El encierro deja víctimas a merced de los violentos

El encierro deja víctimas a merced de los violentos

Entre los grandes inconvenientes generados por la medida más extrema adoptada para frenar la pandemia, el aislamiento obligatorio, hay uno que equivale casi a lo mismo que lo que se pretende evadir: la muerte. Nos referimos a la violencia doméstica -sea contra la mujer o contra un niño- siempre perpetrada por un abusador que busca a su víctima puertas adentro, en la imperceptibilidad de lo cotidiano. Y que ahora tiene, justificadamente, más horas para actuar a sus anchas.

Por muy extraordinarias y justificadas que sean las circunstancias que llevan al aislamiento, no significa que pueda ser beneficiosa en todos los casos. Al menos, habría que tomar medidas igualmente drásticas y extraordinarias para evitar una tragedia. Arbitrar los medios para crear un blindaje protector a la mujer en riesgo, al menos mientras dure la cuarentena, para dejar de propiciar las condiciones que puedan precipitar los ataques.

No es una alternativa que se nos ocurre de la nada. Que el aislamiento pueda activar la violencia en quienes están propensos a ejercerla es algo que ya advirtieron dos juezas de Familia de turno en este asueto obligado del Poder Judicial. Se trata de las doctoras Valeria Brand y Mariana Rey Galindo. Ellas dijeron que el confinamiento exacerba o precipita la violencia doméstica. “Sería dramático que, en el afán de detener la covid-19, haya femicidios”, reflexionaba la jueza Brand en LA GACETA del 22 de marzo.

La realidad le dio la razón 12 días después de esa declaración, exactamente el viernes 3 de este mes, cuando María Alejandra Sarmiento, de 22 años, madre de dos niños pequeños, era asesinada por su pareja, en Villa Mariano Moreno. Allí se había refugiado la joven, en la casa de su hermano, por las amenazas que recibía de su pareja. Él, que había sido denunciado más de una vez por violencia de género, se presentó en el domicilio donde estaban también los dos hijos de ambos, sacó a la mujer a la rastra a la calle y la apuñaló ante la vista de todos.

“Ella hizo todo lo que debía hacer. Tres veces fue a la Policía porque el desgraciado la amenazaba con matarla, y no hicieron nada. No fue a Tribunales por respetar la cuarentena”, relató su prima Beatriz Ramírez. ¿Por qué la Policía no actuó a tiempo? ¿Por qué no se pudo evitar esa muerte cuando ya se tenía conocimiento de que había un riesgo para esa persona? Como una ironía del destino las denuncias llegaron a la Fiscalía horas después de la muerte de María Alejandra.

“En tiempo de cuarentena la condición se vuelve mucho peor. El encierro incrementa la violencia instalada dentro de la familia o en la relación de pareja. Este hombre le había hablado para decirle que la iba a matar”, señalaba la psicóloga Vicky Disatnik.

Organizaciones locales como la Casa de las Mujeres “Norma Nassif”, a donde pertenece Disatnik, piden que se declare la emergencia en violencia de género en la provincia y también a nivel nacional. Esto permitiría destinar todos los recursos posibles para evitar la violencia contra la mujer. Y eso es justamente lo que se necesita, más que nada ahora, cuando la vigilancia de la cuarentena distrae casi la totalidad de los recursos. Como también crear más albergues para mujeres en riesgo, ya que solo hay uno debajo de las tribunas del viejo autódromo. Según las estadísticas, la mayoría de los femicidios se produce dentro del hogar de las propias víctimas. Hay que tomar medidas urgentes para salvarlas.

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