“Mucha gente vive el hambre como un peligro más inminente que el virus”

“Mucha gente vive el hambre como un peligro más inminente que el virus”

El psiquiatra Ángel Uslenghi analiza la psicosociología de la epidemia.

“La muerte -enseña el psiquiatra Ángel Uslenghi- es una realidad cotidiana para todos. Lo que ocurre es que es una realidad negada”. Como jefe de la cátedra de Salud Mental II de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) y especialista en salud pública, Uslenghi observa con preocupación algunas neurosis sociales que han salido a la luz desde que comenzó el aislamiento social preventivo y obligatorio. Piensa que lo que él llama angustia de muerte no se limita, como en el primer mundo, al temor a la neumonía por coronavirus, sino que se extiende a la vivencia de la fragilidad socioeconómica del país.

-¿Qué efectos psicosociales puede tener esta cuarentena?

-Hay algunas cuestiones que ya se ven: el Estado está tratando de controlar la conducta de la sociedad, que a su vez reacciona según las capacidades de reflexión personal y generacional. Lo primero que hemos visto es el miedo a no encontrar comida. Si la gente, por la historia social reciente, tiene ese temor, sucede la aglomeración en los supermercados que ocurrió el primer día de cuarentena. Hay mucha gente que vive el hambre como un peligro más inminente que el virus.

-¿Qué consecuencias puede tener esa vivencia para la lucha contra la enfermedad?

-Primero, que a la hora de dar contención institucional no se entienda que esta no es una cuestión de clase baja, media o alta, sino de más o menos miedo ante un objeto invisible que no distingue clases sociales. En consecuencia, creo que si bien es cierto que primero se trata de cuidar el aspecto biológico de la vida, porque lo que más se teme es su pérdida, también hay que atender lo psicosocial, porque cuantas más personas no cumplan el aislamiento, más enfermos y muertos va a haber. Lo están haciendo a través de límites, reglas y detenciones, pero al final va a depender de la capacidad del sistema de salud para reaccionar. Influirá de manera decisiva en la tranquilidad psíquica de la gente.

-Desde el punto de vista psicosocial, ¿hubo alguna situación similar en la historia?

-Hoy les he dicho a mis hijas: esta situación me hace acordar a los reportes de la Guerra de Malvinas, al triunfalismo de esos días. Prendías la radio o la tele y escuchabas: “Destruimos un barco inglés”, o “Les hemos bajado dos aviones”. Y ahora, con las redes sociales, se ha amplificado. Muchos buscan una figura paternal en el presidente. Esto sucede porque no hay un discurso uniforme, porque la gente cree que puede salir a la calle pero no sabe qué recursos tiene el sistema sanitario, cuántos respiradores hay.

-¿La epidemia es asimilable a una guerra?

-Es una crisis distinta. En una guerra, estás en un sótano o una trinchera, sentís los aviones, escuchás las alarmas y de pronto cae una bomba y se acabó. Es cierto: te puede caer la bomba, pero al menos sabés de dónde va a venir. Ahora, en cambio, basta una mano que se lleva a la cara, un estornudo, uno fruta mal lavada... No sabés de dónde vino, no te das cuenta hasta que no podés respirar. Por eso pienso que este es un momento que hay que atender con un enfoque médico integral, que tenga en cuenta lo psíquico y social. Porque tiene los aspectos de un cataclismo: puede quitar la vida, pero antes produce fobia, paranoia, depresión. Y requiere tanto contención institucional como estrechar los lazos comunitarios.

-¿La generación más joven está preparada para esto?

-Si uno va a Sarajevo en este momento, los jóvenes quizá estén mucho más preparados psíquicamente: todos tienen la foto de un padre o un hermano que murió en la guerra y no está enterrado en ningún cementerio. Es evidente que eso influye. Pero también creo que esta es una oportunidad histórica para que las nuevas generaciones, y la sociedad en general, crezcan y desarrollen mejores conductas. Ojalá podamos pasar la crisis y después salir de ella con una organización social más sana.

La opinión pública ante la covid-19


1 ¿De dónde obtiene la gente información sobre el virus?

Según una encuesta a 10.000 personas de 10 países de la consultora Edelman, la mayoría considera que su empleador es la fuente de información más confiable sobre la covid-19, por encima del Gobierno y los medios.

2 ¿El público está preocupado por la información falsa?

El 74 % de los encuestados le tiene temor a la difusión de noticias falsas. Aun así, confían más en los periódicos que en la OMS. La mayoría considera que las redes sociales no son fuentes confiables.

3 ¿Hay interés en lo que hacen y dicen los políticos?

El 85 % de las personas consultadas está más interesada en la palabra de médicos y científicos que en la de los funcionarios. Los ejecutivos de las empresas parecen fuentes más confiables que el Gobierno.

4 ¿Con cuánta frecuencia se busca información?

El 33 % dice que revisa los periódicos y otras fuentes varias veces por día. El 63 % quiere actualizaciones diarias de sus empleadores. La gente consulta con más frecuencia lo que pasa en Italia, que ha tenido el brote más importante.

5 ¿Qué sector económico está mejor preparado?

En ocho de los 10 países de la encuesta, se considera que las empresas están mejor preparadas que el sector público para enfrentar el virus. El 62 % confía en su empleador para responder de manera efectiva y responsable.

6 ¿El Gobierno puede afrontar los efectos recesivos?

El 78 % espera que las empresas actúan para proteger a los empleados y la comunidad. El 45 % confía en un esfuerzo comercial-gubernamental combinado, frente al 20 % que confía en el Gobierno por sí solo.

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