"El último baile": la imperdible construcción de una leyenda

"El último baile": la imperdible construcción de una leyenda

EL AMO DEL CIRCO. Michael Jordan en uno de los pasajes de “El último baile”, serie que ya tiene fanáticos. EL AMO DEL CIRCO. Michael Jordan en uno de los pasajes de “El último baile”, serie que ya tiene fanáticos.

“El último baile” debía estrenarse en junio. La declaración oficial de la pandemia y la consecuente suspensión de la NBA (entre muchísimas otras cosas) adelantó todo para abril. Si no podemos salir de nuestras casas, al menos veamos cómo se gestó el último título de Michael Jordan y sus Chicago Bulls, quizás la mayor expresión basquetbolística de la historia.

Netflix lanzó los dos primeros capítulos y cada lunes irá subiendo el resto, de uno en uno. La fecha de estreno no fue caprichosa, porque debió haber coincidido con el inicio de los play-offs de la NBA. Los amantes del básquet entienden que esta es la mejor época del año. El baile de “MJ” y compañía tiene 10 episodios y seguramente no cubrirán el vacío deportivo que deja la ausencia de partidos, pero nos llena el corazón. Y eso que todavía faltan ocho “canciones”.

Son dos horas prácticamente sin huecos, sin puntos flacos. No sólo por el archivo que nos muestra imágenes completamente inéditas (los Bulls permitieron que un equipo de filmación los acompañara durante toda esa temporada 1997/98). No sólo por el nivel de las entrevistas actuales a absolutamente todos los protagonistas de la historia. No sólo por la música que nos recuerda, por ejemplo, la maravillosa melodía que acompañaba al equipo de Chicago en cada una de sus presentaciones. No sólo por el nivel de las historias de jugadores, dirigentes y entrenadores que muchos desconocían. Hay mucho más.

La serie documental sabe apoyarse en rubros menores y también están firmes, sin una grieta. Hablemos de los outfits. Es entretenido ver los trajes enormes y embolsados, hasta dos talles más grandes, que solían usar en esa época los mejores deportistas del planeta.

Por favor, hablemos simplemente de la voz de Scottie Pippen, el chaperón de Jordan en este último baile. Es necesario hablar de ese registro grave, profundo y hasta envolvente que sale de la boca de Pippen. Como si oyéramos a Barry White. Escucharlo es reconfortante y mucho más si esa voz tiene que ver con su lucha dentro de la historia del documental: hacerse escuchar, hacerse valer. Para esa época, Pippen podía ser tranquilamente considerado el segundo o tercer mejor jugador de la NBA, pero su sueldo ni se acercaba a reflejarlo. Su background personal y su pelea con los dirigentes para cobrar lo que merecía son una parte clave de esta historia. “El éxito de ‘The Last Dance’ está en que haya gente enojada en 2020 por lo que cobraba Scottie Pippen en 1997”, escribió el periodista Marcelo Gantman y cuánta razón tiene.

Un orfebre

Phil Jackson no sólo fue el entrenador de ese equipo sino que es la persona que bautizó al documental. “Apodé esa temporada (la 97/98) ‘El último baile’ porque era lo que parecía. Pasara lo que pasase, la temporada siguiente la mayoría de los jugadores cuyos contratos estaban a punto de finalizar no vestirían el uniforme de los Bulls. La irrevocabilidad proporcionó a la temporada cierta resonancia que vinculó estrechamente al equipo. Parecía que habíamos emprendido una misión sagrada, impelidos por una fuerza que trascendía la fama, la gloria y el resto del botín. (...) Fue mágico”. La cita pertenece al propio Jackson en el libro que escribió junto al periodista Hugh Delehanty (“11 anillos”, 2013). El capítulo 13 lleva el mismo nombre que la docuserie.

Jackson (que tendrá su “propio” capítulo más adelante en la serie) conoció el budismo desde joven y rápidamente se hizo adepto. La meditación fue y es parte fundamental de su vida, a tal punto que hacía meditar a sus jugadores antes de cada entrenamiento. Algo con lo que Dennis Rodman no estaba muy de acuerdo pero bueno, era Dennis Rodman. El mismo que se presentó en el documental diciendo: “soy Dennis Rodman, ¿qué onda?”

El don del enemigo

Quizás gracias a esa mentalidad, Jackson le permitió al “Gusano” unas “mini” vacaciones de dos días en Las Vegas en plena temporada, ante el enojo del mismo Jordan. Quizás por eso entendía a Pippen en sus groseros reclamos (el documental muestra cómo insultaba mientras bebía cerveza en el colectivo, al término de un partido) y entendía también a Jerry Krause, el manager de los Bulls, receptor de los agravios y encargado de los arreglos salariales y contratos. “El Dalái Lama lo denomina ‘el Don del enemigo’. Para el budismo, batallar con enemigos te ayuda a desarrollar mayor compasión y tolerancia hacia los demás”, dice Jackson en su libro. Krause aparece en el documental como el villano que toda historia de superhéroes necesita.

No por nada, el propio Jordan dice en el capítulo 1: “no elegiría para jugar otro entrenador que no sea Phil Jackson”. Lo dice varias décadas después, en su casa, tomando un tequila de 1.600 dólares la botella (como los ya fanáticos del documental se pusieron a investigar) y lo dijo en aquel momento. Además de toda su destreza única e insuperable, la mentalidad ganadora de Jordan queda muy bien reflejada con sus inicios. En el mismo básquet y en los Bulls. Además, aportan testimonios su padre, su madre y su hermano Larry (clave en esa mentalidad).

Todo eso en los primeros dos capítulos. Nos faltarán la NBA y sus play-offs pero tenemos “El último baile” y estamos ansiosos por seguir en la pista.

Excelente

Docuserie / por Netflix

Comentarios