Los comercios escolares, entre la expectativa y la desconfianza ante el posible retorno a las aulas

Los comercios escolares, entre la expectativa y la desconfianza ante el posible retorno a las aulas

Faltan 44 días para el 1 de marzo, la fecha anunciada por el Ministerio de Educación para el inicio del ciclo lectivo 2021. Qué se dice y qué se siente en los locales dedicados al rubro.

LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO

Lápices y lapiceras. Zapatos. Guardapolvos y uniformes. Cuadernos. Mochilas y cartucheras. Existe un amplio sector de la economía cuya actividad está íntimamente ligada al mundo escolar. En particular, la demanda de numerosos productos y servicios depende de manera exclusiva de las clases presenciales. Tras un 2020 de absoluta depresión en el rubro, los comerciantes se mantienen expectantes ante la posibilidad de que el 1 de marzo los estudiantes regresen a las aulas. Sin embargo, también reina la zozobra. Tanto empresarios como empleados ya prevén un año de altísima complejidad entre la incertidumbre pandémica y la profunda estanflación.

LA GACETA recorrió librerías, marroquinerías, zapaterías y otros negocios afines en el microcentro. Ya iniciada la segunda quincena de enero -y a menos de 45 días del inicio de ciclo lectivo anunciado-, los locales exhiben pasillos semivacíos que tiran por el piso los ánimos de las miles de familias cuyo medio de vida es la actividad escolar en Tucumán.

VIDRIERAS PREPARADAS. Una mujer observa la indumentaria estudiantil ya exhibida en un local del microcentro. VIDRIERAS PREPARADAS. Una mujer observa la indumentaria estudiantil ya exhibida en un local del microcentro.

“Directamente no tenemos expectativas de nada. Mantenemos desde hace tiempo un gran stock de guardapolvos y camisas que no se vende. Si se confirmara de verdad que vuelven las clases presenciales podría traernos algún oxígeno, pero lo veo dudoso. Una segunda ola de contagios y la crisis quitan las expectativas”, resume Jorge Cabbad, encargado de una reconocida tienda de uniformes en la peatonal Mendoza.

Su hijo, que se llama igual y trabaja en el local, repasa junto con él las oportunidades perdidas por la pandemia y las restricciones sanitarias. “Uno de nuestros grandes fuertes es el Día de la Bandera. No se vendió nada. Como no hay fiestas, actos o grandes eventos, la actividad es escasa. Ni siquiera los actos de colación ayudaron. Usualmente, desde fines de diciembre se empieza a vender la indumentaria escolar y mirá, no hay nadie”, dice mientras observa el local vacío en un horario en el que el centro es altamente concurrido. “De esto viven varias familias que producen en una fábrica ubicada en el sur. No hemos recibido ayudas estatales”, se lamentan los Cabbad.

Claudio Pizzoni es titular de otra compañía que produce y comercializa tanto uniformes colegiales como de empresas en Tucumán, Catamarca y La Rioja. Su visión para 2021 es un tanto optimista. “Estamos con las mejores expectativas, esperando las clases presenciales. Quizá las ventas sean más dispersas en el tiempo hasta que el 100% de los alumnos hayan regresados a las aulas. Todo el sector fue muy perjudicado por la pandemia”, evalúa.

Año “fatal” en librerías

Un panorama similar al de los Cabbad plantea Julia Díaz, encargada de una marroquinería ubicada en Muñecas primera cuadra y que posee varias sucursales en la ciudad. “Queremos que se venda, pero tenemos los pies sobre la tierra. Sabemos que es complicado. Si llegaran a volver las clases presenciales, el 90% de los chicos no estrenarán mochilas porque usarán las que compraron el año pasado. Las tuvieron guardadas meses en sus casas”, analiza.

Una de las muestras de la crisis que atraviesa el sector -expone Díaz- es la cantidad de empleados activos. “Ahora somos dos y para esta fecha siempre éramos cinco. Después de las fiestas solían arrancar las ventas escolares y no hay nada. El negocio se mantiene gracias a las líneas urbanas y de computadoras”, explica. “También nos afecta mucho que casi no haya viajes. Vender una valija al mes ya es mucho”, agrega.

