San Martín: pocas luces

San Martín: pocas luces

San Martín mostró una de sus peores caras en el torneo y dejó escapar un largo invicto.

EL MEJOR. Juan Imbert entró muy bien en el inicio del complemento e intentó contagiar sus ganas al resto del equipo. Tuvo tres chances claras, pero no estuvo del todo fino en la definición. EL MEJOR. Juan Imbert entró muy bien en el inicio del complemento e intentó contagiar sus ganas al resto del equipo. Tuvo tres chances claras, pero no estuvo del todo fino en la definición. LA GACETA / DIEGO ARÁOZ

Anoche en La Ciudadela, un problema eléctrico dejó a la torre de iluminación central ubicada sobre calle Pellegrini funcionando por debajo del 30% de su capacidad. Antes de que el partido comenzara, cuando los focos comenzaron a encenderse, en ese sector sólo se prendieron cuatro reflectores. En la zona de pupitres, muchos dudaban si el partido podía llegar a correr peligro.

Lo cierto es que las otras cinco torres hicieron su trabajo y ayudaron a su compañera averiada. Faltó un poco del luz, es cierto, pero el juego pudo completarse sin ningún tipo de problemas.

Así como esa torre central, San Martín tuvo una tarde noche con pocas luces y el 0-1 ante Chacarita, la definitiva “sombra negra” a la que sigue sin poder superar, es un golpe indeseado para los dirigidos por Favio Orsi y Sergio Gómez. Una luz de alerta que no deben dejar pasar por alto en La Ciudadela si es que quieren terminar la temporada regular siendo el mejor equipo de la zona B.

El cabezazo en el palo de Mauro Bellone, en el inicio del juego, fue una mala señal; una clara muestra de que no iba a ser el juego ideal para el “Santo”.

El volante apareció sin marcas casi en el borde del área chica, pero su testazo dio en la base del palo izquierdo de un Emanuel Trípodi que sólo atinó a ser espectador privilegiado del desenlace de la jugada. Pero así como parecía que el dueño de casa iba a ser una tromba, esa jugada fue la única aproximación seria que tuvo durante la primera mitad.

Chacarita propuso un juego “sucio”, áspero, trabado y San Martín cayó en la trampa; por estaba claro que al local no le convenía dividir la pelota. Para colmo, algo raro en un equipo que se destacó también por ser solidario y porque cuando una pieza funcionaba mal había otra que la reemplazaba, todo el mediocampo estuvo errático en la pesada tarde tucumana.

Salvo Claudio Mosca, que aportó algunas pinceladas esporádicas de fútbol, el resto se mostró peleado con el balón. No hubo juego lúcido y así, el goleador Luciano Pons quedó a kilómetros de distancia del resto de un equipo que para colmo se fue apagando con el correr de los minutos.

Hubo un par de llegadas antes de que Carlos Córdoba mandara a los jugadores a descansar, pero nada relevante. Parecía cantado que no era el día para que San Martín quebrara la marca nefasta contra el “Funebrero”.

Y así cuando la mano viene cruzada es difícil ganar una partida de Truco, en el fútbol cuando las cosas no salen lo psicológico también comienza a afectar el rendimiento futbolístico.

Con Juan Imbert en cancha, en lugar de Bellone, la dupla intentó encontrar el fútbol que estaba faltando. El ex Quilmes entró con muchas ganas y tuvo tres chances casi seguidas, todas de cabeza. Pero no era el día “santo” ni tampoco del volante.

Primero su cabezazo salió justo al lugar donde estaba parado Trípodi; luego saltó antes y tras su frentazo la bola picó el suelo y se estrelló en el travesaño antes de salir desviada. Y por último apareció solo, pero llegó con lo justo y solo alcanzó a desviar la pelota, con tanta mala fortuna que le sacó el gol a Pons que estaba listo para sentenciar los sueños visitantes.

Y como la pelota no entraba, Chacarita se agrandó. Intentó manejar los tiempos del juego y llenar de nerviosismo a un San Martín que entró en la desesperación, algo a lo que tampoco no estaba acostumbrado. Tan es así, que Juan Mercier (raro en él) erró un pase fácil que generó el “jugadón” personal de Gonzalo Groba, que terminó con el gol de Adrián Torres. Ese gol que cortó el invicto de 17 fechas, que causó una derrota de local tras 357 días y que debe ser un llamado de atención.

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