"El vampiro de Monteros" ¿Fue un asesino serial o una leyenda urbana?

"El vampiro de Monteros" ¿Fue un asesino serial o una leyenda urbana?

En la ciudad niegan que un albañil haya matado a unas 15 mujeres.

DIFERENTE. Una supuesta imagen de Francisco Roque Fernandez. DIFERENTE. Una supuesta imagen de Francisco Roque Fernandez.

Monteros, capital del folclore, fortaleza de la patria. Cuna de poetas, hogar de productores de piel curtida por el sol del verano y por las heladas de los meses de zafra. Tierra donde las mujeres aún hacen culto al sacrificio tejiendo randas, manipulando esa masa pegajosa y dura que luego se transforma en alfeñiques o mantienen el encanto de cocinar en horno de barro para que la comida, por una cuestión de magia, tenga otro sabor. Pero también es donde, supuestamente, solía atacar un “hombre vampiro” que se transformó en un asesino serial con fama internacional o, al menos, fue mencionado en publicaciones de “vampiros” o de grandes criminales. Sin embargo, los habitantes de esa ciudad desmienten esa versión y aseguran que se trata de una leyenda urbana.

1- Desde Wikipedia hasta la radio FM 100

Florencio Roque Fernández (1935-1968), fue un asesino en serie argentino que en la década de 1950 asesinó a alrededor de 15 mujeres, en su ciudad natal Monteros. Popularmente fue conocido como ‘El Vampiro Argentino’ o ‘El Vampiro de la Ventana’, haciendo alusión a su modus operandi”, se puede leer en la reseña que está en la red.

En el enlace dedicado al monterizo también se dice: “acechaba a su víctima durante varios días, se aseguraba de que estuviera sola en casa, y aprovechando las noches calurosas de primavera o verano, tiempo en que los residentes dejaban las ventanas de sus casas abiertas, se introducía a la casa por medio de las mismas”.

“Mientras su víctima dormía comenzaba a golpearla. Luego, le mordía el cuerpo, llegando en algunas ocasiones a diseccionarle la tráquea y la carótida, y así al mero estilo estereotipado de los vampiros, bebía la sangre de su víctima. Luego, la dejaba desangrándose hasta morir, si no había muerto ya antes”, agrega Wikipedia, citando como fuente dos libros: “Vampiro: mito y realidad de los no-muertos”, de Miguel Araceli y de “The Everything Vampire Book: From Vlad the Impaler to the Vampire Lestat”, escrito por Barb Karg, Arjean Spaite y Rick Sutherland.

El blog a “Sangre Fría”, uno de los sitios de culto para los amantes de la historias de los homicidas del país, también le dedica un espacio. “Los crímenes se iniciaron en 1953, cuando Florencio contaba con 18 años. Comenzó a vigilar a una mujer. Cuando se aseguró de que estaba sola en casa, una noche se adentró por la ventana y con un garrote la golpeó. Luego de dejarla inconsciente, la mordió en el cuello tan fuerte que le arrancó un trozo de carne y succionó la sangre que brotaba, lo que le provocó un orgasmo. La mujer murió después de arrancarle la tráquea. Así lo hizo hasta en 14 ocasiones más. El mismo modus operandi, durante siete años y solamente en los meses de verano, cuando la gente en sus casas dormía con las ventanas abiertas, por las que se colaba el vampiro”, se puede leer.

En ese interminable océano llamado Google existe numeroso material de este caso. Aparecen notas de diferentes medios haciéndose eco de la historia. En Youtube hay un video (https://www.youtube.com/watch?v=qoXawGWRGEQ) realizado por un joven de tonada porteña que, con música tétrica de fondo, hace un resumen con todo lo que encontró en la web sobre “El Vampiro de la Ventana”.

Hasta el reconocido locutor Ronnie Arias en su programa radial de “La 100” también le dedicó un bloque entero para describirlo. “La siguiente es una historia de sangre, locura y muerte. Sucedió en lo que conocemos como el ‘Jardín de la República’, me refiero a la provincia de Tucumán. Fue en la década del 60”, comenta con voz de misterio. “¿Qué pasa cuando un pequeño niño, enfermo de psicosis, se cree la historia y se convierte en vampiro? No vas a creer”, agrega antes de seguir con la historia.

