Coronavirus: la abuela tucumana de 80 años que nunca pudo salir de España

Coronavirus: la abuela tucumana de 80 años que nunca pudo salir de España

Historias detrás del cierre de fronteras.

30 Marzo 2020

A Sofía Fernández Cosentino le pesa hacer pública la desventura que vive por estas horas en España. “Tuve que borrar la publicación que hice en Facebook porque leí muchos comentarios hirientes. Aun así, quiero compartir mi historia con los medios porque se desconoce el contexto y se juzga sin saber”, expone. Esta médica tucumana busca repercusión porque está varada en Madrid junto con su abuela de 80 años, una persona de riesgo. Es que ya agotaron todas las alternativas para volver al país y su desesperación crece por encontrarse en uno de los mayores focos de contagios del mundo.

El periplo comenzó el 2 de marzo, fecha en la que España registraba menos de 120 casos de coronavirus (el 90% eran importados), ningún deceso por la enfermedad y la vida aún transcurría con normalidad. Por aquel entonces, poco hacía imaginar que tan sólo tres semanas después el país ibérico registraría más de 70.000 casos y que sería la segunda nación del mundo con más fallecimientos, con cerca de 5.500.

El sueño de Nélida -doña Neli- Rodríguez, la abuela de Fernández Cosentino, era conocer dos destinos europeos: Roma y el santuario de la Virgen de Fátima, en Portugal. En diálogo con LA GACETA, la joven médica asegura que los ahorros de toda una vida fueron destinados a cumplir aquel anhelo. Ella era -y es- la encargada de acompañar y asistir profesionalmente a Neli, que mantiene un buen estado general de salud a pesar de ser diabética, tener su movilidad reducida y padecer un deterioro cognitivo leve.

Tras partir de Tucumán, el primer destino fue Barcelona. Allí reside la hermana de Neli, Ramona “Negra” Rodríguez, que a sus 86 años fue diagnosticada con cáncer de colon. “Las vacaciones comenzaron antes de que se declare la pandemia. Muchas personas me acusan de irresponsable por trasladar a una señora mayor, pero todo estaba planeado y ella se hizo los estudios médicos correspondientes antes de venir”, insiste Fernández Cosentino. Y agrega: “mi abuela quería visitar a su hermana y tomamos todas las medidas humanamente posibles para que ella pudiera hacer bien el viaje”.

Y de repente, todo se precipitó

La joven médica (su plan es ingresar en la residencia de Psiquiatría este año) envía a este diario una serie de audios para explicar su situación. Al fondo de algunos de ellos se escuchan una especie de sirenas. Ella y su abuela están en un departamento alquilado de emergencia en la capital española. Y ese riesgo -dicen- no estaba entre sus planes.

“Apenas partimos, cancelamos todo destino en Italia porque ahí ya la situación se veía muy mal. Estuvimos cuatro días en Barcelona, llegamos a ir dos noches a Fátima en Portugal y luego volvimos (a la capital catalana)”, relata Fernández Cosentino. Y continúa: “de repente, los casos se comenzaron a multiplicar en Madrid, así que permanecimos en Barcelona. Nuestro regreso al país estaba planeado para el 31 de marzo, pero ahí lo adelantamos por seguridad”.

El nuevo pasaje que Aerolíneas Argentinas les dio era para el 18 de marzo (España ya registraba más de 13.000 casos y 500 muertes por Covid-19), pero no pasó mucho tiempo hasta que el vuelo fue cancelado por los cierres de fronteras. “Y ahí comenzó la odisea: entre el consulado y la aerolínea se pasaban responsabilidades. Nadie tenía una respuesta certera”, denuncia la joven médica.

Ella y Neli no pudieron partir en los vuelos especiales del 19, 22 y 23 de marzo que, en teoría, priorizaban a los grupos de riesgo. “Ya regía el estado de alarma, así que no salíamos de la casa de Barcelona. Sólo decidimos ir a Madrid (todos los vuelos con destino a Argentina parten de allí) cuando Aerolíneas Argentinas nos reprogramó el regreso para el 23 de marzo. Llamé para asegurarme de que fuera así para trasladar a mi abuela y salimos”, cuenta.

Un vuelo que no debía estar completo

La certeza que Fernández Consentino había buscado para viajar con seguridad de Barcelona a Madrid fue en vano: al llegar al aeropuerto de la capital española, las autoridades le informaron que el vuelo estaba completo. “Estaba con mi abuela en silla de ruedas. Nos dijeron que era un error e irresponsabilidad de Aerolíneas hacernos ir en esas condiciones. Fue tremenda la situación de estar varadas sin saber dónde pasaríamos la noche”, recuerda con tristeza.

Desde entonces, la joven de 26 años y su abuela permanecen en un departamento que alquilan en Madrid. “Desde el consulado dicen que la situación les excede. Lo que sí tengo es la seguridad de que hubo mucha gente joven que se volvió en los vuelos especiales habiendo comprado los pasajes en el momento. No entiendo que no se haya priorizado a una señora mayor con todos sus riesgos. Nos dejaron varadas y buscamos todas las alternativas”, manifiesta con la voz quebrada.

“Ahora apelo a los medios porque no tengo respuestas. Lo único que ofreció el consulado fue una ayuda con las recetas de los medicamentos para mi abuela y la búsqueda de un alojamiento más económico. Pero todo sale de nuestro bolsillo”, aclara Fernández Cosentino, que reitera que nunca pretendió que el Estado le pagara los pasajes de regreso, y que además -asevera- eso no sucede.

La joven y su abuela ahora permanecen “presas” en la capital española. Aún no existe una fecha de regreso que puedan avizorar y aseguran que no podrán mantenerse en esas condiciones por mucho más tiempo. “Estamos aisladas, Argentina nos cerró las fronteras y estamos en un foco de la pandemia”, evidencia la joven médica. Hace más de 10 días intentaron volver, pero nunca pudieron. Y ya no hay vuelos.

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