Cómo comenzó la tradición constitucional de la apertura de sesiones ordinarias

Cómo comenzó la tradición constitucional de la apertura de sesiones ordinarias

La ceremonia de apertura del 138° periodo de sesiones ordinarias del Congreso se desarrollará este domingo a partir de las 11.30.

Foto de Archivo. Foto de Archivo.
29 Febrero 2020

La apertura de sesiones ordinarias se hace en el marco de una Asamblea Legislativa en la Cámara de Diputados. La primera fue realizada el 25 de mayo de 1862 liderada por el entonces presidente Bartolomé Mitre en la que era la sede del Congreso de la Nación, ubicada en la Manzana de las Luces, en el casco histórico de la ciudad de Buenos Aires.

¿Cuándo?

Hasta la reforma constitucional de 1994, las sesiones ordinarias comenzaban el 1 de mayo, por eso el discurso de apertura del presidente solía realizarse cerca del 25 de Mayo.

¿Para qué?

La alocución del titular del Ejecutivo Nacional delante de las dos cámaras e incluso su contenido están previstos en la Constitución Nacional. El artículo 99 inciso 8 incluye dentro de las atribuciones del presidente: “hace anualmente la apertura de las sesiones del Congreso, reunidas al efecto ambas Cámaras, dando cuenta en esta ocasión del estado de la Nación, de las reformas prometidas por la Constitución, y recomendando a su consideración las medidas que juzgue necesarias y convenientes”.

En principio, el presidente hablaba muy brevemente y cedía la palabra al vicepresidente que declaraba abiertas las sesiones. El primer presidente en leer un discurso fue Domingo Faustino Sarmiento al inaugurar el octavo periodo, el 5 de mayo de 1869.

Las excepciones

De todos modos, desde 1862, no siempre se cumplió con el trámite. Ya en 1866 el mismo Bartolomé Mitre se disculpó con la Asamblea Legislativa porque estaba comandando las tropas Argentinas en la Guerra del Paraguay. También en 1914, 1917, 1918, 1919, 1920, 1921, 1922, 1929, 1939, 1941, 1942 los presidentes faltaron a la cita por diversas razones de salud o ninguna que hayan manifestado. En algún caso mandaron un discurso para ser leído, pero en varias de esas ocasiones la Asamblea resolvió prescindir de la lectura del mensaje.

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