Una pareja creó una cuenta en Instagram dedicada a rankear los "telos" tucumanos

El perfil reseña hoteles alojamiento, narra las vicisitudes nocturnas y recomienda lugares para tener sexo.

Moteles. Aquellos lugares crípticos, marcados por el estigma de la noche y las promesas de amor que duran apenas dos horas (o más si se paga un extra por servicios especiales). Refugios poco ponderados a los que van las parejas clandestinas, los oficinistas o el chico que -hace media hora- pegó onda con la amiga de una amiga, en el boliche. Son en estas cuevas de pasión (con olor a champú genérico) donde las anécdotas sexuales de cientos de personas se entrelazan.

Los encuentros suelen permanecer en secreto pero, cada tanto, aparecen parejas como la de Alejandro Pérez y Martina Reyes, dispuestas a compartir sus conocimientos prácticos. Un acto de bondad hacia la comitiva de amantes que los llevó a crear “Telo Reseño” (@teloreseno): una cuenta de Instagram dedicada a rankear los hoteles alojamiento tucumanos.

Sentados en la mesa de un bar, el dúo -que decidió utilizar pseudónimos para esta nota- no tiene inhibiciones al contar las experiencias más íntimas del after sex. Sin embargo, a fines prácticos, prefieren mantener el anonimato. “La gente olvida que existe alguien detrás de la pantalla. Por eso, se animan a confesar aventuras, mandarnos fotos o participar de los sorteos públicos por estadías gratis. Es una locura sentir que somos un sensor y que nos tienen en cuenta al tomar decisiones tan íntimas como pasarla bien en un telo”, comenta Alejandro mientras toma un cortado.

El momento gastronómico remite a otro instante, fechado en septiembre. En aquel momento, una casual cena en Yerba Buena terminó en la invención del perfil. “Queríamos cambiar nuestra rutina y le propuse conocer algún motel nuevo; algo turbio. El tema es que ninguno sabía a dónde ir. Tampoco teníamos claro en qué tipo de páginas se busca esa información. Y para colmo, las ubicaciones que nos mostraba internet eran re poco fiables. A tal punto que en una de las referencias la única que había tenía un perro sobre una cama”, rememora Martina. Ahí fue cuando apareció la chispa de un “¿podríamos hacer ese registro nosotros, no te parece?”.

Luego de casi tres años en pareja, la propuesta era demasiado atractiva para dejarla pasar y -entre emojis de berenjenas y fantasías con jacuzzi- el perfil llegó a 11.000 seguidores en apenas cuatro meses. Del extenso recorrido “turístico”, ya son 18 los telos visitados. ¿Esto es un hobby o mero trabajo? “Sería horrible que se vuelva algo programado. Para hacer las reseñas intentamos ir a los moteles en cualquier momento de la semana y sólo si tenemos ganas y la cosa es casual”, afirma el estudiante de Ingeniería.

Una vez que cierran el trato, el proceso antes del verdadero disfrute lleva 20 minutos: llegan en el Peugeot, sacan fotos antes de ubicar cualquier pertenencia y prueban la resistencia del colchón. Después chequean la textura de la blanquería y asoman la cabeza por los recovecos en busca de polvo. A partir de ahí, fuera de línea para cualquier follower.

Parámetro hot

A la hora de clasificar el nido romántico perfecto, sus experiencias se resumen en seis criterios. En lo referido al baño, hay que evitar las toallas que parecen lijas y ofrecer kits de higiene personal acordes con la situación (la regla: si morís por llevártelo como souvenir, cumple con las expectativas).

Al hablar de la cama es clave que quepan dos personas, que no haga ruido ni parezca que practicamos yoga en una delgada colchoneta. Sábanas de papel origami es otro parámetro para una mala calificación. Con la privacidad, el juicio corre por la experiencia en la selección de la habitación y la insonorización. Sumado a un apartado para el estacionamiento: que sea de fácil acceso y privado.

“Al tucumano le incomoda el tema de la identidad. En un telo nos cruzamos con 10 personas que esperaban amontonadas para salir y se las notaba nerviosas. Esto tiene que ver con el concepto de que son lugares sucios o turbios, cuando en realidad las piezas pueden ser cómodas. Además, la gente pregunta bastante sobre si se necesita presentar DNI”, agrega Martina.

Por último, una habitación que busque pasar las cinco estrellas debe incluir aire acondicionado para calmar la calentura, menú gastronómico y paredes sin tapices húmedos.

TripSexvisor

“Nosotros hacemos el trabajo sucio por vos”, es el eslogan con que ambos jóvenes describen su inusual pasatiempo. Ante semejante afirmación las dudas sobre qué ocurre al traspasar el cartel led aparecen.

En un motel de la ruta 305, la habitación 31 trae a la memoria una cascada de agua interna en donde -en un intento por recrear las poses de “Cincuenta Sombras de Grey”- Martina patinó. Sumado a la extraña imagen de un guardia con escopeta custodiando la entrada. Mientras, en la habitación 19 del famoso trinomio de Barrio Sur la reseña incluyó un caño de pole dance y unos cubanitos de chocolate de cortesía.

En cambio, otros hallazgos implican viajes hasta Las Talitas. Al margen de la autopista Juan Domingo Perón (kilómetro 2,5) fueron recibidos con pantuflas, café gratis durante el día y desayuno sin cargo hasta las doce. “El dormitorio parecía una cabaña. Fue tremendo, había sauna, un catálogo de juguetes sexuales y un patio con reposeras”, apunta Alejandro.

Del otro lado, también hay un público que aprecia los sacrificios que hacen en nombre del sexo. Como ir a sitios con revoque caído y usar papel higiénico fraccionado. “Vimos cada cosa. Al entrar a una de las habitaciones encontramos un montón de vidrios en el piso y en otra el baño no tenía puertas. Estaba separado con una cortina y había un caño con un balde”, recuerda Martina.

Como respuesta los mensajes privados llueven. “A mí me agarró conjuntivitis una vez”, “Al menos a vos no se te inundó el baño por usar el hidromasaje”, ventilan los usuarios.

Por supuesto, los incidentes tampoco faltan. “10 minutos antes de irnos, me toqué la nariz y empezó a chorrear sangre. No pude moverme mientras buscábamos la forma de limpiar. Lo peor es que no había papel y sólo andaba el agua caliente”, comenta divertido Alejandro.

Ahora ambos están duchos en la “cata” y son ajenos al miedo de la caminata hasta la entrada o a los espejos juzgones del techo. Incluso, confiesan que aprendieron a cargar una botella de espuma para baño con ellos. “Para lo que venga”, afirman a la vez. La conversación se acaba acá y ríen. Se les nota en la cara. Ellos saben que -en una cama propia o prestada- la complicidad pasa por otro lado.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios