20 Julio 2014
MUROS AFUERA. El padre de la protagonista busca recluir a su hija. El Medellín que está afuera es tierra del Mono, del Cejón, de la Ombligona y de Maleza. skyscrapercity.com
NOVELA
EL MUNDO DE AFUERA
JORGE FRANCO
(Alfaguara - Jorge Franco)
La princesa Isolde vive en Medellín, dentro de los lindes de un castillo “como los de Francia” y de su jardín, donde juega con almirajes que la peinan y animales fantásticos. Dita, su madre alemana, vino a estas tierras dejando la complacencia del viejo continente, con la condición de no casarse nunca. El padre de la niña, Don Diego, hombre de prosapia, amante de la ópera wagneriana, busca conciliar el rígido entorno social con su mujer germánica y la protección de la única hija de esa unión, Isolde. Se ha propuesto cultivarla y recluirla, “nobles y plebeyos nos ponemos de pie muy temprano dispuestos a capotear necesidades, alegrías y tristezas. Y ella, la princesa, a lidiar con su soledad y a estudiar la vida de los muertos”. La niña signará su destino con un acto de rebelión casi picaresco, casi inocente.
Alguien la contempla desde la distancia; la sueña, la ve crecer: “la niña sale del bosque saltando sobre hortensias, crisantemos, santolinas y begonias. Esquiva las raíces de los cauchos que brotan de la tierra como anacondas”.
El contrapunto de esta atmósfera irreal y estática es un secuestro con tintes macabros y el desmoronamiento progresivo de ese mundo de fábula. Ágilmente, la voz narradora en primera persona delinea la vida de Medellín, y dibuja personajes complejos, con nombres como el Mono, el Cejón, la Ombligona o Maleza.
Aquel monstruo
Propongo otra clave de lectura para esta magistral obra de Jorge Franco (Medellín, 1962) galardonada con el XVII Premio Alfaguara de novela. Su autor la presentó en el concurso bajo el título Aquel monstruo indomable. El monstruo originario no es el odio, ni la violencia, tampoco la muerte. Es el amor. Un amor alienante, tan irreal como inclaudicable; un amor que es capaz de matar, pero no de morir.
Además de narrar la atrapante historia de un secuestro en Medellín, podría leerse como una alegoría abierta de la literatura hispanoamericana y su herencia europea. Los personajes evocan la dinámica que va desde el idealismo germánico al simbolismo, y la gestación de la estética modernista de Darío. De una dialéctica violenta entre modernismo y naturalismo, surge la síntesis de algo como un realismo mágico, sugerido con la metamorfosis final de uno de los protagonistas. Esa trasmutación no ha sido llana, ni suave, sino inexorablemente sellada por la historia.
© LA GACETA
María Eugenia Bestani
EL MUNDO DE AFUERA
JORGE FRANCO
(Alfaguara - Jorge Franco)
La princesa Isolde vive en Medellín, dentro de los lindes de un castillo “como los de Francia” y de su jardín, donde juega con almirajes que la peinan y animales fantásticos. Dita, su madre alemana, vino a estas tierras dejando la complacencia del viejo continente, con la condición de no casarse nunca. El padre de la niña, Don Diego, hombre de prosapia, amante de la ópera wagneriana, busca conciliar el rígido entorno social con su mujer germánica y la protección de la única hija de esa unión, Isolde. Se ha propuesto cultivarla y recluirla, “nobles y plebeyos nos ponemos de pie muy temprano dispuestos a capotear necesidades, alegrías y tristezas. Y ella, la princesa, a lidiar con su soledad y a estudiar la vida de los muertos”. La niña signará su destino con un acto de rebelión casi picaresco, casi inocente.
Alguien la contempla desde la distancia; la sueña, la ve crecer: “la niña sale del bosque saltando sobre hortensias, crisantemos, santolinas y begonias. Esquiva las raíces de los cauchos que brotan de la tierra como anacondas”.
El contrapunto de esta atmósfera irreal y estática es un secuestro con tintes macabros y el desmoronamiento progresivo de ese mundo de fábula. Ágilmente, la voz narradora en primera persona delinea la vida de Medellín, y dibuja personajes complejos, con nombres como el Mono, el Cejón, la Ombligona o Maleza.
Aquel monstruo
Propongo otra clave de lectura para esta magistral obra de Jorge Franco (Medellín, 1962) galardonada con el XVII Premio Alfaguara de novela. Su autor la presentó en el concurso bajo el título Aquel monstruo indomable. El monstruo originario no es el odio, ni la violencia, tampoco la muerte. Es el amor. Un amor alienante, tan irreal como inclaudicable; un amor que es capaz de matar, pero no de morir.
Además de narrar la atrapante historia de un secuestro en Medellín, podría leerse como una alegoría abierta de la literatura hispanoamericana y su herencia europea. Los personajes evocan la dinámica que va desde el idealismo germánico al simbolismo, y la gestación de la estética modernista de Darío. De una dialéctica violenta entre modernismo y naturalismo, surge la síntesis de algo como un realismo mágico, sugerido con la metamorfosis final de uno de los protagonistas. Esa trasmutación no ha sido llana, ni suave, sino inexorablemente sellada por la historia.
© LA GACETA
María Eugenia Bestani
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