Juan, en una noche de confesiones para calmar ansiedades

Juan, en una noche de confesiones para calmar ansiedades

Los comensales coincidieron en que la convocatoria era necesaria, que había señales contradictorias y mensajes confusos, y que los dirigentes estaban inquietos ante tanta incertidumbre. Por eso, los elogios que intercambiaron en la noche del jueves Juan Manzur y Osvaldo Jaldo sirvieron para apaciguar los ánimos y calmar los nervios de un peronismo tucumano extrañamente crispado.

Diciembre y enero fueron meses marcados por la impaciencia. El arribo de Alberto Fernández a la Casa Rosada y su buena relación con el gobernador pusieron ansiosos a los justicialistas locales. El estado de desesperación de entrecasa se alimentó a base de nombres de posibles tucumanos para cargos nacionales que finalmente se cayeron, y recursos que llegarían a los pocos días del recambio institucional y que tardaron más de la cuenta. En el medio, la tensión prematura entre Manzur y Jaldo por 2023 avivó aún más la excitación, cuyo pico se dio con la decisión, a las apuradas, de suspender el pago de la cláusula gatillo para los trabajadores estatales.

Hora de aguantar

En su casa, y ante unos 50 testigos, Manzur se sinceró. Su compañero de fórmula, diputados, ministros, secretarios, legisladores y concejales escucharon de su boca un diagnóstico complicado de la situación provincial. El gobernador precisó que las finanzas tambalean, que la ya extinta cláusula gatillo y la baja en la recaudación llevaron al Estado a arrastrar un déficit de $ 1.000 millones mensuales. También pidió paciencia y unidad. “Hay que aguantar tres o cuatro meses hasta que esto arranque”, pronosticó, aunque con otras palabras, el titular del Poder Ejecutivo.

El plazo lanzado por el mandatario no es caprichoso. Guarda relación con los tiempos que -se estima- demandará al Gobierno nacional acordar la renegociación de la deuda con los acreedores. Y también obedece a que su regreso de las vacaciones, Manzur se dedicó a golpear puertas en Buenos Aires.

Se reunió con Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados; y con dos ministros: Gabriel Katopodis, de Obras Públicas; y Eduardo “Wado” de Pedro, de Interior. Del encuentro con el ex intendente de San Martín sí se difundieron imágenes y comunicados de prensa; del cónclave con el referente de La Cámpora, no. Y otra diferencia: a la primera cumbre asistió con un pelotón de funcionarios; a la segunda, en soledad. Manzur es consciente de que todos los problemas que arrastra desde que inició su nuevo mandato se solucionan con plata. Y, en ese sentido, regresó con una valija cargada de expectativas.

Números en el aire

Hay una carpeta de proyectos casi acordados con la Nación, e incluso una visita de Katopodis pautada de manera informal para este mes.

La iniciativa más potable es el comienzo de obras de pavimentación en 500 cuadras de la provincia, en una gestión iniciada por el titular del Ente de Infraestructura Comunitaria, Christian Rodríguez, ante el cordobés Martín Gil, secretario de Obras Públicas nacional. También hay proyectos a la espera de financiamiento del Consejo Federal de Inversiones por unos $ 1.500 millones para mejorar los accesos a San Miguel de Tucumán.

Pero, en lo inmediato, la llegada de fondos provendrá de los planes contra el hambre, de los subsidios para el funcionamiento del transporte público y del programa Argentina Hace, destinado a reactivar pequeñas obras en manos de cooperativas. En el caso de los aportes al servicio de ómnibus, la expectativa oficial es que la Provincia deje de “poner” unos $ 80 millones al mes (a partir del aumento de los subsidios nacionales). En paralelo, con las tarjetas Alimentar, habrá una inyección al consumo de $ 350 millones mensuales en un segmento de la población sumamente castigado. En la misma cena, el propio Manzur les pidió a los dirigentes prestar mucha atención para que las 70.000 tarjetas lleguen a quienes realmente las necesitan. De paso, les sugirió dejar de lado las rencillas barriales y territoriales para evitar escenas de grescas entre punteros políticos.

En cuanto al diálogo privado con “Wado” De Pedro, en la Casa de Gobierno admiten que se hablaron de cuestiones financieras. Lo concreto es que ante el responsable del diálogo con los gobernadores, el tucumano fue directo al grano y solicitó una nueva asistencia financiera para cubrir los desfasajes inmediatos. Desde el entorno del ministro nacional deslizaron que el pedido asciende a más de $ 3.000 millones, y que la decisión de la Rosada es ayudar a Manzur, aunque no sea por el monto requerido. De concretarse, se sumaría a los $ 1.000 millones que, a principios de enero, le giraron desde Buenos Aires.

En todo momento, Manzur y Jaldo remarcaron ante los invitados que se vienen meses de ajuste, al que deberán acostumbrarse. Hasta les agradecieron a funcionarios y legisladores que hayan acompañado las medidas con la reducción de sus haberes. En ese momento de la noche, según cuentan varios testigos, hubo sí algunos rezongos de un legislador de la capital. Daniel Deiana habría insinuado la posibilidad de que haya una compensación por ese acto de desprendimiento. La respuesta de la fórmula gobernante, por cierto, no dejó contentos a los parlamentarios.

Aunque no fue tema de conversación en la cena, hay otro asunto netamente político que puede inquitear al manzurismo: Susana Trimarco recuperó el acceso directo que supo tener durante el cristinismo a la Casa Rosada. Mientras el gobernador descansaba, la madre de Marita Verón -que hace un par de años cuestionó con dureza al mandatario por no recibirla- se reunió con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Las consecuencias de esa visita ya se pueden ver: el Inadi se mudará a las oficinas de la Fundación María de los Ángeles. El organismo será conducido por Pablo Gutiérrez, un camporista militante de Somos, el espacio de la ex Libres del Sur Victoria Donda, como parte del acuerdo nacional.

Por lo pronto, Manzur logró con la reunión de este jueves tranquilizar a los principales referentes del PJ. Los asistentes se retiraron cerca de la medianoche con la sensación de que, conscientes de la delicada situación económica provincial, el gobernador y su vice no tienen margen, al menos por este año, de adelantar disputas que, indefectiblemente, sucederán.

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