“Tucumán es un faro médico que alumbra todo el NOA”, dijo Armando Pérez de Nucci

“Tucumán es un faro médico que alumbra todo el NOA”, dijo Armando Pérez de Nucci

El médico viaja en la historia para analizar la pandemia.

MÉDICO E HISTORIADOR. Entre los libros de Pérez de Nucci figura “Historia médica de Tucumán: siglo XIX”.  MÉDICO E HISTORIADOR. Entre los libros de Pérez de Nucci figura “Historia médica de Tucumán: siglo XIX”.

Viruela, cólera, fiebre tifoidea, paludismo, peste bubónica, poliomileitis... La de Tucumán es una historia marcada por las epidemias y por las batallas que la salud pública llevó adelante para enfrentarlas. Desde esa perspectiva, el combate de hoy contra el coronavirus y el dengue renueva procesos que el doctor Armando Pérez de Nucci estudió a fondo.

La historia y la filosofía son dos de las pasiones que Pérez de Nucci desarrolló en paralelo con una vida dedicada a la medicina. Por eso se va muy atrás para empezar a analizar lo que nos sucede, a los saberes de los pueblos originarios, para adentrarse después en los males que azotaron a la provincia con el paso de los siglos. Habla de Tucumán como un “faro médico” capaz de alumbrar al NOA en tiempos de crisis y subraya que la vocación de servicio es clave para afrontar desafíos como los que nos tocan.

- ¿Cuáles son las principales enseñanzas que el estudio histórico extrae de una epidemia o de una pandemia?

- Mi maestro español, don Pedro Lain Entralgo, me enseñó a comienzos de los años 80 del siglo pasado que “la Historia es un relato de lo que fue, al servicio de una esperanza de lo que el hombre pudiera llegar a ser”. También me enseñó el valor de esta disciplina para llegar a conocer el derrotero de la humanidad. En el caso de las epidemias nos enseña, en primer lugar, que el hombre no es omnipotente, es un ser finito y vulnerable y ajeno a cualquier causa que pueda torcer el rumbo de su vida, pero a la vez con la suficiente fuerza e inteligencia para encontrar la solución a los problemas y contingencias que nos pueda deparar. Nada fue más temido y desconocido en épocas pasadas que esta circunstancia, por su carácter sorpresivo, súbito, su fácil difusión y el costo de vidas que pudiera conllevar, lo que llevó a considerarla como un castigo de los dioses. Su nombre le fue adjudicado por los griegos antiguos con el vocablo epidemos, lo que “cae sobre el pueblo” para simplificar el hecho. El relato histórico nos enseñó sobre su comienzo, su duración, su gravedad o causa de muerte, lo que el médico primitivo llegó a conocer por la repetición de síntomas y tratamientos. Sirvió para que las próximas generaciones pudieran saber qué les esperaba y para que la inteligencia y la destreza humanas llevaran a colegir soluciones para la cura o erradicación y donde aparece la “esperanza” como elemento coadyuvante importante.

- ¿Cuáles fueron las principales epidemias que padeció Tucumán en la historia y cuáles fueron sus efectos sobre la salud pública?

- Nuestra América, ya desde los tiempos precolombinos, conoció los azotes de algunas enfermedades epidémicas, posiblemente aquellas que dejaban restos de su paso en los despojos mortales que han sido rescatados de la memoria de los tiempos en excavaciones y hallazgos de tumbas. De estas experiencias nació una medicina aborigen ancestral, que pervive como Medicina Originaria y que ha demostrado ser útil en algunos aspectos de la vida de los habitantes de los Valles Calchaquies y del Noroeste. Es de plena vigencia y está plasmada en sus actores, los denominados hoy “chamanes o chamanas”, que he tenido oportunidad de conocer y de tratar en algunos casos hasta una tercera generación. Y no es menos importante resaltar aquí que “la mejor medicina es la que cura”, a lo que agregué en uno de mis libros que, para mí, “curar es sumar, siempre”.

- ¿Cómo siguió la historia?

- Más adelante, y sobre todo a partir del siglo XVIII y sobre todo el XIX, la memoria pudo acuñar en nuestra historia muchas enfermedades por su nombre y sus tratamientos, sobre todo con la llegada de los españoles a nuestro territorio y con posterioridad por el paso de los ejércitos de nuestra Independencia que recorrieron el Noroeste, sobre todo integrados por médicos extranjeros y otros nacionales con mayor caudal de conocimientos, que pudieron identificarlas y tratarlas con mayor claridad y eficiencia. Menciono en primer lugar a la viruela, una de las enfermedades más antiguas del mundo, traída a América por los españoles; el cólera, también llegado del extranjero, que en su primera aparición, llamada del “cólera chico”, causó la muerte del Dr. Marcos Paz; la fiebre tifoidea, que afectó preponderantemente al interior de la provincia, sobre todo a Monteros; el paludismo, que sentó sus reales durante muchos años en nuestra provincia; la peste bubónica que apareció a fines del siglo XIX; cuadros no identificados de fiebre y decaimiento con bastante frecuencia durante los siglos XVIII y XIX. El siglo XX y el XXI traen enfermedades que muchos recordamos, como la poliomielitis, las neumonitis, los cuadros infantiles del sistema respiratorio y los que hoy son las nuevas realidades de la salud tucumana, como el dengue y la covid-19. Duros años los anteriores al siglo XX, en los que se curaba poco o nada y las muertes eran frecuentes por falta de medicamentos y conocimientos. La clínica y un buen examen físico eran los dueños de la medicina de aquellos años,

