La solidaridad, el coraje y la resiliencia

La solidaridad, el coraje y la resiliencia

Nat Geo estrenó “The cave”, de Feras Fayyad, favorito al premio de la Academia de Hollywood.

TAREA DURÍSIMA. La tensión extrema es permanente en “The cave”. TAREA DURÍSIMA. La tensión extrema es permanente en “The cave”.

La doctora Amani Ballour tiene 30 años, pero parece más joven toda cubierta con su hijab, como toda mujer musulmana. Supermujer, se diría, en la mirada de Feras Fayyad, director de “The cave” (“La cueva”), el documental que la señal Nat Geo estrenó el lunes, nominado al Oscar (ver texto destacado).

Como todo pediatra, la doctora se ocupa de los niños, pero en condiciones extremas. El lugar es Guta, un pueblo situado a las afueras de Damasco.

La situación es la guerra civil en Siria (desde 2011). A nivel de tierra hay una ciudad en ruinas, tal la triste imagen con que el mundo la conoció. En el cielo sólo están los cazas rusos, en temibles vuelos rasantes. No solo asedian los bombardeos aéreos sino también los de lanzamisiles y de armas químicas que el régimen de Bashar al-Ásad lanza sobre la población inerme.

Bajo los escombros, una parte en construcción se ha transformado en unas cuevas subterráneas donde funciona -como puede- un hospital. En ese postapocalipsis transcurren los días de la doctora Amani y de sus colegas. Es una instalación sanitaria precaria y con los mínimos elementos. Allí intentan salvar la vida de los -en su mayoría- niños pequeños que llegan confundidos y aterrados, en estado crítico, heridos con esquirlas o intoxicados con gas sarín.

Hay momentos en que la doctora Amani maldice o narra en off, y con ello aumenta el drama.

Las imágenes no pueden ser menos que tremendas y están al límite de lo tolerable, pero no llegan al gore.

Sin embargo, el nudo en la garganta del espectador no lo provoca la sangre expuesta sino los llantos, los quejidos de dolor y más aun el primer plano de una carita que no llega a los tres años cubierta de polvo. La música acompaña y se pone excesiva hacia el final; demasiado con lo que se ve. Otro frente de resistencia de la doctora Amani es la hostilidad de la cultura musulmana, patriarcal y conservadora, que no acepta su trabajo como médica y mucho menos como directora del hospital.

Los colegas no le van en zaga en la voluntad de ayudar más allá de las posibilidades físicas, psíquicas y ambientales. Está el cirujano Salim, fundador de la cueva, que pone música clásica del celular en el quirófano (“así las cosas son más fáciles”, dice). Samahar es la siempre sonriente enfermera que además se encarga del modestísmo catering para el personal, y hace maravillas con arroz, margarina y unos condimentos.

Desde el exilio

El cineasta Fayyad vive en Copenhague, Dinamarca, exiliado por razones políticas. Desde allí dirigió “The cave”, con los registros enviados por tres camarógrafos sirios que siguieron día y noche a Amani. A distancia y en esas condiciones, la crudeza impiadosa de la guerra se vivencia como en vivo y en directo, a lo largo de 107 minutos, en una unidad de tono y de lenguaje.

No fue intención de esta crónica spoilear; no hay palabras que contengan tanto horror y tanta impotencia. Las imágenes de “The cave” prueban, una vez más, que la realidad siempre puede ser más cruel y menos humana que la ficción.

Camino al Oscar               

El director, guionista y montador sirio Feras Fayyad ya fue nominado al Oscar a mejor documental en 2017 por “Last men in Aleppo”. “The cave” llega a los Oscar 2020 como favorita en la misma categoría. NatGeo ya lo ganó en 2019 con “Free Solo”. Esta vez competirá con dos filmes que están en Netflix: “Al filo de la democracia”, sobre la política brasileña tras el impeachment a Dilma Rousseff, y “American Factory”, primera producción de Barack y Michelle Obama. Otras nominadas son “For Sama”, también sobre la guerra en Siria, y “Honeyland”, historia de la última cuidadora de abejas de Macedonia del Norte, que a la vez disputará como mejor película extranjera contra “Parasite” y “Dolor y gloria”.

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