Ferreyras: los vaqueros tucumanos no buscan simpatía

Ferreyras: los vaqueros tucumanos no buscan simpatía

La banda optó por la crudeza sangrante del rock: guitarra, bajo, batería y voz.

LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
24 Octubre 2014
En tiempos en los que hasta la música se ha vuelto vegana, ellos han optado por la crudeza sangrante del rock: guitarra, bajo, batería y voz. En épocas en las que la tolerancia -no importa si es impostada- garpa más que la sinceridad, ellos cantan "Tu banda no me dice nada". Y en una era en la que el reggae machaca con la sincronía universal, la revolución verde, ellos han decidido usar el nombre y el sombrero de aquel "paladín" tucumano del gatillo fácil.

Son los Ferreyras, "una banda de rock" según su llana manera de definirse. Transitan los sonidos surf, el country, el rockabilly y el bluegrass, pero ellos prefieren hablar solamente de rock, a secas, sin géneros. Y parece que esa simpleza, en la escena musical local, es un contrapelo que para algunos se vuelve insoportable. De la banda original, formada en 2008, sólo quedan los dos frontmen que la armaron, Matías Monk y Nicolás Neme. Sentados en el umbral de alguna sala de ensayo, los socios fundacionales de este club ya han visto desfilar a cinco bajistas y cinco bateristas. Se han fumado, en promedio, dos músicos por año.



"Lo que pasa es que la característica de la banda es la controversia, la pelea -dispara Matías Monk, guitarra y voz-, se van porque es difícil hacer rock, sobre todo si no es comercial, en una escena que está dominada por la música alternativa”. La controversia no es sólo con los miembros de la banda, sino que aparece también con los músicos de otras formaciones. “Nos critican el nombre, lo toman como una reivindicación al ‘Malevo’ Ferreyra. No es apología a nada, solamente una cercanía estética a una especie de vaquero tucumano. Nosotros usamos sobreros, bigotes, camisas, botas... hay una cosa de respetar cómo se tiene que ver un rockero en el escenario”, define Neme, guitarrista, por momentos poeta. Ese mandato casi dictatorial de cómo debe verse un rockstar en el show le ha valido el peor de los insultos posibles a la banda tucumana: “nos han dicho chetos. ¡CHETOS! ¿Porque nos ponemos botas para tocar?”, se sorprende. Y se ríe, por supuesto, porque si hay algo en lo que no están dispuestos a trabajar es en caerle bien a nadie.

“Cadillal” es una de las canciones que Ferreyras grabó con LA GACETA Sesiones Rock. "Habla de la diversión, de la noche, chicas... drogas. Bares… las cosas que nos gustan”, se desnuda “Monk”. Siempre que se puede, la banda busca tocar sola, en fiestas-recitales armados y controlados íntegramente por ellos, con sus códigos y sus reglas. Y las chicas lo bailan. “En general, a nosotros no nos van a ver los artistas, sino más bien los personajes de la noche. Tampoco nos van a ver los hippies… los hippies no nos quieren en realidad”, dice Mena. La provocación, que comienza con el nombre de la banda, es el colchón de piedra que más cómodo le sienta a los Ferreyras.

Energía visceral

Los últimos integrantes en sumarse fueron Daniel “Cejón” Cejas (bajo) y Gabriel “Peca” Vallejo (batería). Antes la miraban desde afuera y ahora les toca vivirla desde adentro, en el momento en que la banda graba su primer disco. “Desde abajo del escenario siempre vi una banda aguerrida, cavernícola, sincera, visceral… el rock muchas veces carece de eso. Alguna vez, estaba en la calle, y por la otra vereda pasó Nico y me gritó ¡vos vas a tocar con nosotros! Me gustó la actitud. Y después me sumé”, cuenta “Peca”, el único integrante que ha superado los 40. Por momentos, su edad le permite encender algunas reflexiones dentro de la banda, parar la pelota: “está muy bien engancharse con la música, interpretar, porque en definitiva es una performance. Pero nunca meterse con en el público”, les vuelve a advertir cuando sale en la entrevista una anécdota que prefieren no recordar. Solamente mencionan una guitarra girando por el aire.



“Cejón” la considera una banda de riesgos. Y esa moneda, ante la escasez, cobra valor. “Es un ritmo muy intenso el de Ferreyras: en los ensayos, en las tocadas, las canciones… desde afuera siempre se vio una banda divertida, con una energía muy atractiva. Creo que es una banda que asume riesgos, algo que no está pasando en todas las formaciones ni locales ni del país. Y eso es algo que hay que valorar”, aplaude.

La próxima fecha de Ferreyras es mañana sábado, a las 23, en Robert Nesta (San Martín 1129). Compartirán escenario con Él mató a un policía motorizado, la banda platense de perfume punk que continúa presentando su disco “La Dinastia Scorpio”. También tocarán los locales Truman (“Peca” es también baterista de esa banda), presentando su EP “El rock no garpa”. El rock descarnado y bigotudo de Ferreyras; el punk desaliñado de “El mató”; el edulcorado inde pop de Truman… todo por el mismo precio. ¿Volarán guitarras mañana?

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