12 Febrero 2011
Hace más de seis meses que intentan negociar y no logran llegar a un acuerdo. Por eso, en la lluviosa mañana de ayer cayó la gota que rebasó el vaso: la Municipalidad impidió a los feriantes de Villa Luján que instalaran la carpa central, donde venden ropa usada, uno de los principales atractivos de la popular feria de los viernes.
"Es la primera vez que no permitimos instalen la carpa, y lo hicimos porque es lo que más estropea la plaza. Hemos tenido varias reuniones con los feriantes para intentar que vayan a otro predio, pero no llegamos a un entendimiento. Nos vimos obligados a preservar un espacio que es público y que está siendo maltratado", explicó ayer a LA GACETA Pablo Bulacio, director de Espacios Verdes, una de las reparticiones que estuvo al frente del operativo.
"A pesar de las conversaciones, vemos que no hay una conciencia de limpieza y de cuidado del espacio. Todos los viernes la Municipalidad se instala en la plaza para controlar y ya se logró normalizar bastante, pero el descuido permanece. Con la carpa destruyen el césped, cavan pozos y rompen los faroles porque atan los vientos de la tienda; es una agresión muy grande la que se lleva a cabo", sentenció el funcionario municipal. Según algunos vecinos, que desde hace mucho reclaman controles más exhaustivos, esos no son los únicos daños que causa la tan esperada feria de los viernes.
"Esta era una plaza ejemplar, con árboles de todo tipo, rosales y muchas flores. Pero ahora parece un desierto: algunos feriantes hacen fuego al pie de los árboles y los queman; si les molesta una rama, simplemente la cortan; pero lo peor es la gente que viene a la feria, que no respeta nada, hace sus necesidades en la puerta de nuestras casas y ya se robaron hasta los bancos, todo ante la pasividad de la Policía que está al frente y de la Municipalidad que no controla. Yo me pregunto, ¿por qué no la hacen en la plaza Urquiza?", planteó con indignación Victoria Montero, quien vive al frente del centenario paseo.
"Es una lástima, cuando se desarma la feria queda una mugre que ni los chicos pueden disfrutar de la plaza. Hasta los juegos infantiles se robaron, no sé si los feriantes o los clientes, pero se llevaron hasta los canteros", afirmó Gladys, una vecina que también vive al frente del paseo público y que no quiso dar su apellido por temor a represalias. "Yo ya no quiero que esté la feria", finalizó con tristeza.
"Es la primera vez que no permitimos instalen la carpa, y lo hicimos porque es lo que más estropea la plaza. Hemos tenido varias reuniones con los feriantes para intentar que vayan a otro predio, pero no llegamos a un entendimiento. Nos vimos obligados a preservar un espacio que es público y que está siendo maltratado", explicó ayer a LA GACETA Pablo Bulacio, director de Espacios Verdes, una de las reparticiones que estuvo al frente del operativo.
"A pesar de las conversaciones, vemos que no hay una conciencia de limpieza y de cuidado del espacio. Todos los viernes la Municipalidad se instala en la plaza para controlar y ya se logró normalizar bastante, pero el descuido permanece. Con la carpa destruyen el césped, cavan pozos y rompen los faroles porque atan los vientos de la tienda; es una agresión muy grande la que se lleva a cabo", sentenció el funcionario municipal. Según algunos vecinos, que desde hace mucho reclaman controles más exhaustivos, esos no son los únicos daños que causa la tan esperada feria de los viernes.
"Esta era una plaza ejemplar, con árboles de todo tipo, rosales y muchas flores. Pero ahora parece un desierto: algunos feriantes hacen fuego al pie de los árboles y los queman; si les molesta una rama, simplemente la cortan; pero lo peor es la gente que viene a la feria, que no respeta nada, hace sus necesidades en la puerta de nuestras casas y ya se robaron hasta los bancos, todo ante la pasividad de la Policía que está al frente y de la Municipalidad que no controla. Yo me pregunto, ¿por qué no la hacen en la plaza Urquiza?", planteó con indignación Victoria Montero, quien vive al frente del centenario paseo.
"Es una lástima, cuando se desarma la feria queda una mugre que ni los chicos pueden disfrutar de la plaza. Hasta los juegos infantiles se robaron, no sé si los feriantes o los clientes, pero se llevaron hasta los canteros", afirmó Gladys, una vecina que también vive al frente del paseo público y que no quiso dar su apellido por temor a represalias. "Yo ya no quiero que esté la feria", finalizó con tristeza.
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