Una historia dolorosa

Una historia dolorosa

15 Julio 2012
De repente, no sintió más las piernas. Ocurrió dos horas después de haber sufrido un choque cuando viajaba junto a su padre en moto. Marcos Sotelo tenía 12 años. En la avenida Mate de Luna, un camión los encerró y los colisionó con la parte lateral. Después se enteró que un golpe seco le había impactado en la columna. Tuvo que aprender a vivir en silla de ruedas. No fue fácil. Ni lo es ahora, a sus 36 años, cuando ya ha logrado muchas metas.
Tuvo que aprender todo de nuevo. Y enfrentar la peor de las realidades para un discapacitado: la discriminación. "Se siente en todas partes, hay que lucharla", resalta. Cuenta que no pudo estudiar la carrera que había soñado, ya que no todos los edificios están adaptados para discapacitados. Tampoco le fue fácil conseguir trabajo: presentó más de 100 currículum y no tuvo respuestas. Ahora, después de pelearla una y otra vez, consiguió un empleo en la Policía de Tucumán. Su cable a tierra es el deporte: practica básquet en uno de los pocos clubes que los aceptan: el complejo Ledesma. "El grupo es muy bueno porque nos ayudamos entre todos, nos damos contención. Aquí en Tucumán no hay equipos que te contengan. La rehabilitación sigue siendo muy mala para quienes sufrimos una discapacidad", explica. Su historia no es única. En el grupo que integra de deporte adaptado cada vez aparecen más personas que iban en motos, que se accidentaron y quedaron afectadas para siempre.

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