El homenaje de Juan Manzur a Carlos Páez de la Torre

Por Juan Manzur - Gobernador de Tucumán

La cultura de nuestra provincia ha debido lamentar en estos días la pérdida de uno de sus hombres más prestigiosos y representativos, el Dr. Carlos Páez de la Torre. En lo personal, ello ha significado la pérdida de un hombre de quien aprendí sobre hechos y figuras que jalonaron y definieron la historia tucumana y construyeron nuestra más profunda identidad provincial.

Cómo olvidar tantas largas conversaciones en las que Carlos describía, con ese lujo de detalles y anécdotas tan propios de él, y que siempre volvían a asombrarme, tantos momentos significativos de nuestro pasado. Aquellos momentos en los que nuestra provincia fue definiendo y configurando su modo mismo de ser y su fisonomía, su modo de relacionarse con el resto de sus hermanas argentinas y el mundo todo, y su recepción y cobijo a todos los tucumanos que, por naturaleza o por adopción, decidieron vivir en ella.

Carlos poseía ese don particular de revivir el talante tucumano a través de todos esos personajes y personalidades que, con puntualidad y sofisticación, conocía y gustaba recordar, en un homenaje permanente a sus vidas y sacrificios. A través de él, ellos parecían renacer y hablarnos de vuelta, hoy, una vez más. Por todo esto es que, cuando me tocó presidir el Ente del Bicentenario en la provincia, no dude ni un solo minuto en quien debía también conformarlo.

No era la primera vez que Carlos tenía una presencia en la gestión de la provincia. En numerosas ocasiones había servido a la vida cultural tucumana desde la función pública. Ahora, lo invitaba a ser parte de una celebración que para él, por toda su cercanía y pertenencia a la tradición histórica tucumana, era un sentido homenaje. Aunque más lo era, para nosotros, que la celebración del Bicentenario se engalanara con su presencia.

Mantuvimos reuniones, recorrimos museos, nos adentramos mucho más en la riqueza del momento que nos tocaba celebrar. Recuerdo en particular aquellas visitas al edificio de la Academia Nacional de la Historia, donde con tanto cariño y conocimiento me relataba y describía los avatares y detalles de la vieja sede del Congreso Nacional. Como era de esperarse, su contribución a la celebración del Bicentenario fue relevante y decisiva.

Sus ideas permearon el diseño de aquel año con sugerencias y contribuciones que permanecerán en el tiempo, como aquella propuesta de escribir la Colección de las Historias de Tucumán. Ese Tucumán al que amaba, servía y configuraba. Despido y saludo a Carlos. El ya es parte de aquel talante y tradición provincial que tan bien supo evocar y revivir. El ya es parte del Tucumán histórico que tanto nos ayudó a percibir, identificar y celebrar. Un abrazo grande.