"El amor no es turismo": Dos historias que unen Tucumán con Francia y Suecia

"El amor no es turismo": Dos historias que unen Tucumán con Francia y Suecia

A través de un movimiento global llamado “Love is not tourism” miles de parejas binacionales separadas por la pandemia se aconsejan e intercambian información legal para reencontrarse con sus amados.

 María Clara Medina y Raúl Carrizo. María Clara Medina y Raúl Carrizo.

El amor existe y su poder místico puede unir el destino de amantes separados que residen en extremos opuestos del mundo. Lo complejo es que ahora Cupido necesita un permiso de circulación y completar una declaración jurada para transitar.

Con los distintos cierres de fronteras internacionales que siguieron a la pandemia (y habilitaciones posteriores) son muchas las parejas que quedaron separadas por el kilometraje. Sin embargo, mientras la mecha del cariño permanezca encendida, internet puede colaborar con el resto.

Durante estos últimos meses hay un movimiento global que ganó peso, se llama “Love is not tourism” (“El amor no es turismo”, en español) y su objetivo es ser un nexo entre la gente que desea reunirse con enamorados binacionales. La idea es que quienes pasan por la misma situación puedan compartir datos sobre trámites legales o dar hasta aventones para llegar al destino que desean.

“La movilización online cuenta con más de 20 grupos privados en Facebook y cuentas de Twitter que se diferencian según el país. La ayuda es increíble porque obtenés datos certeros sobre las reglamentaciones de cada estado y -los novios que ya iniciaron los mismos procesos que vos- te simplifican los engorrosos papeles. Además hay decenas de peticiones en Change.org para ser escuchados por los gobiernos y que consideren nuestros vínculos como una exención humanitaria”, comenta la usuaria Dana Carrizo.

En Argentina, el petitorio ya cuenta con 10.576 firmas y aparecen desde amores de verano o enamorados sin concubinato a jóvenes afectados por migraciones laborales.

Entre los miles de desarraigos y pasiones no consumadas de www.loveisnottourism.org figura la historia de la tucumana Luz Belén Chávez. Ella conoció a Jimmy Joy Jessy Berset (en la pantalla) (oriundo de Suiza) en 2019, luego de ingresar en una aplicación para practicar idiomas. Con mezclas sintácticas en francés y español, Luz afirma que desde el inicio “pegaron onda” y apenas un tiempo después la relación se oficializó.

 Luz Belén Chávez. Luz Belén Chávez.

“Nuestro plan inicial era juntar dinero y que él visite Argentina (en agosto del año pasado) para vernos cara a cara, pero apareció la covid-19 y tuvimos que posponer la idea hasta que las cosas mejoraran... lo cual nunca pasó. Jimmy vive en el sureste de Francia y al estar en diferentes estaciones, siempre la alerta de salud fue desigual”, explica la comunicadora social. Ante los rumores de abrir las fronteras en septiembre, lo que siguió fue comprar un pasaje de avión que jamás vio otra locación que no fuese el portadocumentos.

La pareja describe su vínculo como una “constante espera”, en la cual el océano que los divide es domado con pequeños rituales virtuales (¡gracias siglo XXI!). Por ejemplo, están las videollamadas por Discord (con cuatro horas de diferencia) hasta quedarse dormidos, arrancar las películas vía streaming a la cuenta de tres y conversar sobre videojuegos. Sumado a eventos especiales, como Navidad, en el cual una notebook tiene su propio asiento reservado al dar las 12.

Gracias a los comentarios desde las redes sociales de “Love is not tourism Argentina”, ambos afirman que lograron avanzar con los permisos para que Jimmy acceda a nuestro país por 90 días. “Es genial sentirse comprendido y ver que -poco a poco- las parejas sin una garantía legal en el vínculo (al no estar casados o ser convivientes) puedan abrazarse. Eso renueva nuestra fe y las ganas de seguirlo intentando”, acota.

Por supuesto nadie niega que regar la semilla del amor remoto es complicado. “La mayor incertidumbre para las uniones binacionales es que desconocemos cuándo lograremos concretar nuestros proyectos futuros. La distancia causa frustración y fatiga (además de contar con las complicaciones del idioma y paradigmas culturales disímiles). También siento que vivimos a la inversa porque él me conoció con pijama en plena cuarentena y en momentos íntimos que aparecen después de las citas”, admite Belén.

En Suecia

María Clara Medina y Raúl Carrizo llevan juntos un año y medio, aunque para ser exactos se conocen desde hace una treintena. “Digamos que somos una historia de amor que se reanudó de mayores”, sintetiza la profesora universitaria, que trabaja en Gotemburgo (Suecia).

 María Clara Medina y Raúl Carrizo. María Clara Medina y Raúl Carrizo.

La suya es una relación en la que las segundas oportunidades son clave: ambos se vieron por primera vez en la facultad de Tucumán y -tras un delay- en 2016 retomaron la charla. Hasta que el amor volvió a picar la red en 2019. “Por la pandemia estuvimos separados entre marzo y noviembre de 2020 (nueve meses en total). Las Fiestas las pasamos en Suecia y desde Año Nuevo otra vez nos distanciamos físicamente”, narra mientras cena. A su lado, o detrás de la pantalla, a Raúl (técnico de campo del Ministerio de Agricultura) le toca la merienda.

En una de las fotos de su última reunión se ven dos sweaters para combatir los grados bajo cero y un delicado anillo de compromiso que forma parte de las ilusiones que debieron recalibrar. “La boda iba a ser en julio”, enfatiza María Clara.

Para conjurar la nostalgia, tienen sus rutinas con sesiones de cocina y almuerzos/cenas y partidos de fútbol que se comentan por teléfono. “A veces bailamos juntos en cámara o comemos nuestro helado favorito. Cada día nos despertamos y vamos a dormir con mensajes de ‘buen día’ y ‘buenas noches’ y -de vez en cuando- uno sale a caminar y lleva la cámara encendida para compartir el paseo”, detalla la profesional.

A primera vista, nada extra podríamos pedirle a la romántica escena. ¿O sí? Quizás lo que la convierte en agridulce es el reclamo de fondo, un derecho al reencuentro que queda limitado en el contexto actual.

“Nos catalogan como turistas, pero la mayoría ni siquiera cumplimos los requisitos para eso. Además, cuando se levantan algunas restricciones se impone una noción burocrática y conservadora de la familia. Para poder reunirte debés probar que sos una pareja seria y formal (y en varios casos ni siquiera el certificado de casamiento alcanza). Es muy frustrante ver como futbolistas o turistas VIP pueden moverse mucho más libremente entre la Unión Europea y Argentina y no las parejas alejadas por la pandemia”, resalta.

Ahí aparece la importancia del grupo “Love is not tourism” y de otros proyectos alternativos: en la salud y en la enfermedad -como dice el antiguo ritual- el amor debe fortalecernos.

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