Millones y gestos, propios y ajenos

Millones y gestos, propios y ajenos

Política o antipolítica. Aplausos o cacerolazos. Achique para empresarios o recorte salarial a funcionarios. En medio de la inédita pandemia que sacude al mundo, la dirigencia y la sociedad argentina se debaten otra vez en esa guerra de poca monta. Grieta, que le llaman, o la indomable necesidad criolla de dividir casi todo entre buenos y malos, con mezquindades y avivadas que llevan el sello del Viejo Vizcacha.

La catarata de gestos de “solidaridad” con dinero ajeno por parte de distintos organismos del Estado comenzó a dividir las aguas. Porque las “donaciones” de excedentes no son más que eso: devolución del dinero que pertenece a toda la sociedad. No había solidaridad verdadera, con lo propio, sino desprendimiento de lo que se “ahorra”. Entre paréntesis, ¿por qué sobra dinero en tantos presupuestos de tamaños organismos y poderes? ¿Se inflan presupuestos para que luego sobre? ¿O todos son magistrales administradores de lo público? El achique del gasto político en el Estado que se pide a gritos desde hace décadas queda en evidencia como posible ante las últimas muestras de solidaridad con las arcas públicas. ¿Será que sí puede hacerse?

Otro filón en el quiebre de la sociedad, que parecía unida ante la pandemia, fue la declaración del presidente, Alberto Fernández. “Ahora les toca a ustedes”, les dijo a los empresarios que según su entender deben “ganar menos” en vez de correr gente en medio de tamaña crisis. Apenas habló, salieron unos a apoyar y otros a defenestrar al jefe de Estado. Que está bien que se proteja a la población y que los empresarios cedan; que está mal porque muchos están fundidos, no ganando menos... Y aparecieron las cacerolas para terminar de ahondar la diáspora, que siempre comienza arriba y termina desparramándose hacia abajo. Porque fueron los propios factores de poder, de la política y de la empresa, los que le tiraron el pelo al león con el peligro que sabían que eso podía significar.

La política es importante y necesaria, no se puede prescindir de ella en la democracia, como se pide desde algunos sectores. Mucho menos aún del Estado, cuyo rol se reivindica -o debería- en tiempos como los que vivimos. Pero también es fundamental el papel de las empresas, pequeñas y grandes, como generadoras de puestos laborales y de riqueza. ¿Qué necesidad había de agitar ese falso axioma? ¿Los factores de poder no dimensionan la magnitud del desastre sanitario-económico-financiero? ¿O prevalece la necesidad de resguardar los intereses políticos y/o sectoriales?

Con la intención de contrarrestar el embate empresario, desde distintos sectores de la política se pidió que el esfuerzo lo hagan todos, o sea, los propios dirigentes con cargos electivos y funcionarios en general. Varias provincias y municipios salieron rápidamente a anunciar recortes salariales, inclusive Tucumán y el municipio de San Miguel de Tucumán, entre otros.

Un poco tarde, porque en este caso, el orden de los factores sí alteró el resultado: primero había que entregar lo propio y luego ofrecer lo ajeno. O pedir a otros que lo hagan. La tentación de conseguir algún rédito de popularidad con la acción de los gobiernos en medio de la pandemia podría ser un escupitajo al cielo. Un spot de Juan Manzur con tono de campaña, algunos recorridos de sus funcionarios con igual ton y son, y la actitud de uno que otro opositor, de aprovechar la crisis actual para plantarse como líderes del espacio más que como muestra de gesto de conciliación con sus adversarios políticos, son algunas muestras de bajezas innecesarias en estos tiempos. Como la soberbia de Ricardo Bussi, que en medio de la crisis que desató con su covid-19 positivo, y sus propios dichos de no saber con cuánta gente podría haber tratado, se dedica a echar culpas hacia afuera en vez de tomarse un sano silencio. La Justicia Federal avanza firme con una denuncia del abogado Emilio Mrad en su contra.

En la Legislatura sobrevuela además una duda: ¿se analizará a fondo el “caso Bussi”? ¿Se buscará saber si fue imprudente e irresponsable al ir a sesión si es que tenía síntomas de alguna enfermedad? ¿O prevalecerá la necesidad política de garantizar in eternum los ocho votos que posee en la Legislatura? Cuando todo pase, podría reaparecer la grieta entre Manzur y Osvaldo Jaldo y esas manos en alto podrían ser claves. Bajezas humanas, en las altas cumbres, en medio de la pandemia.

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