2- En la ciudad pocos se asustan, muchos se ríen

El de Monteros es un pueblo muy especial. Ellos mismos se jactan al afirmar que “no hay nada más fácil que un monterizo hable de otro para acrecentar su figura”. Pero en este caso, se produce todo lo contrario. “La verdad es que no sé de dónde sacaron esa historia. Mire que aquí nos conocemos todos y jamás hubo un asesino que haya matado 15 mujeres. Si hubiera pasado eso, en la década del 50, hoy tendríamos como 200 habitantes menos”, comenta Juan Carlos García, jubilado con la cabellera tan blanca como cuando los cerros del cordón del Aconquija amanecen nevados.

“Son puras habladurías. Soy de esa época y jamás me enteré de esa historia. El otro día vino mi nieto y me preguntó si lo había conocido al ‘Vampiro de la Ventana’. Le dije que no, que nunca había escuchado hablar de ese caso. Después me enteré de que lo había leído en Internet. Ahí hay cada cosa que, mamita…”, se queja Lucía Bollea, de 62 años.

Fernando Castro se crió en Monteros. Como muchos de su ciudad, trabajó toda su vida en el Ingenio Ñuñorco, la fábrica más importante local. “Son mentiras, habladurías de la gente. Aquí nunca hubo un vampiro y si hubiera existido, estarían muchos con ristras de ajos colgadas en el cuello, con una cruz y una estaca”, bromea. “En mis años mozos, allá lejos en el tiempo, se hablaba de otros monstruos o personajes siniestros como ‘El Familiar’ o ‘Pie Grande’. Eran inventos de los dueños de las tierras para hacer trabajar a los empleados más vagos”, agrega.

Los más jóvenes, incrédulos por naturaleza, aún tienen grabada la historia que leyeron en la web. “Salió publicado en varios medios, algo debe haber existido. No creo que se inventen semejante historia. Estaría bueno que se investigue en serio para que nos saquemos las dudas”, comenta Fernanda Tolaba, de 19 años, empleada de comercio.

“¿Cómo que es mentira? Imposible, si está en Google y hasta en Wikipedia. No puede ser, no puede ser. Le pregunté a mi abuelo si era verdad y todavía se está riendo. Habrá que esperar a ver qué dice el tiempo”, opinó Jonathan Aguirre, de 17 años.

3- Contradicciones que debilitan la historia

La versión de la historia que se cuenta - apareció en el diario “La Nación”- sobre Fernández pareciera haber sido sacada del guión de un filme “hiperbizarro” de vampiros. Se dice que siendo muy niño se le diagnosticó una psicopatía que nunca fue tratada y que derivó en una esquizofrenia. Su familia, lejos de atenderlo, lo habría abandonado a la buena de Dios. Vivía mendigando en la calle, mugriento y con la ropa hecha llena de agujeros.

De acuerdo al relato, se hizo “vampiro” después de haber visto a los 15 años en el cine Marconi de Monteros la película “Drácula”, de Tod Browning, un filme de culto para el cine de terror estrenado en Nueva York el 12 de febrero de 1931 e interpretado por el mítico actor húngaro Bela Lugosi. Cuesta creer que un chico de la calle, sin ningún tipo de educación y en situación de calle, se le haya permitido ingresar a un cine a observar una película, ya que en esos tiempos, esa salida estaba reservada para los sectores más pudientes de la sociedad.

Según el mito, el “Vampiro de la ventana”, después de cometer un ataque, se refugiaba en una cueva ubicada en las afueras de Monteros. Cuando lo encontraron en ese lugar hallaron huesos de animales que supuestamente cazaba para alimentarse y otros elementos que sirvieron para, además de ser un vampiro, describir que llevaba la vida de un cavernícola.

Sin embargo, vecinos y baqueanos negaron que esa parte de la historia sea real. “En la zona pedemontana sí existen cuevas, pero en esos tiempos, era prácticamente imposible llegar. La más cercana estaba a tres o cuatro horas de caminata. Sí le hubiera sido mucho más fácil esconderse en los impenetrables montes del lugar”, señaló José Villagra, monterizo y mecánico de bicicletas de alta gama y biker de alma que se conoce toda esa zona como las líneas que recorren las palmas de sus manos.

Según los informes publicados sobre el caso, Fernández sufría de fotofobia, es decir, tenía aberración a la luz. “Era muy blanco porque, justamente, solo salía de su cueva durante la noche”, se puede leer. Una supuesta foto suya sirve para contrarrestar esa. Se la habrían tomado antes o después de jugar a un partido de fútbol amateur en una de las tantas canchitas de esa localidad. En la imagen aparece como un hombre que no tenía problemas de alimentación, o al menos no coincidía el peso de una persona que comía lo que la madre naturaleza le daba.

