"Cada vez percibo una sociedad más abierta"

"Cada vez percibo una sociedad más abierta"

Agustina Soria Gómez pone el foco en la sexualidad. Es psicóloga, sexóloga e influencer y usa las redes sociales para ayudar a otros a disfrutar y mejorar su calidad de vida. También es una mujer resiliente que cuenta su propia historia y afirma que “la vida te tiene cosas mucho mejores preparadas y es bueno entregarse a todo eso”.

Es psicóloga, sexóloga, influencer y una mujer resiliente que se animó a volver a apostar al amor. Agustina Soria Gómez es una de muchas profesionales tucumanas que utiliza las redes sociales para ayudar a otros a disfrutar y mejorar su calidad de vida, en su caso, poniendo el foco en la sexualidad. Destacamos su presencia porque atravesó una situación complicada relacionada con el amor, algo que les pasa a muchas mujeres y hombres. Después de un largo proceso interno, logró salir adelante y ahora se anima a contar por primera vez su historia.

La profesión y la sexualidad de los tucumanos

-¿Por qué decidiste ser sexóloga? ¿Qué fue lo que más te intrigó?

- Desde muy chica tenía varias preguntas sin resolver por haber crecido en una familia católica, conservadora, ir a colegio de monjas y demás, y, en cuanto a la sexología, sentía que había partes que no cerraban. Desde muy chica sentí esa chispa sexual y quise estudiar para resolver esas dudas. Acababa de terminar la facultad de Psicología y me enfocaba en las relaciones de pareja, así que decidí especializarme en la sexología.

- ¿En una sociedad tan conservadora como la nuestra, cómo reciben los tucumanos el hecho de hablar de forma tan libre sobre sexualidad?

- Vamos avanzando. Cuesta mucho todavía con las personas más grandes; con los jóvenes es un placer porque es más libre y podemos trabajar en conjunto, pero cada vez percibo una sociedad más abierta. También siento que es una cuestión de género a veces, las mujeres suelen soltarse más y sacarse todas las dudas; a los hombres les cuesta más, sobre todo cuando abren la puerta y se dan cuenta de que tienen que contarle sus intimidades a una mujer, como que les cuesta más soltarse, pero lo logran.

- ¿Qué le falta a la sociedad para poder hablar más libremente del tema y qué papel juega la Educación Sexual Integral desde temprana edad?

- Hablar de sexo es la primera herramienta de sexualidad, realmente es necesario poder hablar sobre el tema, nombrar las cosas como realmente se llaman: un pene, una vulva, un preservativo, una erección, masturbación. Creo que eran malas palabras que ya no lo son tanto. Creo que para cambiar eso a la gente le falta sacarse un poco los prejuicios y animarse a hablar más.

La educación sexual desde temprana edad es todo, lo que puedan comentarte tus papás, lo que te enseñen en los colegios, es muy importante. Creo que actualmente los padres tienen la necesidad de que haya alguien especializado que les enseñe a sus hijos sobre salud sexual. Recibo a muchos padres en el consultorio que vienen no a consultar por ellos sino a buscar la forma de hablarlo correctamente con sus hijos. Yo creo que ahora hay más necesidad y no solo de ellos sino también de los chicos, y creo que estamos cerca de cambiar eso.

- ¿Cuáles son las preguntas más frecuentes en las redes y de parte de quiénes llegan en general?

- En jóvenes, consultan mucho el tema de la orientación sexual, fantasías; las mujeres más grandes consultan mucho el tema del orgasmo, porque nunca lo sintieron o porque lo quieren sentir más; los hombres consultan más sobre las disfunciones eréctiles o cómo activar el deseo en su pareja. En las redes sociales, sacarse las dudas es más fácil porque saben que guardo el anonimato así que el nivel de pudor es cero, a diferencia de lo que ocurre en el consultorio, que hay que poner la cara.

Una ilusión de amor que se derrumbó al convertirse en compromiso

- Como muchas mujeres u hombres (hago esta aclaración para que no suene como una revictimización y se entienda que es algo muy común), pasaste por una situación relacionada con el amor que significó un gran cachetazo en tu vida. ¿Querés contarnos un poco?

- Tuve una sola pareja en toda mi vida, estuve de novia muchos años, conviví, hice una apuesta mucho más grande que fue casarme. Yo toda mi vida soñé con encontrar un compañero para toda la vida, casarme y tener muchos hijos. Mi objetivo siempre estuvo enfocado en eso; no sabía a nivel profesional qué podía pasar, pero el ojo estaba puesto ahí. Era muy “Susanita”. Pero lamentablemente el proceso post casamiento fue muy desgastante porque fue como comprobar que todas esas expectativas, esos deseos y proyectos, estaban cada vez más lejanos porque mi fantasía iba por un lado y la realidad, por otro. Estuve casada tres años, me separé, ahora estoy atravesando el divorcio también y estoy en pleno proceso de lo que implica haber cerrado la historia más importante de mi vida.

