Historias “purpuradas” más allá del Atlántico

Historias “purpuradas” más allá del Atlántico

Barros Sosa, Medina y D’Amato llevaron el espíritu alegre de “Nales” a la península ibérica.

CORAZÓN “PURPURADO”. Oscar D’Amato “tucumanizó” el tercer tiempo en Calas da Rainha, donde vive junto a su familia.  CORAZÓN “PURPURADO”. Oscar D’Amato “tucumanizó” el tercer tiempo en Calas da Rainha, donde vive junto a su familia.
07 Abril 2020

“Porque siempre serás cardenal”. Donde sea que vayas. No importa si es al otro lado del mundo o si el color de la camiseta es distinto, el espíritu joven y festivo de Cardenales Rugby Club se imprime en tinta indeleble y te acompaña para siempre. Así lo aseguran muchos hijos del club, y así lo atestiguan algunas historias al otro lado del Atlántico, en la península ibérica, donde actualmente se encuentran desperdigados varios “purpurados”. Entre ellos, los siguientes:

Dúo dinámico

Un primer caso citable es el de Carlos Barros Sosa y Rubén Medina, dos fieles exponentes de ese espíritu alegre del club de Silvano Bores al 400. Hace ya casi dos años que partieron en busca de un nuevo rumbo, conformando sin quererlo un combo de exportación: a un equipo de Nueva Zelanda le pareció buena idea contar con dos amigos en la primera línea. Y así como llegaron juntos, se fueron juntos a España. Precisamente a Santander, en Cantabria, donde se encuentran actualmente, jugando para los “Bisontes” de Independiente Rugby Club. Bueno, lo de jugando es un decir: como en todo el mundo, el óvalo está guardado bajo llave hasta nuevo aviso debido al covid-19. “Logramos entrar a playoffs, pero justo se suspendió el torneo. Por suerte Cantabria es uno de los lugares de España que menos casos ha tenido. Si se propagara acá, sería grave porque la población es en su mayoría gente mayor. Si bien ya llevamos 20 días de aislamiento, tenemos que seguir hasta el 25 de abril por lo menos. Así que a ponerle huevo y corazón”, comenta Barros Sosa, que asume la voz porque Medina es hombre de pocas palabras.

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Aunque no están solos (con ellos viven el medio scrum del equipo y la novia de Carlos) con el correr de los días, se vuelve un reto encontrarle el agujero al mate en contexto de encierro.

“A veces llegan las tres de la tarde y ya no sabemos qué hacer, así que nos ponemos a seguir entrenando, un poco con rutinas que nos dan y otro poco inventando”, cuenta “Copy” Barros Sosa. De todos modos, el ritual festivo de los fines de semana los ayuda a mantener la cabeza sobre los hombros. “Nos entrenamos de lunes a sábado, pero el fin de semana cortamos la rutina comiendo, tomando y jugando juegos de mesa para distraernos un poco. Como ya de noche estamos medio chupetines, nos reímos mucho. Además, irnos a dormir un poco copeteados ayuda a sobrellevar la cuarentena. Todavía nos quedan tres semanas, falta mucho, así que hay que vivir el momento”, admite “Copy”. Un personaje.

Sello cardenalicio

En la tranquila ciudad de Caldas da Rainha, a 80 kilómetros de Lisboa (Portugal), Oscar D’Amato encontró su otro lugar en el mundo. Porque ya tenía uno: Cardenales, desde donde decidió partir hace dos años en busca de una experiencia profesional. No tardó en poner su sello cardenalicio en Caldas Rugby Club con tradiciones tucumanas. Por caso, aggiornando el tercer tiempo a la manera de barrio Sarmiento. “Después del partido se tomaban un par de cervezas y cada uno a su casa. O se juntaban a comer en un bar. No hacían vida de club. Por eso empecé a incentivar eso. Por ejemplo, les cocinaba después de algún entrenamiento. Y si no había partido, les hacía un asadito. Se volvieron locos con eso. También empecé a insistir con que había que invitar a los jugadores del equipo contrario, aunque sea un sándwich y una cerveza. Me costó un poco convencerlos, pero logré que entendieran que ese es el espíritu del rugby, que lo que pasa en la cancha queda en la cancha y que afuera somos todos iguales, que hay que compartir. Prendió muy bien la idea, al punto que en juveniles comenzaron a hacerlo también”, relata “Oky”.

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Mientras espera la reanudación de la actividad, el ex wing de “Nales” agradece estar junto a su mujer y su pequeña hija. “Solo no hubiera aguantado. Por suerte, acá la cuarentena no es tan restrictiva, así que puedo llevar a mi hija a que gaste un poco de energía andando en bici en el parque. De hecho, se puede salir a correr o a andar en bicicleta, pero solo. Pasa que la gente acá respeta mucho las reglas, entonces casi nadie sale y no hace falta que la Policía ande controlando. Me gusta este lugar y he decidido quedarme. Por supuesto, hay cosas que se extrañan. Sobre todo jugar con amigos. Acá también los he hecho, pero en Cardenales tengo amigos con los que me he criado. Y extraño estar con ellos, apoyarnos entre todos o reírnos si algunos se come algún golpe”.

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