El año en que no hubo escuela hasta julio en Tucumán por una epidemia

El año en que no hubo escuela hasta julio en Tucumán por una epidemia

Recuerdos de la epidemia de polio.

25 Abril 2020

No es la primera vez que los chicos pierden meses de clases a causa de una enfermedad. En 1956, la epidemia de poliomielitis puso a la Argentina en guardia y obligó a cerrar las escuelas durante el primer semestre. Ese año se detectaron alrededor de 6.500 casos durante el verano/otoño -la inmensa mayoría niños- y alrededor de 650 personas murieron. Muchos quedaron afectados por distintos grados de parálisis. Al contrario del coronavirus, muy peligroso para los adultos mayores, la polio -ya erradicada- era letal para los chicos. Roberto Albornoz recuerda su experiencia de alumno primario, y, de paso, con su narración propone un viaje a ese Tucumán que enfrentó la epidemia armado de cal y de alcanfor. Para apuntalar la memoria muestra su libreta de calificaciones, con el primer cuatrimestre tachado.

-¿Qué recuerdos tiene de la vida en Tucumán en aquella época, a mediados de la década del 50?

-La vida normal de un niño de ese tiempo: jugar con amigos a las bolillas, al trompo, a las figuritas, al fútbol o al básquet en particular; salir en bicicleta o andar en patines. Los fines de semana ir a ver a San Martín o al cine tan de moda en ese momento ya que no había televisión (llegó en 1966). Yo asistía a la Escuela Obispo Piedrabuena, en Crisóstomo Alvarez al 350, me trasladaba en el tranvía de la línea 3 o 7, y me bajaba en la esquina de la escuela en calle Congreso.

-¿Cómo se vivió la epidemia de poliomielitis del 56?

-Tenía siete años, era mi segundo año en la primaria, que entonces era Primer Grado Superior. Recuerdo que la Municipalidad pintaba los árboles con cal, no se podía transitar frente al Hospital de Niños, que estaba en la avenida Sarmiento entre Junín y Salta. Se fundó ALPI (Asociación de Lucha contra la Parálisis Infantil) en una zona cercana. Los padres colocaban bolsitas de alcanfor a los niños, en otros casos se trasladaban a zonas serranas para alejarse de la población.

-¿Qué hacían los niños en casa? ¿Tenían alguna tarea escolar durante los meses en los que no fueron a clases?

-El mejor maestro en la casa era mi papá, un obrero ferroviario con estudios primarios completos. Me contaba y vi su libreta de 1933, cuando le enseñaban Mineralogía y Geología Yo leía de corrido, y me entretenía con las revistas Selecciones, Billiken, El Gráfico y LA GACETA. Por las tardes escuchaba por radio “Las aventuras de Tarzán”.

-¿Tuvo conocimientos de casos cercanos que hayan sido alcanzados por la poliomielitis en esa oportunidad?

-En la escuela vi chicos afectados por el mal. Ya recuperados usaban botas especiales. Con el paso de los años hice amistad con personas muy afectadas, que hasta el día de hoy usan bastones, es decir, que el mal dejó secuelas leves o muy marcadas. El presidente de Estados Unidos, Franklin Roosevelt, era la víctima más reconocida del mundo de esta enfermedad.

-¿Cómo fue el retorno a la escuela después de tantos meses?

-Para mí fue normal, pero recuerdo que nos exigían mucho, salíamos muy poco al recreo, sólo para ir al baño. Las maestras de esa época eran muy severas con las tareas diarias, tanto en la escuela como las que completábamos en casa.

-¿Recuerda si se tomó alguna medida especial en la escuela?

-Sí, establecieron una separación entre los más chicos, estábamos más protegidos, y los mayores de otros grados que integraban la Cruz Roja para auxiliar a los más pequeños.

-¿Qué impacto le produjo en lo personal toda esa situación?

-El fin de semana, en especial el domingo, era muy triste porque no me llevaba mi papá a la cancha. Seguramente dada nuestra corta edad no dimensionábamos la preocupación de los mayores.

Comentarios