4- Ningún vampiro, sino un "Cangrejo"

Arturo Zelaya, docente jubilado, desde años que se encarga de reconstruir la historia de Monteros. Cuando se le consultó sobre este caso, no dudó ni un segundo al afirmar que todo lo publicado sobre Fernández es mentira. “Acá no le decían ‘Vampiro’, sino ’Cangrejo’ y no fue un asesino, sino un albañil al que le gustaba mucho boxear”, explicó en una entrevista con LA GACETA. “En realidad, era un personaje singular, que cada vez que venía un circo a la ciudad, se ofrecía a pelear con cualquier persona o con los animales, llámese monos, leones u osos”, explicó.

“No es un desconocido en la ciudad. Son patrañas esa parte que cuenta que dormía en la calle y que vivía mendigando. Trabajaba en la construcción. No era millonario, pero tampoco un pordiosero como pretenden hacer creer”, afirma Zelaya.

DIFERENTE. Una supuesta imagen de Francisco Roque Fernández. DIFERENTE. Una supuesta imagen de Francisco Roque Fernández.

El monterizo recordó que el hombre sí tuvo problemas con la ley por una costumbre que tenía. “Le gustaba ingresar a las casas donde sabía que quedaban mujeres solas y, aparentemente, les hacía propuestas indecentes. Pero de matarlas, chuparles la sangre y violarlas, es una exageración espantosa que generó mucho daño”, agrega.

“Todavía recuerdo que años atrás esas situaciones generaron una broma entre los habitantes de la ciudad. Decían que las mujeres solteras, de más de 50 años, colgaban cartelitos diciendo que estaban solas para que él ingresara. Pero que haya sido un asesino serial, es una verdadera locura”, cuenta.

El docente jubilado analiza además que es imposible que “Cangrejo” haya sido fotofóbico. “Se lo veía todo el tiempo en la calle, caminando sin ningún tipo de problemas. Aparte, usted se imagina a un albañil que no tolere la luz del sol? ¿Cómo haría para trabajar en una obra de construcción”, explica en la entrevista con LA GACETA.

5- Y el diario tampoco hablaba de él

Y como buena historia, al final llega lo mejor. Según la versión circulante, los ataques del “Vampiro de la Ventana” se transformaron en una cuestión de estado luego de que se contabilizaran 15 homicidios. La Policía de la provincia pidió ayuda a sus pares de la Federal que se instalaron en la provincia para poder dar con el asesino serial.

Según se dice, llegaron a Monteros los mejores del momento. El relato afirma que eran “gringos” bien vestidos y con cigarrillos pegados en su boca, que como buenos porteños, hablaban a los gritos. A pesar de que nunca habrían podido pasar desapercibidos en una población rural, realizaron tareas de inteligencia y lograron dar con Fernández. Lo encuentran en la cueva nada menos que un 14 de febrero de 1960, el día de San Valentín, el día de los enamorados. Lo trasladan a un calabozo donde permanece encerrado por su fotofobia. La Justicia lo responsabiliza por los 15 aberrantes homicidios, pero por sus problemas mentales, es declarado inimputable. Lo internan en el hospital Obarrio, donde según se dijo, permaneció encerrado, lejos de la luz del sol, hasta 1968, año en el que murió.

La noticia de la detención del “Vampiro de la ventana” no fue publicada por LA GACETA, como tampoco se dieron a conocer los 15 supuestos homicidios que habría cometido Fernández durante siete años.

Zelaya, el historiador monterizo, se lamenta una y otra vez por las versiones que se conocen sobre “Cangrejo” Fernández. “Monteros no es muy grande y menos en esa época. Si realmente hubiera llegado una comisión de investigadores federales, le puedo asegurar que algún registro debería haber quedado, sin contar el revuelo que debería haber generado”, explica.

“En los últimos meses se hablaron muchas cosas sobre ese pobre hombre. Todas mentiras. No sé si ya murió porque hace mucho tiempo que no lo veo. Sí puedo asegurar que entre 2010 y 2011 lo entrevisté porque estaba escribiendo un libro sobre la Escuela Normal, donde él trabajó como albañil. Le puedo asegurar dos cosas: que no tenía ninguna enfermedad mental y que estaba bien vivo”, concluye.

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