Una mirada; una palabra
Por primera vez, hoy se cerrarán las puertas al público. La sala de audiencias donde se lleva adelante el juicio por el caso Marita Verón tendrá una distribución especial. No estarán ni siquiera los 13 imputados en la causa. Estas medidas resolvieron adoptar los jueces para garantizar que no se perturbe en ningún momento a una testigo clave que prestará declaración, a partir de hoy. Se trata de una mujer que estuvo forzada a ejercer la prostitución en La Rioja y que, según su testimonio, logró escapar de los explotadores de una red de trata de personas. 
Por razones legales sólo se puede decir que se llama Blanca. Ella tenía 22 años en aquellos tiempos en que se perdió el rastro de Marita Verón en 2002. La primera vez que Blanca prestó declaración (en la etapa de Instrucción de la causa), a principios de noviembre de aquel año, dijo que el ex policía y actual imputado Domingo Pascual Andrada la llevó por la fuerza a La Rioja. En el expediente, Andrada es señalado como "el tipo" que se ocupaba de llevar mujeres desde Tucumán a los prostíbulos riojanos. 
Para una mujer que fue obligada a ejercer la prostitución no debe ser fácil tener que sentarse en el banquillo y empezar a rememorar con lujo de detalles los tormentos del pasado. Este es un caso especial, porque a una década de aquellos padecimientos, Blanca sigue bajo tratamiento sicológico y psiquiátrico después de haber sufrido el tormento de prostituirse durante años. De hecho, hoy en la sala, ella estará acompañada por dos especialistas (sicóloga y siquiatra) ante cualquier requerimiento médico que pueda surgir durante su declaración. Es decir que a la audiencia de hoy sólo entrarán los tres jueces, los dos fiscales, y los abogados de la querella y los defensores de los imputados, pero nadie más. 
Blanca asegura que mientras estuvo en los prostíbulos de La Rioja, en manos de Lidia "la mama Lili" Medina y de los mellizos José "Chenga" Gómez y Gonzalo Gómez pudo ver a Marita Verón. Inclusive dijo que habló con la hija de Susana Trimarco dentro del local, a mediados de octubre de 2002. Detalló que la golpeaban, la maltrataban y que ninguna de las chicas quería estar ahí. Dijo que ella era una de las más populares, la preferida de los clientes (por su contextura física), la que más plata recaudaba, pero que nunca recibía ni un peso. "La mayoría de nosotras nos pasábamos llorando, porque no queríamos estar ahí, porque no nos daban de comer, porque nos trataban mal", detalló en aquel tiempo.
La mujer recordó, en su primera declaración, que una de las chicas le dijo que la que estaba sentada ahí era Marita Verón "la buscada". Dijo que ella se acercó para hablar y que Marita le confesó que estaba muy mal porque extrañaba a su hija (Micaela) y a su madre (Susana Trimarco). "Estamos igual -le dijo Blanca- porque la tristeza no se tapa ni con el maquillaje más caro que haya". Ese diálogo le pedirán a la testigo que reconstruya frente a los jueces. La incógnita es si ella podrá soportar dar su testimonio sin quebrar su estado emocional. Además del interrogatorio de los fiscales y de los abogados de la querella, Blanca tendrá que responder después a las preguntas de los abogados defensores de los imputados. 
Dentro de la sala puede pasar cualquier cosa. En los últimos días, estuvo en duda la presencia de la testigo hasta que, finalmente, los peritos dijeron que sí estaba en condiciones de declarar, pero con ciertas condiciones. Así, se resolvió no permitir el ingreso del público, y que los imputados aguarden en otra oficina. La intención es que no haya ningún roce, ningún contacto con ella. Los jueces entienden que, a veces, tan sólo una mirada dice más que las palabras.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios