De héroes y superhéroes

Luis Romano, Luis Garay y Miguel Tarascio no se conocen y probablemente ninguno escuchó nunca hablar sobre el otro. Pero los tres son héroes, de los verdaderos. Anoche, en “Panorama Tucumano”, el programa periodístico de TV de LA GACETA, se los puso en evidencia, pese a que su intención era que la discreción persistiera. En su sandwichería, Romano y su equipo arman y entregan gratuitamente 500 platos de comida en El Manantial, todos los días, para las personas que no están pudiendo llenar su mesa. Cuentan con lágrimas en los ojos que muchas veces queda gente sin una porción y que eso los quiebra. “Pero no nos da para más”, se excusa Romano, hasta con culpa. Garay es verdulero y también puso a disposición de sus vecinos de San Miguel de Tucumán sus productos gratuitamente, para aquellos que lo necesitan. La iniciativa fue de su hija y relata con total normalidad lo que hace, como si fuese algo convencional. Tarascio dona 3.500 kilos de carne por semana en La Reducción, en paquetes de siete kilos para cada persona. Organiza con números y sillas bien separadas la distribución con la ayuda de sus empleados y de su hija. Lo hace porque conoce de la necesidad de los que viven cerca de su frigorífico.

Otro rasgo distintivo une a los tres: ninguno es millonario ni posee grandes cadenas de comercios ni mucho menos. Uno más, otro menos, apenas comparten lo que pueden en este tiempo de pandemia y parate total de la economía y del trabajo -en especial el precario- para miles de tucumanos.

Por eso son héroes, aunque quizás ellos mismos estén lejos de sentirse de esa forma y literalmente no estén sacando ningún rédito ni económico ni publicitario con sus acciones. Apenas suman algo de satisfacción y bastante de angustia al ver que lo que realizan es insuficiente para calmar tantas carencias, de tantos tucumanos.

¿Por qué es importante destacar que son personas que se distinguen por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si requiere mucho valor (tal la definición del diccionario para “héroe)? Porque la pandemia dejó al descubierto a ciudadanos que, como ellos, se esfuerzan en hacer algo extraordinario, pero también que abundan los superhéroes, esos que son propios de las caricaturas, el cine o la literatura. No son reales, pese a que se muevan con mucha verosimilitud para mostrarse como “salvadores”.

Lejos de la actitud de Romano, de Garay y de Tarascio, empresarios y dirigentes políticos dieron muestras de un falso altruismo. ¿Es heroico bregar por la salud pública si se es funcionario electo o designado para administrar la parte ejecutiva del Estado? ¿Es meritorio trabajar en cuarentena desde casa o virtualmente si se está en la Justicia y se paga vía impuestos a los integrantes de los palacios tribunalicios para que lo hagan? ¿Hay que aplaudir a los que legislan en situación crítica cuando ese es su fin? La ceguera de muchos integrantes de la denominada “clase política” los coloca per se en una situación incómoda. No son pocos los que están buscando un rédito -como mínimo- en imagen pública a partir de lo que supuestamente es una “gran tarea” en la administración de la crisis. Es su función, la de todos ellos, realizarla. Lo condenable sería que fallen o, peor aún, que hagan gala de ello en momentos en los que se necesita humildad, certezas y gestión de quienes conducen los destinos de nuestra sociedad. No sirven las imágenes de Juan Manzur y Osvaldo Jaldo evitando el diálogo, peleando en guerra fría y finalmente diciendo que no existe lo que sí hay, que son fuertes diferencias políticas. No aclaren que oscurecen. Tampoco que aparezcan asesores que recomienden ir al choque o que sugieran que hay que “explotar” publicitariamente los presuntos éxitos de administración estatal de la pandemia. O las “donaciones” de fondos públicos que administran distintos poderes. O la reducción de ingresos de funcionarios cuyos sueldos están bien por encima de la media nacional. Superhéroes.

Otra heroína dejó en evidencia las diferencias entre unos y otros, con una carta que se viralizó hace 10 días. Se trata de Estefanía Mazza Diez, médica marplatense, quien escribió al Presidente: “Los médicos amamos lo que hacemos. Podemos pasar días sin dormir para dar lo mejor de nosotros. Se llama vocación, pero no por amar lo que hacemos ni por tener en manos la vida de una persona merecemos la falta de respeto económico que obtenemos”. También recordó las palabras del Presidente para con su gabinete y los comparó con la tarea de un médico: “si usted me llama a las 7 am, 23 pm y hasta las 4 am yo también lo voy a atender. Si para la sociedad está ‘naturalizado’ que un médico haga guardias de 24/36/48/72 horas no debería sorprenderle que en una pandemia un diputado esté al teléfono 12 horas al día”. Por último, fulminó: “si yo puedo vivir con un sueldo de $ 40.000, la clase política lo puede lograr con una reducción del 25% de sus ingresos”.

Claramente, están los héroes y los que usan disfraz.

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