Cinco cóndores intoxicados hacen una cuarentena en los Valles

Cinco cóndores intoxicados hacen una cuarentena en los Valles

Los buitres habrían ingerido un cebo envenenado y fueron rescatados en estado calamitoso. Otros cinco ya volaron y un ejemplar murió.

AISLADOS Y EN RECUPERACIÓN. Aspecto de algunos de los cóndores rescatados e “internados” en Tafí.  AISLADOS Y EN RECUPERACIÓN. Aspecto de algunos de los cóndores rescatados e “internados” en Tafí.

Ni los cóndores están exentos de la cuarentena general. Cinco de estas aves señoriales en peligro de extinción permanecen refugiadas en el Valle de Tafí, tres con suero y todas con controles sanitarios. Los Vultur gryphus (nombre científico) llegaron hechos polvo: apenas podían moverse y respirar. El último parte oficial indica que, gracias a la asistencia prodigada a partir de una coordinación de acciones sin precedentes, la mayoría se levantó y empezó a moverse: sólo uno seguía postrado este miércoles. En cuanto puedan desplegar las alas y batirlas, los cóndores serán enviados a su domicilio, los cielos de los Andes.

La ingesta de un cebo contaminado habría intoxicado a esta fauna silvestre. Es la hipótesis que barajan quienes participaron en una operación de rescate llevada adelante en medio de las restricciones de circulación impuestas por el coronavirus Covid-19. El envenenamiento se cobró un cóndor: el animal muerto recibió sepultura el martes. Si bien identificaron 11 aves dañadas -cinco lograron volar sin ayuda-, los organismos involucrados en la preservación de esta especie con connotaciones sagradas para las comunidades indígenas calculan que podría haber más víctimas. “Es un daño enorme para una población que está diezmada en toda la región”, evaluó Liliana Fortini, directora de Flora, Fauna Silvestre y Suelos de la Provincia.

REUNIÓN. Miembros de distintas organizaciones coordinan el trabajo.  REUNIÓN. Miembros de distintas organizaciones coordinan el trabajo.

Los cóndores son animales carroñeros: no atacan para comer, sino que se alimentan de las presas muertas. Fortini y los técnicos sospechan que en la zona de los Valles envenenaron una “carnada” con el fin de contrarrestar a los zorros y a los pumas que amenazan al ganado, y que los buitres gigantes sufrieron los efectos colaterales. “Se trata de una práctica indiscriminada para controlar a los carnívoros que atenta contra todas las formas de vida. El cóndor andino es una de las especies más damnificadas por estos cebos tóxicos”, indicó la Dirección de Fortini en un comunicado. Un equipo de Flora y Fauna -incluida su responsable- subió ayer a Tafí para, junto a la Policía y otras organizaciones, labrar las actas e instar la investigación -incluso formarían una causa penal-, además de “visitar” a los cóndores enfermos. “Tenemos que encontrar el foco de la intoxicación para detener el ataque”, manifestó la directora.

Ovillos emplumados

Las filmaciones del rescate muestran a los cóndores derrumbados y convertidos en un ovillo de plumas. En las antípodas de la rapacidad que caracteriza a su naturaleza, las aves aparecen agitadas y totalmente entregadas, en un estado de vulnerabilidad mayúsculo. En esas condiciones críticas, ingresaron al “hospital” improvisado en una dependencia pública. Las autoridades del Estado mantienen en reserva la ubicación exacta del espacio para impedir la aglomeración de curiosos, y otorgar a los animales enfermos la tranquilidad y el silencio que su recuperación precisa.

BUITRE VULNERABLE. Una de las víctimas de la intoxicación. BUITRE VULNERABLE. Una de las víctimas de la intoxicación.

El cóndor andino es el ave voladora más grande del mundo: mide 120 centímetros de altura y presenta tres metros de envergadura alar. Llega a pesar 12 kilos, según la información disponible en el sitio del Plan Integral de Conservación del Cóndor Andino (bioandina.org.ar). Puede vivir hasta 70 años y es monógamo -escoge una pareja y permanece con ella para siempre-: su tasa reproductiva baja explica por qué el aumento de la mortalidad plantea un riesgo serio para la subsistencia de la especie.

Los cóndores que habitan en las montañas tafinistas se salvaron gracias a la reacción de los lugareños, productores e integrantes de las comunidades indígenas; de Defensa Civil; de los bomberos; de la Policía; de la Reserva Experimental de Horco Molle y de la veterinaria local Marisol Chirino. Casi todas las interacciones entre estos actores ocurrieron por videollamada. También intervinieron miembros del programa de Conservación del Cóndor Andino, y representantes del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación se interiorizaron acerca del suceso. Integrantes de distintas organizaciones mantuvieron ayer una reunión de trabajo al aire libre, con barbijos y con el distanciamiento social requerido para prevenir el coronavirus. Mientras policías, bomberos y agentes de otras reparticiones recorrían los cerros en la búsqueda de aves caídas y del foco del envenenamiento, Fortini y otros colaboradores acondicionaron el refugio, y tomaron muestras para el examen toxicológico de las aves.

“Sin tener recursos y aislados, hemos podido organizar el salvamento. Es una experiencia de cooperación única por las restricciones de la cuarentena”, evaluó Fortini, quien pertenece a la Secretaría de Desarrollo Productivo y al Ministerio a cargo respectivamente de Juan Blasco y de Luis Fernández. La funcionaria incitó a los vecinos a permanecer en sus hogares y a comunicarse con el número 113 de Defensa Civil en el caso de avistar un cóndor debilitado. Ese aviso constituye un gesto de sensibilidad humana suprema hacia un sector del reino natural que lleva décadas en estado de emergencia.

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