En Amaicha la radio lleva la escuela a las casas

En Amaicha la radio lleva la escuela a las casas

En los Valles no todos los pobladores cuentan con internet en el celular ni tienen computadora. En cambio, aparato de radio tienen todos.

TODOS TRABAJAN. Los alumnos hacen los deberes en casa mientras escuchan la radio. Al centro, el operador de la emisora. TODOS TRABAJAN. Los alumnos hacen los deberes en casa mientras escuchan la radio. Al centro, el operador de la emisora.

“Esto que acaban de escuchar -dice la maestra pegada al micrófono y sosteniéndose los auriculares- es un cuento leído por nuestros amigos de San Miguel, los cuentacuentos. Si ustedes han ido atendiendo, hacía mucho énfasis en la terminación de las palabras. Ella dice que el sapo era morado, colorado y enamorado, por ejemplo. Que había realizado un listado para ir al mercado. Vayan escuchando dónde pronuncio yo más fuerte”.

IMPULSORA DEL PROGRAMA. Miriam Lera, maestra de Lengua, es quien tuvo la idea de dar clases por radio. IMPULSORA DEL PROGRAMA. Miriam Lera, maestra de Lengua, es quien tuvo la idea de dar clases por radio.

Del otro lado, los 38 alumnos de primero y de segundo grado de la escuela de Amaicha del Valle están sentados en su casa. Tienen los cuadernos abiertos y la radio cerca, sintonizada en la FM Amaichas, la emisora de la comunidad indígena. La radio alcanza también algunos pueblos cercanos.

La señorita Miriam Lera sigue con el dictado. Su voz sale de los parlantes pero los chicos se la imaginan en el aula, como todos los días. A través de la radio, la “seño” les indica que escriban en sus cuadernos las palabras sapo, morado, colorado, enamorado. Y que hagan un círculo rojo en las tres últimas letras. Listo. En media hora los chicos aprendieron la rima.

¿Y cómo hacemos?

Todo comenzó con un “y cómo hacemos”. Hace tres domingos se reunieron algunos maestros con el cacique de Amaicha, Eduardo Nieva, y plantearon el problema. “Estábamos viendo cómo hacer para dar las clases a distancia -le explica Lera a LA GACETA- , porque primero lo hacíamos por WhatsApp mandando las cartillas con las tareas, pero vimos que no les llegaban a todos, porque muchas familias no tienen celular con internet. A mí se me ocurrió la radio, que todo el mundo tiene. Entonces le pedimos el espacio al cacique y desde ese lunes ya empezamos a dar así las clases”.

Como en el aula

En los valles, entonces, la mejor tecnología fue la vieja y confiable radio. Un aparato que en las casas de la montaña no se ha olvidado y que ahora la pandemia ha rescatado con fuerza.

En Amaicha la radio lleva la escuela a las casas

Todos los días, a las 15, la señorita Lera saluda a sus alumnos y comienza con la clase de lengua. “Yo no soy locutora ni mucho menos, pero le dije al cacique que yo me podía imaginar como que estaba en el aula y dar la clase y dictarles la tarea a los chicos. Y funciona muy bien, los padres y los chicos están contentos y se engancharon. Esperan todos los días las clases”, contó la maestra por teléfono, minutos antes de entrar a la radio a enseñar las rimas.

Este “experimento” ya lleva tres semanas y, según las docentes, es positivo porque además lo pueden escuchar chicos de otras escuelas, de otros poblados próximos, y los propios hermanos de los alumnos, aunque sean de otros grados, como ya está sucediendo. Y así como en los años 40 las familias esperaban la hora de la radionovela, ahora en Amaicha esperan las clases.

La voz de la enseñanza

Después de la clase de Lera, a las 15.30 toma la posta la “seño” Corina Albornoz, que da lecciones de matemática. Ella la tiene un poco más complicada, y no porque su materia sea el terror de sus alumnos, sino porque vive en Santa María, Catamarca. “No nos dejan salir para nada, porque en nuestra provincia no hay casos de coronavirus, entonces son muy estrictos los controles. Una sola vez pude ir para cobrar porque no tenía otra opción, y me dieron un permiso sólo para eso”, explicó.

De nuevo, las docentes lo solucionaron. La seño Corina habla por teléfono a la radio y el operador, Ramón Ayala, pone su voz al aire. Listo, el aula se instala en las casas.

“Hay muchas familias en las que los padres son changarines y no pueden trabajar. Entonces no tienen para pagar internet en el teléfono. Otros no tienen aparatos sofisticados. Pero radios tienen todos, entonces llegamos”, compara Corina.

Según su apreciación, a los alumnos les hace muy bien escuchar la voz de las maestras, porque los transporta a la escuela. “Además los chicos aprenden de sus maestras, cuando la seño enseña los chicos entienden, y a veces no pasa lo mismo con los padres”, dice orgullosa la docente.

Llegando al final de la clase, las maestras de la montaña dictan las tareas para que los chicos sigan haciendo con el apoyo de los padres. “Después les pedimos a los papás -explica la seño- que nos manden las fotos así corregimos con muchas caritas, con felicitaciones y con un ‘vamos por más’, para motivar a los chicos. Creemos que está funcionando”.

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