"Para combatir la droga hace falta una voluntad política nacional"

"Para combatir la droga hace falta una voluntad política nacional"

El nuevo arzobispo caminó por el Tucumán desconocido de las villas. Habló del antisemitismo y del rol de la Iglesia frente a la pobreza.

GENTILEZA ADRIANA LOPEZ GENTILEZA ADRIANA LOPEZ
11 Octubre 2011
Si sintió miedo, no se lo dijo a nadie. El ruedo de su sotana blanca se ennegreció por primera vez en tierra tucumana. Le habían dicho que La Costanera es uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad. Pero pensó que nada iba a sorprenderlo. Después de todo, él conoce muy bien los datos del Barómetro de la Deuda Social Argentina referidos a Tucumán. Como fundador de ese registro, cuando era rector de la UCA, estaba al tanto de las cifras publicadas, e incluso de las inéditas, que le anticiparon hace poco por teléfono. Para lo que no estaba preparado era para enfrentarse cara a cara con los rostros de esos números.

"¡Mire a esos chicos!" , le señaló monseñor Melitón Chávez por lo bajo. El arzobispo de Tucumán Alfredo Zecca volteó el rostro hacia los tres adolescentes que estaban en la esquina de Estados Unidos al 1.600, en plena Costanera. Y mientras respondía con la mano el saludo afectuoso de los chicos, sintió que se le aflojaban las piernas. "Esos chicos estaban drogándose. Tenían la mirada extraviada... Sentí mucha impresión", reconoció luego a LA GACETA.

El fin de semana, monseñor Zecca presidió la fiesta de la Virgen del Rosario, con la misma solemnidad de un acto en la Catedral, pero en la capilla.

- ¿Lo sorprendió esa realidad?

- No, porque conocía los datos de pobreza de Tucumán por medio del Barómetro de la Deuda Social Argentina. Lo que me impresionó fue el cariño y la piedad de la gente, que espontáneamente se iba sumando a la procesión, o acercaba para que bendijera a sus hijos. Uno ve tanta fe en esa gente, en medio de esa precariedad... Pero la tarea del obispo no es sólo acercarse a los pobres en sentido material, sino a todos. También hay mucha pobreza entre los que sufren soledad, falta de sentido de la vida, alcoholismo, problemas familiares. Ellos también son pobres. La Iglesia no es una agencia de acción social, está para evangelizar. Pero como la fe no puede divorciarse de la caridad, hay que unirle también la promoción humana, que ve al hombre como una integridad. La misión de la Iglesia no es ocuparse de la pobreza, aunque puede colaborar; los que tienen que atender esas necesidades son los que manejan las políticas públicas. La misión de la Iglesia es evangelizar y hacer promoción humana, porque no puedo hablarle de Dios a alguien que no tiene qué comer.

- ¿Es función de la Iglesia denunciar la pobreza?

- No tanto denunciar, como advertir cuando hay problemas que atentan contra la dignidad de la persona humana en todas sus formas. Si el hombre es imagen de Dios, todo lo que atenta contra el hombre es un atentado contra Dios. Si uno avasalla el derecho a la vida, desde el aborto hasta la eutanasia, pasando por la manipulación genética, en el fondo atenta contra Dios, por lo tanto la Iglesia tiene que estar alerta. Debemos tener un espíritu de diálogo con quien conduce las políticas públicas. Siempre dije que quiero un diálogo sincero con todos los actores sociales, intelectuales, trabajadores, empresarios, políticos, la prensa...

- ¿Qué más sabe de Tucumán?

- Que es un reservorio de valores humanos y cristianos muy importantes, como lo es todo el NOA, y hay que preservarlos. Así como la Nación no es el pueblo, el gobierno no es el Estado, el Estado no es la Nación, entonces lo que hay que respetar son los valores del pueblo.

- Sin embargo, según la DAIA Tucumán es la segunda ciudad más discriminadora.

- (Queda en silencio unos segundos) Puede ser, pero a la hora de votar a un gobernador no les importa que sea judío. Eso es extraño. Hay algo que llama la atención de ese estudio.

- ¿Usted lo imaginaba así?

- Para nada. Es más, si usted me lo pregunta, yo diría que la Argentina no es discriminatoria, todo lo contrario. La Argentina se ha caracterizado en el mundo por tener un diálogo fluido entre todas las religiones. Hay un diálogo interreligioso como no hay en ningún lugar de la Tierra. Siempre ha sido normal la convivencia de judíos y católicos. Los gringos siempre se sintieron cómodos con árabes y libaneses, y si no, se hubieran ido. Este es un país de puertas abiertas. (Y en Tucumán, el 27 habrá un encuentro interreligioso)

-El hecho de que el gobernador sea judío mejora o empeora la relación con la Iglesia?

- Los judíos son nuestros hermanos mayores en la fe, además nuestra moral básica está en los Mandamientos, que son los que Dios le da a Moisés. No hay inconveniente en que sea judío. Es más, si el gobernador es bautizado pero no respeta la ley, prefiero que sea un judío que sí la respete.

- ¿Cuáles son los desafíos de la Iglesia tucumana?

- Por un lado, la pobreza, la marginalidad, porque afecta la dignidad de la persona humana, pero también el relativismo. La carencia de verdad es una tragedia. El relativismo es el todo vale, la verdad hecha a mi medida, subjetiva, incompatible, contradictoria con la lógica elemental. ¿Un ejemplo? El legislador que apoya el aborto. No puede ir después a comulgar. Benedicto XVI habla de coherencia eucarística. No hay disciplina partidaria que valga. Si vota el aborto o el matrimonio igualitario no puede comulgar. Debería decir: tengo objeción de conciencia. También nos dejamos llevar por sentimentalismos. ¿Quien no tiene lástima de una pobre chica embarazada y abandonada? Pues cuidemos a la mamá niña, la acompañemos, trabajemos en planes materno-infantiles y salvemos dos vidas. No hay argumento que justifique la muerte de una persona.

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