La presencia de unas 5.000 personas obligó a oficiar una misa en la calle

La presencia de unas 5.000 personas obligó a oficiar una misa en la calle

Los análisis bioquímicos revelaron que las manchas aparecidas en la imagen de Jesús son de sangre humana. La Policía Científica y la fiscala Adriana Giannoni estudian el caso. Los fieles formaron una larga fila para ver la manifestación.

ANTE UNA MULTITUD. El padre Jorge Gandur durante el oficio religioso que se hizo frente al oratorio. LA GACETA / HECTOR PERALTA ANTE UNA MULTITUD. El padre Jorge Gandur durante el oficio religioso que se hizo frente al oratorio. LA GACETA / HECTOR PERALTA
14 Junio 2010
"Si esto es algo obrado por Dios, tendrá continuidad y si es de los hombres, se desvanecerá. En ningún momento, como sacerdote, he querido crear expectativas falsas. No voy a apoyar el engaño. Acá pasó algo que la sabiduría divina explicará con el tiempo. Pero les digo: no se queden con que si llora o no el cuadro o si (la sangre) sale de la cabeza o del corazón, lo que importa es el mensaje profundo de Jesús: que Dios nos ama y que ahora, todavía, es tiempo de misericordia. Aprovechemos este regalo de la misericordia. El cuadro es una figura, pero la hostia es una realidad: el cuerpo y la sangre de Cristo, verdadera y sustancialmente presente".
Se lo veía conmovido, nervioso, emocionado. El padre Jorge Gandur, párroco de Nuestra Señora de la Caridad, en cuya jurisdicción se encuentra el Oratorio de Adoración al Corazón Eucarístico de Jesús, en Yerba Buena, nunca se imaginó que iba a oficiar una misa para cerca de 5.000 personas. Algunos llegaron en auto, otros en colectivos y muchos en sillas de rueda o en muletas. La avenida Aconquija se convirtió en una marea humana. Después de la misa, que se ofició en realizó en la calle, se formaron dos largas filas -una de enfermos y otra de fieles en general- para ver el bajorrelieve de bronce de la Ultima Cena, donde se produjo el fenómeno. El viernes último, día de la festividad del Corazón de Jesús, el cuadro del altar del Oratorio mostró un hilo de sangre en la figura de Jesús. El bioquímico Gerardo Aiquel, quien hizo los análisis, confirmó a LA GACETA que se trata de sangre humana.

Llamada misteriosa
Ayer a las 16 llamó a LA GACETA D. G., quien dijo que vivía a tres cuadras del oratorio. Después de pedir que se mantenga su nombre en reserva, contó que el viernes estaba con dos amigos, P. T. y C. L, en la entrada del oratorio, a eso de las 13, mientras sus esposas rezaban adentro. "Mi mujer vio a un hombre con ropa de trabajo, que parecía un mendigo, que tenía la mano con sangre y tocó la imagen. Nos fuimos a casa a buscar algo para limpiar la imagen y cuando regresamos nos dimos con que ya se había armado toda una historia", afirmó. Dijo que estaba buscando al padre Gandur para contarle lo ocurrido.
"Sí, es verdad que una persona de aspecto humilde entró en el oratorio, pero no tenía la mano lastimada, según me dijo una chica que lo vio", aclaró el padre Gandur. Sin embargo, dijo que no recibió ninguna llamada telefónica de D. G. "Por favor, si alguien tiene información, que presente los datos por escrito, bajo escribano, así como nosotros estamos haciendo las cosas con la mayor seriedad. Pusimos todo a disposición de la Policía Científica y del médico forense, y el informe se lo entregaremos al arzobispo el lunes", dijo. La fiscala Adriana Giannoni está a cargo del caso. "Si lo que cuenta este señor es así, nos tendríamos que haber enterado de eso cuando tomamos el turno (que es de una hora), pero nadie nos dijo nada. En el oratorio hay tres personas que están pendientes de todo, y no se retiran hasta que no entregan la posta", afirmaron Luciana Müller, Jorge Iramain y Mercedes Macome, quienes tomaron su turno a las 14.30 y descubrieron que el cuadro estaba manchado.
"La sangre brota de la cabeza de Jesús porque hay un proyecto de ley que quiere destruir la familia formada por hombre y mujer. Esto significa una nueva espina que lastima a Dios", interpretó Gracia Martínez. Durante la misa, se escucharon sollozos y rezos muy sentidos en el momento de la Eucaristía. María de los Angeles sintió un súbito "descanso del espíritu" y cayó de rodillas. Sonreía con los ojos húmedos. Sólo atinó a decir: "estoy muy emocionada".

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