Foro Iberoamérica XX: una pausa para pensar

Foro Iberoamérica XX: una pausa para pensar

La vigésima edición de la organización que nuclea a los principales estadistas, empresarios, escritores, científicos y periodistas de España, Portugal y América latina reunió a cinco premios Nobel y tuvo como ejes de debate la crisis de representación, los dilemas de la equidad, la literatura y la realidad política, los mitos del cambio climático, los desafíos de la educación. Aquí reproducimos extractos de algunas de las ponencias.

Desde que Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Jesús de Polanco y el presidente colombiano Belisario Betancur, entre otros, decidieron conformar un espacio de discusión y análisis de los grandes temas de la actualidad y el planeta desde la óptica iberoamericana, el Foro se constituyó en un paréntesis anual en la vorágine del siglo XXI. En esa pausa periódica se congregan algunas de las mentes más lúcidas de nuestros países, tejiendo puentes entre naciones y disciplinas, en el abordaje conjunto de los grandes desafíos de nuestro tiempo. En este 2019, la turbulencia política, social y económica adquirió niveles sorprendentes. Crisis inéditas como la chilena, giros políticos como el argentino, el fantasma del fraude sobrevolando Bolivia, el drama venezolano quebrando récords, presidentes estrafalarios como Bolsonaro y fragmentaciones de representación como la española sacuden el mapa iberoamericano.

Chile

Davide Konzevik. El nombre del economista tucumano es pronunciado casi al unísono por las bocas de Ricardo Arriazu y Domingo Cavallo durante un almuerzo que compartimos en la primera jornada del Foro. Su teoría de la revolución de las expectativas parece dar en el blanco de las explicaciones del sorprendente fenómeno chileno. Ciudadanos que, en tiempos de instantaneidad tecnológica, son “pobres en recursos pero ricos en información y millonarios en expectativas”, dice Konzevik. En un país que redujo la pobreza del 40 al 10% y que tiene los indicadores más cercanos al desarrollo de toda la región, la crisis tiene características que la emparentan más a las manifestaciones de los indignados europeos que a las protestas latinoamericanas. Hay una demanda frente a un estado que no puede garantizar el progreso a las nuevas generaciones y también una exigencia de igualdad de oportunidades en un país –y esta es una particularidad chilena- con costumbres clasistas; concentración económica; salud y educación públicas de un nivel muy inferior a la oferta privada. Recuerdo una escena de la que fui testigo en la Cepal de Santiago en 2012.

La presidenta Michelle Bachelet conversando afablemente con Agustín Edwards, propietario de El Mercurio, diario cercano en su momento a Pinochet. La presidente es la hija de un militar fallecido a causa de tormentos del régimen. La charla amigable entre ambos simboliza la continuidad chilena. 2019 muestra el límite de tolerancia de una sociedad que alcanzó un éxito económico en los grandes indicadores pero con resabios autoritarios y un déficit en movilidad social y en la generación de un horizonte auspicioso que parezca accesible a todos.

Ricardo Lagos, ex presidente de Chile y del Foro Iberoamérica, sostiene que los sectores más conservadores pusieron un freno al proceso de transformación para defender sus privilegios. Esa resistencia se tradujo, dice Lagos, en un sistema tributario inequitativo que no permitió ofrecer bienes públicos que permitan dinamizar el ascenso social y económico. “El Chile que salió a las calles quiere ciertas verdades para hoy, no para mañana”, sentencia Lagos.
Julio María Sanguinetti, ex presidente uruguayo y actual presidente del Foro, introdujo un punto para pensar la crisis chilena: “La mitad de los chilenos no votó en la última elección. ¿Cuál está en las calles? ¿La que votó o la que no votó? No se puede construir una democracia con ciudadanos desertores”.

Similitudes y diferencias

Comentamos con Joao Roberto Marinho, vicepresidente de Globo, las declaraciones incendiarias de Jair Bolsonaro contra su grupo de medios. Olavio de Carvalho, el gurú intelectual que nutre ideológicamente al presidente, sostiene que la política debe hacerse a través de la confrontación permanente. La prensa es el principal blanco del gobierno brasileño, como lo fue también del gobierno del PT de Lula y Dilma. Debajo de la furia discursiva hay una economía que presenta señales de crecimiento, una inflación de 3,5%, una reforma previsional aprobada después de 30 años de debate y un proyecto liberal -el del ministro Paulo Guedes- en marcha.
México está afectado por la consolidación de la criminalidad, el crecimiento de la economía informal y el colapso de la representación política. Las elecciones que pusieron a Andrés Manuel López Obrador en la presidencia destruyeron al PRI y el PAN. El sistema de partidos que gobernó México en las últimas décadas se acabó. Ese vacío lo ocupa el nuevo presidente, que hoy tiene un 70% de aprobación junto a la tarea simultánea de gobernar y construir un partido. El país tiene finanzas sanas y una inflación baja pero cero crecimiento. La clara derrota de las fuerzas oficiales frente al narcotráfico es uno de los datos de este tiempo de incertidumbre.

Hoy hay elecciones en España, un país que se está acostumbrando al multipartidismo y a gobiernos débiles, como el de Pedro Sánchez. Desde la muerte de Franco, España fue gobernada desde el centro político. Eso cambió a partir del último gobierno de Rajoy. La aparición de Podemos y Ciudadanos, la caída del Partido Popular, la fragilidad del PSOE y el crecimiento de Vox, marcan el ritmo de una dinámica política regida desde los extremos. España refleja la división europea entre quienes se ven amenazados por el cambio y aquellos que ven en él una oportunidad. Este es el gran desafío de Occidente.

“Venezuela es una colonia cubana. Si no cae Cuba, no caerá el régimen de Maduro. Y dudo que caiga Cuba”, pronostica Carlos Bardano, ex vicepresidente de la Organización Cisneros.

La transición argentina aparece en muchas de las charlas. “Desde afuera, no sabemos si hubo un cambio o una vuelta a la normalidad”, dice, en tono jocoso, Javier Monzón, presidente del grupo Prisa. Un destacado empresario argentino se refiere al contraste de dos fotos para anticipar las tensiones de la película que viene: la del escenario de la victoria del 27 de octubre, regido por la dirección coreográfica kirchnerista, y la de la asunción del gobernador Juan Manzur, con una selección representativa del peronismo ortodoxo. La Argentina se destaca también, en medio de las convulsiones de la región, por haber podido catalizar las inquietudes ciudadanas a través de una elección que activa un cambio pero, al mismo tiempo, deja un Congreso equilibrado.

Conclusiones

El presidente Sanguinetti es el encargado de hacer el balance final del Foro Iberoamérica. Lo loco no es lo que vivimos hoy sino lo que experimentamos entre 2004 y 2014 con el salto de los commodities, postula. Cuando pasó el ciclo, agrega, nos encontramos con estados armados para una prosperidad infinita. Cree que el mayor riesgo que hoy tenemos es el debilitamiento o la pérdida de libertades. Y ve en la prensa, una herramienta esencial para su defensa. Cierra evocando a Cicerón: “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.”

© LA GACETA

Daniel Dessein - Miembro del Foro Iberoamérica.

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