina que resuelve a balazos lo que no puede resolver por medio de la Justicia. “.

© LA GACETA

* Fragmento de una entrevista concedida a LA GACETA Literaria, publicada el 8 de marzo pasado.

Un agente que hace ‘ruido’*
Por Horacio French

“No todos los agentes trabajan de manera encubierta. Yo, por ejemplo, siempre tuve una vinculación pública con la SIDE; tenía contacto directo con gobernadores y presidentes porque fui la cabeza del organismo en cada provincia en la que estuve. Pero hay muchos perfiles. Los analistas que elaboran informes específicos y que tienen capacidades técnicas concretas; pueden ser ingenieros, contadores, químicos, etc. También están los informantes y, por supuesto, los agentes secretos. El éxito del trabajo de estos últimos se mide por la repercusión. Si hace ‘ruido’, si conocemos sus logros, es un mal agente”.

* Entrevista publicada en estas páginas en abril de 2009. Horacio French es ex agente de la SIDE.

Fragmento de El fiscal *
Por R. S. Pratt


“ - No sé si te quieren rajar. Lo que te digo es que hay quienes ‘dicen’ que te quieren rajar, lo que no significa que no sea cierto. Hay que evaluar las circunstancias. Todo depende del Memorándum. La Yegua se quiere llevar por delante la Casa, o a mí que es más o menos lo mismo. Me enteré de que alguien la escuchó decir que la causa no avanza por mi culpa. Por eso le apunta a mis amigos, mejor dicho a nuestro amigos: a la Compañía, a Tel Aviv, a los paisanos de la DAIA y la AMIA. Pero yo digo, ¿no? ¿Quién te va a defender a vos y a mí si se firma el Moemorándum? Es como decirle a la Jihad: ‘hagan mierda a estos dos boludos, que son amigos de Israel y de Estados Unidos y que lo único que quieren es meterlos presos a ustedes’. Es gente que no le importa nada. Se meten en Le Parc y se hacen volar con vos, tus hijas, el perro...”

* Emecé.

Campaña sucia
Por Beatriz Sarlo


“Hubo una asociación entre lo que fue una decisión del Gobierno, que fue ensuciar la figura de Nisman al meterse en su vida privada, vinculándolo con la prensa amarilla. El Gobierno tiró esa carne al asador, al periodismo, para que se filtre. Y cuando el periodismo la toma hay un público dispuesto a consumir ese material. Es lo habitual de la televisión. El Gobierno es culpable y responsable de difundir ese material fotográfico”.

* Fragmento de la entrevista publicada en este suplemento el 26 de abril pasado.

Ecos de Chandler
Por Marcos Rosenzvaig


¿Suicidio o asesinato?, se pregunta la sociedad entera. También Marlowe, el investigador privado de El largo adiós, la novela de Raymond Chandler: “Y es que los asesinos no dejan notas. Los suicidas se preparan en toda clase de formas, algunos con bebidas, otros con cenas elaboradas, en ropa de noche, sin ropa alguna. La gente se ha suicidado arriba de las paredes, en zanjas, en cuartos de baño, encima del agua, debajo del agua. Se han ahorcado en los graneros o se han matado con gas en los garajes. Este suicidio parecía muy sencillo. Yo no había oído el tiro”.
Nadie de la lujosa torre “Le Parc” escuchó el tiro de las 22 larga que acabó con la vida de Nisman. ¿Se ganará algo removiendo las cenizas de los muertos? Un escritor sabe que esa es la única manera de escribir; para una sociedad hastiada de la mentira es una causa suprema.

© LA GACETA

Marcos Rosenzvaig - Dramaturgo, novelista y ensayista.

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