- ¿Por qué decís que todo empeoró después de casarte? Qué fue lo que cambió?

- Me casé después de siete años de novia y de convivir, y en la convivencia había cosas que realmente funcionaban muy bien. Yo ni como psicóloga puedo entender cómo el hecho de haber firmado un papel nos cambió la vida a los dos. Empezamos a ser más incompatibles en un montón de cosas y te empezás a preguntar: ¿cómo puede ser que no lo vi antes? y ¿qué estás haciendo ahí? Había soñado toda la vida con esto y, por mi forma de ser, no podía aceptar que las cosas no funcionen ni mucho menos pensar en separarme así que luché hasta el final por mantenerlo. Yo con todo lo “Susanita” que era, me veía teniendo al lado una persona que era frío, distante, poco compañero, que a nivel profesional le costaba un montón mi crecimiento; era duro para mí, sentía que no me dejaba ser, que era una traba. Tenía en Instagram miles de personas que me apoyaban y me decían que estaba buenísimo lo que hacía y en casa vivía conmigo un “hater”.

- ¿Había congruencia entre el momento que pasaba tu relación -a nivel externo e interno-, con el de tu trabajo y también con el perfil que mostrabas en tus redes?

- Mi relación era muy funcional en cuanto a lo social. La gente nos veía como una gran pareja, pero por dentro era otra la situación. Yo llegué a irme a a dormir llorando muchas veces; lloraba, lloraba, lloraba y tenía a alguien al lado que no registraba ese dolor. Al final, me hacía muy mal que ni siquiera se diera cuenta y, al final de la relación, llegué a tener como una especie de “ritual” en el que me levantaba a la noche y en medio de la oscuridad, me iba al patio de casa y me hacía una bolita, miraba al cielo y hablar con quien sea que estaba arriba para pedirle ayuda.

Además nuestra intimidad sexual fue un baldazo de agua fría. La gente tenía la idea de “la sexóloga de Instagram: qué bien que la debe estar pasando” y no era así. Con los años, dentro de la pareja y por más jóvenes que éramos, sentía que ese aspecto era muy disfuncional. Yo me veía afuera solucionándole los problemas a la gente y adentro de casa había cosas que no iban a cambiar.

No había relación con lo que pasaba en mi intimidad y mi profesión que estaba en pleno crecimiento. Si hay algo que a mí me deja tranquila de mi separación es que di todo, hice todo para que se solucione; a pesar de lo mal que estábamos hubiese querido que todo se solucione y no separarme. Por lo menos debo haber estado un año y medio atravesando ese proceso. Hoy veo las fotos de antes y las de ahora y es increíble el cambio. Desde cómo me sentía internamente y cómo me veía por fuera, y hoy me siento mejor que nunca, cambió todo en mí.

- Hoy pudiste salir adelante. Dedicás muchos posteos sobre tu vida para alentar a otras personas que pasen lo mismo. ¿Qué lugar ocupan las redes sociales en ese objetivo y cómo lo recibe la gente?

- La gente lo recibe muy bien. El posteo que más repercusiones tuvo fue el de la separación. Yo siempre quise mostrar en mi cuenta todo, a nivel profesional y todo lo que pasaba como humana detrás y fue un boom. No solo de personas que estaban o están pasando ese proceso sino también de los que se sintieron identificados y me contaron que querían separarse, pero no podían. Creo que hay que respetar esos tiempos puntuales, saber que va a llegar.

La gente es muy empática; me mandaron regalos, me preguntaban qué necesitaba, si podían darme una mano. Creo que las redes sociales también son eso, mostrar que no todo es tan espectacular, que también hay cosas malas y hay que pasarlo.

- Conociste a una persona que te hizo volver a sonreír -al referirnos a una relación de pareja- y te animaste a volver a apostar a ese tipo de amor. ¿Cómo te ves plantada hoy? ¿Cómo lo estás viviendo?

- Me siento bien, con todo lo que implica conocer a alguien en esta etapa de la vida. Nunca me hubiera imaginado estar iniciando algo con alguien que, de alguna manera, todavía no tiene ni título y eso es un desafío grande para mí también, que vengo de otro chip. Mi presente también tiene que ver con esto, con entender que hay otro tipo de hombres muy distintos, que son de acá, que son de mi edad, que son compatibles. La vida, a muy poco tiempo de cerrar la etapa anterior, me dijo “¡mirá!” y me dio como un voto de confianza al futuro y a la esperanza.

No solo es buen compañero para todo este momento personal que estoy viviendo sino también en lo profesional. Es alguien que apuesta, que cree en mí, que tira ideas y eso para mí hoy es todo. La vida te tiene cosas mucho mejores preparadas y está bueno entregarse a todo eso.

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