El trabajo femenino, fundamental en el campo

El trabajo femenino, fundamental en el campo

Desde hace mucho tiempo se consideró al campo como un ámbito rudo, más propio del hombre. Pero con el correr de los años esta concepción fue cambiando; y actualmente se admite que muchas actividades rurales no existirían sin la presencia de la mujer en un rol protagónico. Aunque resta camino por recorrer, en pos de la igualdad, muchas empresas van hacia ese fin.

El pasado domingo 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La fecha recuerda la lucha de la mujer por su participación dentro de la sociedad, en pie de su emancipación y de su desarrollo íntegro como persona. El día fue institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975.

En las actividades rurales alrededor del globo, la mujer desempeña un gran papel. Sobran ejemplos en el mundo; y también podemos encontrarlos en nuestra región y en Tucumán, donde la diversidad productiva y la necesidad de cubrir diferentes puestos de trabajos son muy grandes. En muchos de estos el rol de la mujer no sólo resulta importante, sino que en muchas ocasiones se torna indispensable.

En el campo se llevan a cabo muchas actividades, que requieren el trabajo contante de empresarios, de técnicos, de profesionales de diversa índole, de investigadores, de cosecheros, de maquinistas, de tractoristas, y de operarios varios, entre otros. Día a día, todos ellos realizan una gran labor para que los bienes del campo salgan y sean comercializados y consumidos en muchos mercados nacionales e internacionales. Esto, a su ver, permite que las riquezas del campo sean, finalmente, distribuidas en todas los ámbitos y en beneficio de la sociedad en su conjunto. A esto se suman otras actividades relacionadas al campo -comerciales, industriales, gremiales, sociales y de medios de comunicación-, que tienen gran importancia en el desarrollo agropecuario.

Estos ejemplos nos permiten visualizar la importancia del trabajo que realiza el ser humano, hombre y mujer, en las actividades agropecuarias y agroindustriales de un país, de una región o de una provincia. Pero hoy dedicamos este espacio a la real importancia del trabajo de la mujer en las actividades productivas.

El trabajo rural, desde hace mucho tiempo, está visto como un trabajo duro y sacrificado. Precisamente debido a ello se consideraba que el hombre era el pilar del desarrollo de esta actividad. Pero con el correr de los años esa concepción fue cambiando. Y hoy resulta manifiesta la necesidad de contar con una mujer al frente de ciertas actividades para que estas prosperen y las cosas salgan como debe ser.

En la literatura rural siempre se dice que un desarrollo agrícola y rural equitativo, eficaz y sostenible no se consigue sin el reconocimiento expreso de la enorme aportación de la mujer del campo a la producción alimentaria y agrícola, y de su función crucial para determinar y para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de todo el hogar.

En todo momento resulta importante valorizar el papel de la mujer en las explotaciones agrícolas, y en el mundo rural en general. Hoy el universo del trabajo exige -y está bien que así sea- que se garantice la igualdad entre hombres y mujeres. Se trata de uno de los principios fundamentales de cualquier país del mundo moderno.

Las mujeres siempre han estado presentes en el campo, aunque no se las haya tenido tan en cuenta cómo en la actualidad. En realidad, algunas actividades productivas en la a agricultura moderna no existirían sin la presencia y el trabajo de las mujeres. Si bien sus tareas suelen tener carácter complementario, su presencia y su labor sirven para consolidar el tejido social que sostiene a su familia y a la explotación.

La mujer realiza múltiples actividades relacionadas, en forma directa o indirecta, a los trabajos agropecuarios. Tantas, que enumerarlas resultaría muy extenso. Entre otros, actúan como profesionales, como cosecheras, como embaladoras, como laboratoristas, como tractoristas, como administrativas, como personal de seguridad.

Sin embargo, aún existe una división de roles. Se les asigna a las mujeres el cuidado de la casa, de la salud, de la educación y de sus familias. A los hombres, por el contrario, se les confiere el manejo de la tierra y de la maquinaria; en definitiva, de la parte técnica de la agricultura.

Más allá de esto, en las actividades rurales -y en todas las actividades laborales del mundo- todavía queda mucho por hacer. Resta mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad de oportunidades.

Pero lo que no admite discusión es que el rol de la mujer en muchísimas labores y actividades rurales resulta fundamental e indispensable para que se alcance el éxito productivo buscado. Por suerte, muchas empresas lo tienen bien en claro.

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