Descontrol alrededor de los estadios de fútbol

Descontrol alrededor de los estadios de fútbol

28 Febrero 2020

El problema no es nuevo. Pero parece agravarse a medida que pasa el tiempo y ya alcanza, por ocasiones, niveles dramáticos para los vecinos.

Con los sucesivos ascensos de los equipos de fútbol de Atlético Tucumán y de San Martín de Tucumán a los campeonatos de primera división y la ampliación progresiva de ambos estadios a lo largo de los años, el flujo de público hacia estos escenarios también se fue incrementando de manera significativa.

No es ninguna novedad que los dos campos deportivos más populosos de Tucumán están emplazados en lugares inapropiados, sin accesos peatonales y vehiculares amplios, rápidos y seguros y sin cocheras de estacionamiento como exigen las normas deportivas internacionales. Pero si a estas condiciones naturales adversas, de casi imposible solución, salvo el traslado de los estadios, se le suman el accionar descontrolado de las barras bravas, el vandalismo, la violencia, la inseguridad, la inmundicia y la apropiación ilegal y con prepotencia de la vía pública, entonces la situación ya se torna insostenible.

Son miles y miles los vecinos que sufren estas consecuencias cada vez que se juega un partido en los estadios Monumental José Fierro y La Ciudadela. Numerosas personas se ven imposibilitadas de ingresar o salir de sus hogares porque las hinchadas cortan calles, además del vallado de seguridad propio que rodea a los escenarios, a veces durante varias horas antes y después de los encuentros.

Es llamativa la ausencia policial en los sectores donde se reúnen los grupos, lo mismo que la venta de alcohol descontrolada en los alrededores de ambos estadios. Venta de drogas, de entradas, vandalismo, robos, apropiación del estacionamiento callejero y el uso de la calle como baños públicos son moneda corriente en cada espectáculo.

El descontrol se inicia a veces varias horas antes de cada partido y luego se extiende incluso hasta el día siguiente, con música a todo volumen. Después de los encuentros la situación es más grave, ya que la escasa policía se retira de los barrios, tanto de La Ciudadela como de Villa 9 de Julio, y quedan grupos de hinchas alcoholizados adueñados de la vía pública y de todo lo que por ella transcurra.

Tras el paso de la turba sólo queda mugre, paredes pintadas, vehículos y casas violentadas, carteles y plantas rotas. Calles y veredas orinadas y defecadas, atestadas de latas, botellas y cajas de cartón.

Se trata de un grave problema social que le atañe a distintos sectores, no sólo a los clubes deportivos, sino también a la provincia, principalmente, y al municipio de la capital. Las autoridades deberían extender la seguridad alrededor de los estadios, ampliar la cobertura, hacer cumplir la ley que prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, restringir su venta en las proximidades de las canchas (en Buenos Aires está prohibido vender alcohol a 500 metros de un campo de juego) y disolver los grupos que permanecen bebiendo en esas zonas durante horas.

Es tiempo de ponerle punto final a una situación que se agrava cada año y tiene de rehenes a miles y miles de tucumanos que padecen los excesos y los daños de unos pocos.

Las autoridades de la provincia, del municipio y de los clubes deben hacerse cargo de forma urgente.

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