Una “call” internacional

Una “call” internacional

Tras la gestión sanitaria se esconden los problemas institucionales de siempre. Los yerros en el manejo de Tribunales, las peleas en el poder y la crisis económica. Homenaje a Osvaldo Soriano, creador de la Llamada Internacional.

Una “call” internacional

Me llamaba la atención que no ocurriera. En situaciones de alto impacto periodístico él siempre intentaba contactarse. Esta vez el miedo, la pandemia, la muerte eran iguales tanto para él como para nosotros. La noticia era la misma. Por primera vez parecíamos iguales. Sólo nos diferenciaban la cantidad de personas fallecidas. Era raro que no se hubiera comunicado hasta ahora.

En esas cavilaciones andaba cuando entró un mensaje de WhatsApp.

-Podríamos hacer una “call”.

Las fronteras están cerradas, cada país enfrenta como cree -o puede- al enemigo invisible, pero sin embargo, el lenguaje sigue en ese spanglish desconcertante.

-No, no puedo. Tengo varias cosas pendientes, entre ellas una nota para mañana domingo.

-Va a ser corta. Hagamos una “call”. Estoy “mapeando” qué está pasando allá del otro lado del océano y quiero escribir una nota sobre ustedes. Siempre dan sorpresas.

-Ya no. Tal vez les sorprenda que hemos sido más precavidos, y demoramos más en llegar al momento crítico, que cualquiera de ustedes. Esa puede ser una buena nota: “Los argentinos fueron más vivos que nosotros”, es un buen título para ustedes.

-Veo que a usted el confinamiento lo hace más agresivo.

-No empiece a discutir. De todos modos, si le sirve le cuento que aquí la cuarentena derivó en un peligroso aumento de la violencia doméstica.

-Si, en todos lados está ocurriendo lo mismo. Los delitos que tienen que ver con las vinculaciones de la gente se incrementan. Sólo disminuyen los accidentes de tránsito o los asaltos callejeros pero es porque la gente está en la casa.

-Si, claro. Bueno lo dejo, ha sido un gusto volver a dialogar con usted. Cuídese.

-No, no: espere. Cuénteme cómo les va con el cumplimiento de la autoridad. Ustedes son un país donde tuvieron muchos golpes de Estado, me imagino que debe haber cierto desacato.

-Sólo para para cobrar.

-Ahhh. ¿No tienen cajeros automáticos?

-Si, obvio. ¿Me está cargando?

-No, para nada. No se impaciente. En estos tiempos el que se pone nervioso termina mal. Todo es nuevo. La paciencia es muy importante.

-¿Usted dejó el periodismo y ahora es predicador?

-Ahora me está cargando usted. Quiero decir que el miedo y todo lo desconocido contribuye a que el apresuramiento termine en Tribunales.

-Ahhhh, bueno, no se preocupe. Aquí hay un asueto especial. No hay problemas.

-¿Tribunales no trabaja?

-No, sí, sí.

-No le entiendo. ¿No o sí?

-Desde la casa. Algunos. Sólo los casos urgentes, pero…

-Pero, sigo sin comprender. Si alguien comete un delito, entonces…

-Todo bien, se inicia una causa. Todo virtual.

-Bueno pero si alguien se siente ofendido por algo o no puede hacer algo…

-En ese caso se le puede “armar una causa” inmediatamente.

-Ahora sí no entiendo, ¿De dónde saca eso?

-Es lo que predica un prosecretario de Tribunales. Si hace falta “se le arma una causa” y listo.

-¿Es un chiste? A usted la pandemia le alteró los nervios. Pasa del enojo al humor en un segundo.

-No, es en serio. Lo dijo un funcionario judicial.

-Usted dirá un ex funcionario. Me imagino que el Colegio de Abogados y varias instituciones lo deben haber denunciado y ya lo exoneraron.

-No, todavía no. Usted dice que hay que tener paciencia. Y a este hombre le vienen estudiando sus casos. Mientras tanto sólo lo cambian de lugar.

-Ah. Claro, con el tema virtual deben llevar unos cuantos días reunirse y analizar sus conductas.

-Si, un poquito más.

-Pero si el encierro lleva sólo unos días, apenas más de un mes.

-Si pero resolver estas cosas puede durar por lo menos ocho o 10 años.

