La división podría ser el legado más duradero

La división podría ser el legado más duradero

19 Septiembre 2014

Teresa Dapp - Columnista de DPA

La niebla matutina todavía envuelve Edimburgo cuando los habitantes de la capital escocesa acuden en masa a los centros de votación. Hombres de negocio y pensionistas, parejas jóvenes y familias enteras van a decir “yes” o “no” a la pregunta de si Escocia debe ser un Estado independiente. Sería el fin de una unión de más de 300 años de antigüedad con Inglaterra. Las caras de los escoceses revelan la enorme gravedad de esta decisión. “Es un momento absolutamente histórico. Esta es la decisión más grande para generaciones enteras”, dice un hombre vestido con traje. En su maletín luce una pegatina con la palabra “Yes” en los colores nacionales blanco y azul. “Este es probablemente el momento más importante de mi vida”, dice una madre. Tras mirar severamente a dos dos hijos adolescentes, pega en sus chaquetas pegatinas del “No” de color violeta. “Espero que hayan elegido correctamente”. Por primera vez en la historia británica, los jóvenes de 16 años en adelante tienen derecho a voto. El primer ministro de Escocia, Alex Salmond, espera que la juventud contribuya a nutrir las filas del “Yes”. El encuestador más conocido del Reino Unido, Peter Kellner, del instituto demoscópico YouGov, dijo que no cree que los jóvenes tengan una influencia decisiva en el referéndum. No obstante, a los políticos y los politólogos les encanta que los jóvenes intervengan en el debate y salgan a la calle a defender su opinión. Ningún rastro de indiferencia política. No sólo la generación joven sino todo el país ha vivido en los últimos meses un proceso de politización probablemente inédito. Lo demuestra el hecho de que el 97 % de las 4,4 millones de personas con derecho a voto se empadronó para votar.

El hecho de que todo el mundo pueda expresar sus argumentos a favor o en contra en la calle y en el pub y exponer su punto de vista contrasta de manera agradable con la indiferencia generalizada ante las elecciones parlamentarias. En 2011, cuando el Partido Nacional Escocés logró la mayoría absoluta y puso en marcha el referéndum, la participación fue de solo un 50,4 %. Sin embargo, el que todo el país tenga una opinión para muchos también es motivo de preocupación. “El referéndum no solo da más poder, sino que también divide. Esta división incluso podría ser el legado más duradero”, advirtió el analista Martin Kettle en “The Guardian”. Por esta razón, Alex Salmond ha llamado varias veces a la unidad del país: a partir del viernes habrá un solo “equipo escocés”. La Iglesia llamó a los unionistas y al movimiento independentista a crear juntos un ambiente de armonía después de la votación. Y también planea organizar misas de reconciliación.

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