Morir en paz

Morir en paz

Biutiful | Drama - PM16 148´
Uxbal vive en Barcelona, separado de su mujer y a cargo de la crianza de sus dos hijos. Tiene el extraño don de comunicarse con los que acaban de morir, y cobra a los deudos por ese servicio. Cuando le anuncian de que va a morir de cáncer, trata de ordenar su existencia.

26 Marzo 2011
Alejandro González Iñárritu vuelve sobre los temas que le preocupan desde siempre y que ya expuso en "Amores perros" o "Babel"; en esta oportunidad abandona la estructura coral que tan bien utilizó en esos títulos y centra el relato en la existencia del protagonista excluyente, un sobreviviente que hace negocios turbios sobre las espaldas de los inmigrantes ilegales de origen africano y asiático que deambulan por las calles (o viven y trabajan encerrados en infames talleres clandestinos) de Barcelona. Uxbal, además, trata de criar a sus hijos, de los que tiene la custodia legal mientras lidia con la separación de su ex esposa (la argentina Maricel Alvarez, de muy buena tarea actoral). La muerte está presente en todo el relato, no sólo porque Uxbal puede comunicarse con las personas recién fallecidas sino porque los médicos le han anunciado que un cáncer va a terminar rápidamente con sus días.

En ese escenario, tan deprimente que hace pensar que en el cine deberían vender ansiolíticos en lugar de pochoclo, el protagonista intentará ordenar su vida para poder morir en paz; pero las cosas no le resultarán tan sencillas. Es precisamente en la descripción de ese calvario que el director invierte la mayor parte del quizá excesivo metraje de su filme.

Hay que aplaudir la elección de Javier Bardem para encarnar a Uxbal. El actor entrega una tarea de primer nivel, y es verdad que si hubiera ganado el Oscar para el que estuvo postulado no habría habido injusticia alguna. Al mismo tiempo, hay que reprochar cierto descuido en el sonido, porque la falta de balance con el ruido de fondo hace que muchos (demasiados) parlamentos de los actores resulten directamente ininteligibles. Es muy buena también la fotografía, y la elección de las locaciones sintoniza precisamente con el tono de la historia: Barcelona, una de las ciudades más bellas y coloridas de Europa, aparece aquí triste, gris, fría, chata y deslucida. Como la vida (y la muerte) del pobre Uxbal.

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