-Se ve que el hombre tiene alguien importante que lo proteja.

-No, ya no tiene más padrinos. No hay más padrinos en la Justicia tucumana.

-Lo afirma con demasiada certeza.

-Lo dijo el vocal decano de la Corte Suprema de la provincia…

-¿Cómo? Es decir que sabía que había padrinos y no pasó nada durante años.

-Bueno, ¿Sabe qué?... Es tarde y no escribí aún mi nota. Lo dejo.

-Espere, espere: hablando de la Corte, ahí vi que están pidiendo permiso para sesionar en el Congreso.

-Eso es en la Nación. Aquí la Legislatura se reúne en el recinto. No pide inútiles permisos. Los cuerpos colegiados son autónomos más aun en estas pandemias, durante las que todo es inesperado y desconocido. Lo importante es que trabajen y no estén paralizados. Los poderes deben dar el ejemplo.

-Claro, entiendo, pero me imagino que los legisladores se ponen máscaras para sesionar.

-Este, este… psé. Bueno, lo dejo creo que tienen un buen ejemplo en nuestros procederes por la salud.

-Antes de despedirnos le quería agradecer.

-Ah bueno. Sí, de nada. Ha sido un gusto.

-Espere: ¿sabe por qué? La primera vez que hablamos fue cuando usted comparó la pelea del gobernador Bussi con la del vicegobernador Topa con el dibujo de Tom y Jerry. Fue en el siglo pasado, pero me pareció interesante eso de que se pelean como el gato y el ratón, pero como se necesitan siguen juntos. De lo contrario, no habría película.

-Ah sí, recuerdo.

-Me acordé de Ud. porque esta semana se murió el creador de Tom y Jerry, Gene Deitch.

-Ahhh. Gracias.

-¡Qué épocas! Por suerte ustedes ya superaron todos esos problemas institucionales y las principales autoridades no andan en mezquinas peleas de poder.

-Eh eh eh... Bueno…

-No se ponga nervioso. Ya terminamos la conversación.

-Es que el cierre de la edición me apura. Sí, por suerte el gobernador Manzur y el vice Jaldo se reúnen.

-¿A tomar café?

-Bueno, no, precisamente. Es que está todo cerrado. Ningún bar…

-¿No me diga? Entendí mal, entonces. Yo había visto una foto que mostraba que en el centro un lugar donde venden chocolates, se podía tomar algo. En eso nos llevan bastante.

-Eh. Eh. Eh... Bueno, un caso especial. En Havanna parece que se olvidaron de subir unas sillas.

-Ah, sí, me acuerdo porque una funcionaria era dueña.

-No, ella no. Su pareja, en realidad es la propietaria de…

-Pero ahora que recuerdo, eso fue hace mucho cuando usaron una camioneta para descargar alfajores. No, ahora.

-Eh. Eh... Sí, sí. Fue hace mucho. Problema superado hace tiempo. Bueno, hasta luego. ¿Vio que en Tucumán está todo en orden? Tienen una buena nota para hacer.

-Espere, espere. Ya que hablamos del comercio, a ustedes la cuarentena no les afectó la economía.

-Bueno, sí, un poco.

-¿Sólo un poco? Pero esa es la noticia. Cuénteme. ¿Están trabajando mucho, entonces?

-No, nada. Algunos almacenes de barrio. Las tiendas están fundidas. Los bares, en un pozo. Los empresarios no quieren pagar impuestos…

-Y, los dueños, ¿qué hacen?

-Se ponen los barbijos y van al banco.

-Claro, a sacar plata para cuando empiecen a abrir.

-No, a pedir créditos para pagar los sueldos…

-¿Y la pujante clase media que empujó en todas las crisis?

-Está pidiendo subsidios.

-No, la clase media, le estoy preguntando. Me refiero a los profesionales, empleados, pequeños empresarios, comerciantes, etc.

-Bueno, no, no la vi a esa “clase”. ¿Sabe qué? Se me termina el cuadro que el diagramador le asignó a la nota. Lo dejo, hasta la próxima.

-Espere, espere: le quería consultar sobre el alquiler de los hoteles y esas cosas que pasan en otros lados...

Ahora que el ciudadano le ganaba al periodista, me pareció bueno no seguir con la conversación virtual y clavarle el visto a sus WhatsApp.

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