A una cuadra y media, se encuentran las grandes librerías de la calle San Martín. Son las 19 y la alta circulación de personas no se replica en el interior de los locales. “Se vende muy poco. Quizá la semana que viene, con novedades más claras, el panorama mejore un poco. Nosotros nos preparamos igual”, cuenta de brazos cruzados Álvaro Aguirre, encargado de una de las tiendas.

Para estas fechas -especifica- ya era habitual ver madres y padres que compran los útiles para los niños que inician el jardín de infantes. “Primero los del jardincito, luego los de la primaria y secundaria, y por último los universitarios. Este último grupo casi no llegó a comprar en marzo de 2020. No tuvimos las grandes ventas para los estudiantes de Arquitectura”, rememora Aguirre y teme que ello vuelva a ocurrir.

Según los cálculos del encargado, la facturación de la librería se ha desplomado en torno al 40% en 2020. “A pesar de que hubo clases virtuales, los útiles no se han renovado con la misma frecuencia y eso se siente. La inversión es nula en mochilas, cartucheras, grandes carpetas y cuadernos tradicionales. En julio, cuando suele repuntar la actividad, directamente subsistimos de la comercialización de insumos de informática”, ejemplifica.

Cada vez que se inicia un año nuevo, los empleados de esta librería céntrica censan a madres y padres para orientar su oferta a la demanda. “Ya sabemos que lo que más se buscará serán témperas, lápices, lapiceras y cartulinas. Son los elementos más utilizados en las casas y que más renovación necesitan”, especifica y aclara que el 90% de los insumos son importados, por lo que sus valores han subido en torno al 30%.

“Esperamos que nos dejen trabajar. Tendremos qué ver qué dictamina el COE. Lo ideal sería que nos permitan abrir en horario corrido antes del inicio del ciclo lectivo para evitar aglomeraciones en los locales”, anhela Aguirre.

“La verdad que 2020 ha sido un año fatal para el sector. En muchos casos fue un año escolar perdido. Ojalá se pueda reactivar”, sintetiza por su parte Graciela, cajera de otra librería de la zona.

Calzado y traslados

¿Qué tienen en común un par de zapatos escolares y una combi naranja y blanca? Que la demanda económica de ambos depende de forma exclusiva de la presencia de alumnos en las aulas. Es decir, a diferencia de ciertos productos de papelería, su existencia peligra por más clases virtuales que haya. Así, la incertidumbre abunda en la Asociación de Transportes Escolares (ver aparte) y en los negocios de calzado estudiantil.

“Desde marzo de 2020 murió la venta de zapatos escolares. Las expectativas son positivas para el primer trimestre del año, pero dependerá del regreso a las clases presenciales”, resumió el mes pasado el empresario Oscar Luquin, referente del sector en Tucumán.

“Son 14 meses sin ingresos y sin ayudas”: las empresas de traslados de estudiantes están al borde de quebrar

La última vez que una traffic naranja y blanca transportó a un estudiante en Tucumán fue en marzo de 2020. Sin embargo, en la Asociación de Transportes Escolares aclaran que prácticamente no han podido trabajar desde diciembre de 2019. “Apenas estuvimos dos semanas cuando comenzó el ciclo lectivo del año pasado. Son 14 meses sin ingresos y sin ayudas del Estado”, protesta Guillermo Totongi, titular de la entidad. “Dependemos de forma exclusiva de las clases presenciales. El 2020 no existió y nos dejó en pésimas condiciones anímicas y económicas. Varios han vendido las unidades; hemos pedido la reconversión de la actividad y sólo nos autorizaron para personal esencial”, expuso. Los ánimos no son mejores para 2021. “Nos preocupa cómo volveremos. Para ser rentables, necesitamos el 80% de la capacidad”, estimó el empresario.

Marcelo Barrionuevo, subdirector municipal de transporte escolar, dijo a LA GACETA que aún no hay directivas del Comité Operativo de Emergencia (COE).

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