Los saqueadores tienen asistencia perfecta

Los saqueadores tienen asistencia perfecta

En el establecimiento sufren a causa de los robos y de los malos tratos; hay baños sin puertas, ventanas sin vidrios y mucha impotencia. Queda en el corazón del barrio La Ciudadela. Un grupo de madres afirma que los conserjes no limpian ni controlan.

IRÓNICO. El cartel sólo transmite una expresión de deseos. La ventana sin vidrios lo dice todo. Llegó el frío y los chicos padecen las consecuencias. LA GACETA / FOTOS DE HECTOR PERALTA IRÓNICO. El cartel sólo transmite una expresión de deseos. La ventana sin vidrios lo dice todo. Llegó el frío y los chicos padecen las consecuencias. LA GACETA / FOTOS DE HECTOR PERALTA
06 Mayo 2011
Cristina Carrazco todavía conserva el alacrán en el congelador. No quiere que se le deteriore porque es lo único que tiene como prueba de que la escuela a la que va su hija se ha convertido en un peligro. Pero eso no es todo. Si pudiera, Cristina también guardaría las puertas de los baños que no están, los vidrios de las ventanas que se rompieron a causa de las pedradas, las pintadas en las paredes o los bancos destruidos de las aulas. Lamentablemente, todo eso no entra en el congelador de su casa.

Ingresar a la escuela Belgrano, en pleno corazón del barrio de La Ciudadela, es como entrar a un campo de batalla.

Lo único que resiste son los muros anchos y pesados. Lo demás, poco a poco, ha sido destruido por los mismos alumnos que asisten a la escuela, según se comenta por los pasillos. En la escuela funcionan tres turnos: mañana, tarde y noche. En total son unos 1.200 chicos, adolescentes y adultos.

Todas las mañanas, seis mamás que forman parte de la cooperadora pasillean la escuela para controlar que sus hijos estén bien. "Lo hacemos porque queremos y porque nos preocupan nuestros hijos; no nos pagan nada", apuntaron Cristina y Yolanda Rojas.

Cuando LA GACETA visitó la escuela una mañana, por detrás llegaba la Policía.

- ¿Qué pasó ahora directora?, entró diciendo el jefe del destacamento Ciudadela, Guillermo Caro.

- Anoche nos robaron el equipo de música de la sala de Jardín de Infantes, contestó con voz cansada la directora interina María de los Ángeles Pizarro.

Desde que se hizo cargo de la dirección, en noviembre del año pasado, viene como ella dice: "haciendo lo que puede".

"Pusimos puertas nuevas en los baños, pero las sacan, se las llevan, no sé. También rompen los inodoros, pintan las paredes y hasta incendian los afiches que las maestras cuelgan en el aula", enumera Pizarro.

Debajo de un armario que está en su despacho guarda una pila de vidrios que esperan el momento justo para volver a las ventanas. "Estamos esperando que venga más el frío para reponerlos porque sólo duran 24 horas", confiesa con tristeza.

Pero eso no es lo único insólito que sucede en la escuela. La directora cuenta que el año pasado tenían un sereno, pero que cuando llegaba se encerraba porque le daba miedo dar vueltas por la inmensidad de esos pasillos desolados. "Es que casi todas las noches los saqueadores entran por el patio para arrasar con lo que encuentran", enfatizó. Muchos de ellos provienen de los barrios aledaños, como Villa Piolín, Tuyutí, el Tuquito, el Triángulo, 11 de Marzo y Cabildo, entre otros, indicó el agente de policía.

En medio de un aula con bancos destrozados, armarios sin puertas y ventanas sin vidrios un cartelito pegado en la pared dice: "Gracias por hacer tan gratas las horas que pasamos juntos". Parece una ironía; indudablemente, quien lo colocó es un optimista sin remedio.

"Al momento de las clases los chicos tienen que subir los bancos hasta el aula porque no alcanzan, y hay que trasladarlos de un lado al otro", cuenta Juana Nieva, mamá de un nene de 12 años que sufre de asma y que a causa del frío que sufre en la escuela se ve obligado a faltar seguido.

Son siete los conserjes que deben hacerse cargo de la limpieza de la escuela. Sin embargo, por la mugre acumulada pareciera que les han robado las escobas, los trapos y los plumeros. ¿Qué pasó? "No limpian, y si les decís algo no te contestan. Eso sí, son rápidos para llevarse la leche que les corresponde a los chicos y las tortillas", reveló un grupo de madres. Cuando LA GACETA llegó todavía no eran las 12 del mediodía y ya no había ningún conserje en el establecimiento.

El alacrán

La historia que cuenta Cristina parece insólita. Hace más de seis meses que guarda el arácnido en su heladera porque cuando lo encontró en uno de los pasillos de la escuela y se lo dijo a la directora (la anterior), ella le replicó que si no lo veía, no lo creía. "Tuve que buscarlo y guardarlo, pero cuando se lo mostré me dijo que para estar segura de que se trataba de un alacrán tenía que mandarlo a analizar", explica con seriedad. Por la dudas, Cristina, se aferra a la prueba como si fuera un perito forense. Nunca se sabe qué esperar de los incrédulos.

Plan de refacción

Silvia Núñez de Laks, directora de Educación Secundaria, destacó que el caso de la escuela Belgrano no es distinto al de otros establecimientos, que por el uso intensivo se deterioran rápidamente. Agregó que hay un plan general de refacción para esta y otras escuelas. "El objetivo es hacer visible y valiosa a la institución para el barrio", explicó. 

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