Sabores del mundo: sopas, también en los días cálidos

Sabores del mundo: sopas, también en los días cálidos

Ayudan a hidratar y a sumar vegetales cocidos y crudos, a los que los chicos suelen resistirse.

17 Septiembre 2020

Desde el Paleolítico la sopa fue un aliado clave en la alimentación: una vez semidomesticado el fuego, hervir granos, raíces o carnes en el agua ampliaba mucho el horizonte alimentario. Hoy, más de un millón y medio de años después, con sus variantes (quizá lo más “tecnológico” sean las sopas deshidratadas), con sus más y sus menos, la costumbre de iniciar las comidas con un plato de sopa se mantuvo, al menos, en una gran parte de los países de América latina y en Europa.

Entre nosotros casi desapareció de los restoranes; sin embargo, en muchas casas, sigue siendo una aliada en el invierno... Ahora... ¿a quién en su sano juicio se le ocurre comer sopa en días primaverales como los que se avecinan? A mucha gente; incluso, sopa caliente: por ejemplo, en las costas caribeñas de Venezuela es típica la “Vuelve a la vida” o “Rompecolchones”, una sopa de camarones, mejillones, pulpo, y calamares, bañados en limón y con cilantro, entre otras cosas, que -aseguran- ayuda a combatir las resacas y también es un excelente afrodisíaco.

Vámonos de viaje

Pero no vamos a proponer tanta osadía (o sí, pero otro día); la idea es superar esquemas algo rígidos, de a poco. Por eso te invitamos a pasear con la imaginación por las cocinas de cinco países de tres continentes y descubrir que las sopas, exquisitas, también pueden ser frías.

Son, por ejemplo, una buena manera de seguir la regla nutricional de las cinco raciones diarias de frutas, verduras y hortalizas. Para conseguirlo, hay que tomar al día dos raciones de vegetales, normalmente en la comida y en la cena, y tres piezas de fruta. Y qué mejor que una de ellas sea en forma de crema (o sopa) fría. Además de conseguir combinaciones muy interesantes, son una gran oportunidad de “disimular” ingredientes a los que los chicos pueden ofrecerles resistencia

Opciones saludables

Dado que contienen gran abundancia de agua o su equivalente en los “jugos” de las verduras que vamos a procesar, son también un buen modo de hidratar. Y, con los ingredientes adecuados (reemplazando crema por queso blanco desgrasado, por ejemplo), pueden ser ese primer plato que los nuticionistas suelen recomendar para empezar “llenando la panza”. Tanto, que algunas sopas te la pueden llenar del todo... y ser una comida.

España: gazpacho andaluz; casi una ensalada en formato cremoso (para 4)

Poner un minuto en agua hirviendo 1 kg de tomates maduros; así podrás sacarles la piel. Pelar un pepino grande, una cebolla mediana y dos dientes de ajo, y cortarlos en trozos, junto con medio pimiento verde. Colocar todo en el vaso de la licuadora. Agregar una rebanada de pan viejo, un chorro de vinagre, otro interesante chorro de aceite de oliva de buena calidad y una pizca de sal. Sumar medio litro de agua recién sacada de la heladera y empezar a licuar. Según se vaya triturando, y en función de la consistencia que quieras, seguir agregando agua bien fría.

Si lo querés bien suave, podés pasarlo por un colador antes de rectificar la sal. Serví decorado con trocitos pequeños de tomate, pan y pimiento; los andaluces los llaman “tropezones”.

México: sopa de palta; te proponemos la versión picante... y opciones

Trocear una cebolla de verdeo, medio pimiento verde y 1/2 blanco de puerro. Si se quiere picante, agregar ají. Llevar a una sartén con aceite de oliva y sofreír; luego de un ratito, agregar 1 diente de ajo bien picado y sofreír un minuto más. Retirar la sartén del fuego, espolvorear con pimienta blanca  y dejar que la preparación se enfríe. Llevarla al vaso  de una procesadora y agregar dos paltas maduras y 400 ml de caldo de pollo.

Cuando se tenga una crema homogénea, añadir el jugo de medio limón y 250 ml de crema de leche.

Colocar la sopa en la heladera al menos una hora. Al servir, pueden usarse para decorar láminas de verdura de colores o rodajas finas de otra palta, abiertas en abanico.

Francia: Vichyssoise; crema de papas y puerros

Lavar el blanco de 4 puerros bajo un chorro de agua tibia; pelar 1 cebolla y 3 papas medianas. Cortar todo en rodajas y rehogarlo en aceite de oliva. Cuando empiecen a dorarse agregar caldo hasta cubrir, preferentemente, casero (de gallina o de verduras, y aprovechar las hojas del puerro). Cocinar unos 20 minutos, retirar parte del caldo y reservar, por si hace falta para la consistencia deseada; licuar el resto. Agregar 100 ml de crema de leche (se puede reemplazar por leche), sazonar con sal y pimienta (mejor recién molida), dejar entibiar y guardar en la heladera. Decorar con ciboulette o verdeo picado.

Marruecos: bisara de arvejas y menta

Pelar y picar las cabezas de 2 cebollas de verdeo. Derretir una cucharada de manteca en una cacerola y cuando no haga espuma rehogar las cebollas a fuego medio. Sumar dos tallos de yerba buena previamente lavados; saltear unos minutos y añadir     1 kg de arvejas crudas o congeladas (no de lata) y sal. Agregar 6 tazas de caldo de pollo y cocinar hasta que las arvejas estén verde brillante (será muy rápido si estaban congeladas). Retirar la menta y mezclar. Rectificar la sazón y agregar 1/2 taza de crema de leche. Dejar enfriar, llevar a la heladera dos horas. Decorar con hojitas de yerba buena.

Ucrania: borscht colorida y sabrosa

Hervir 3 remolachas y 1 zanahoria grande peladas con un tallo de apio, 1/2 cebolla, 2 hojas de laurel, sal y pimienta. Hervir hasta que la remolacha esté blanda. Retirar del fuego, dejar reposar hasta que esté tibia y licuar hasta que se convierta en una crema sin grumos. Entonces añadir 1 tomate pelado  (con el mismo truco del gazpacho) y otro tallo de apio. Licuar hasta que vuelva a estar bien cremosa. Agregar una cucharada de aceto balsámico y un chorro de aceite de oliva. Rectificar sal y pimienta y llevar a la heladera unas horas. Servir con un chorrito de crema de leche y verdeo picado.

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