Un mundo onírico registrado a lo largo de 40 años

Un mundo onírico registrado a lo largo de 40 años

13 Julio 2014

COMPILACIÓN

LA GRAN VENTANA DE LOS SUEÑOS

RODOLFO FOGWILL

(Alfaguara - Buenos Aires) 

Poco antes de morir, Fogwill le entregó al grupo de artistas plásticos Mondongo un volumen con notas de y sobre sus sueños. Sobre la base de este material y de documentos que se encontraron en la computadora del escritor, se compiló el libro La ventana de los sueños, publicado casi tres años después de la muerte de su escritor. Fascinado por su propio mundo onírico -efímero por naturaleza-, Fogwill se propuso anotar sus sueños durante 40 años de su vida, con el objetivo de recordarlos, o más precisamente, no olvidarlos. “uno mismo termina hecho de olvido”, afirma un Fogwill ya casi septuagenario en el primer texto del libro, que funciona a modo de prólogo. La gran ventana… está estructurado en una serie de textos breves, en general compuestos alrededor del recuerdo de un sueño -hay unos pocos que tratan sobre temas relacionados al sueño, como los colores con los que se sueña o los accidentes nocturnos-. En algunos casos, el escritor usa el relato de un sueño como plataforma para indagar sobre la naturaleza de la memoria y el olvido, sobre la vejez y la muerte que, claramente, percibe como un hecho próximo.

Aquí la enorme lucidez y elocuencia de Fogwill toman carrera y el texto llega a momentos brillantes. En (muchos) otros fragmentos, se describe un sueño en asombroso detalle, aunque todo lo que se narra es inconsecuente y finalmente aburrido, como suelen ser los sueños para el universo que excede a la pareja soñador-psicoanalista.

Fogwill escribió algunos de los cuentos más notables de la literatura argentina contemporánea, y fue un prosista exquisito. Para confirmarlo basta releer La larga risa de todos estos años. En La gran ventana de los sueños hay rastros del escritor genial y abundancia de material que, por su misma naturaleza, pareciera destinado más a un registro íntimo que al público. “Y tal vez sean obra”, propone el mismo Fogwill, indeciso, al presentar los textos de este libro. El veredicto queda en manos del lector.

© LA GACETA

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Máximo Chehín

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