-¿Cómo reaccionaron históricamente los profesionales de la salud pública tucumana al momento de actuar bajo presión?

- La actuación de los médicos cientificos, desde los primeros extranjeros que llegaron a nuestra provincia, los argentinos posteriores y los graduados en Tucumán desde la creación de nuestra Facultad de Medicina, ha sido siempre ejemplar y al servicio de los pacientes, colaborando con las provincias vecinas en muchas oportunidades cuando fue necesario. Tucumán ha sido una luz y una guía, el faro médico que iluminó el Noroeste argentino, con destacados profesionales que trascendieron nuestras fronteras y a quienes valdría la pena en algún momento destacar en una crónica.

- ¿Hemos aprendido los tucumanos de estos episodios extraordinarios de nuestra historia? ¿Qué tenemos y qué nos falta?

- Tucumán ha tenido y tiene excelente plantel de médicos formados prácticamente todos en nuestro medio. Las residencias se cuentan entre las mejores del país y así lo demuestran los resultados frente a emergencias como la que hoy nos acosan. La excelencia es la norma en nuestros servicios de especialidades, así como los equipos de investigadores y el ingenio para la creación de nuevos métodos y aparatos para salvar más vidas y dar mayor esperanza a nuestros pacientes. ¿Qué nos falta? Lo de siempre: mayor cantidad de recursos, que siempre han sido y son insuficientes en Tucumán; aumento de la cantidad de médicos y mejor distribución en los hospitales periféricos, sobre todo los de campaña; al tiempo que aparatos de estudios auxiliares, porque en esos establecimientos la cantidad de enfermos sin asistencia es proporcionalmente mayor. Esta situación descomprimiría los hospitales centrales y mejoraría la atención en los centros periurbanos. ¿Qué nos sobra? Voluntad de servicio.

- ¿Cómo analiza las medidas que se están tomando para contrarrestar el coronavirus en la provincia?

- Los protocolos son internacionales, quizás tengamos menor cantidad de recursos, pero me impresiona que se van completando con el paso de los días. Por lo menos los resultados así lo están demostrando. Lo que se necesita es orden y conciencia de los ciudadanos de que a esta pandemia la ganamos todos o la perdemos todos. Si algunos fallan o faltan a las reglas, repercute sobre todos y Argentina pierde.

- ¿Qué clase de mundo podría emerger de esta pandemia? ¿Cree que se avecinan cambios importantes?

- Soy un optimista irredento. Creo que el mundo va a mejorar siempre... Siempre que estemos convencidos de que ser médico, ser funcionario, ser ciudadano, debe significar que estamos convencidos que “si no sirvo, no sirvo…” Que la vocación de servicio implica que debemos pensar en los demás y en una Patria que vaya creciendo, no solamente porque nos vamos recuperando económicamente, sino porque estemos convencidos de que el otro tiene la necesidad de ser digno, justo, lleno de oportunidad y tener intacta la esperanza de un futuro mejor. Esta pandemia ha mostrado una enorme capacidad de solidaridad y acompañamiento de la población en general y de los médicos en particular, colaborando en forma impecable en pos de la atención, mejora y apoyo a los pacientes afectados, lo que me pone orgulloso como médico y como argentino.

Con una amplia gama de intereses  

- Armando Pérez de Nucci es doctor en Medicina (Mejor Tesis, año 1980) y en Filosofía (Summa cum Laude, 2007), ambos Doctorados por la UNT.

- Miembro de las Academias  Nacionales Argentinas de la Historia, de Medicina y de Ética en Medicina; y de las provinciales de Ciencia y Artes de Santiago del Estero y del Folklore y Cultura de Salta.

- Miembro Honorario de la Academia Nacional Mejicana de Medicina y Miembro Académico del Institute of Creative Transformation and Virtual Pedagogy. de Louisiana (EEUU).

- Historiador. Profesor de Historia de la Medicina (1978-1995), de Antropología Médica y de Técnica Quirúrgica en la Carrera de Anestesiología (Facultad de Medicina, UNT).

- Autor de 22  libros, propios y en colaboración con otros autores de Argentina, Alemania y España.

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