Mamás flexibles (que hacen oídos sordos a los consejos)

Mamás flexibles (que hacen oídos sordos a los consejos)

La maternidad está atravesada por convenciones sociales. A las mamás las invaden las culpas, las dudas y las inseguridades. ¿Qué es la crianza respetuosa?, una corriente que invita a maternar desde el afecto, escapando a los mandatos y respetando lo que desea y siente el niño.

Mamás flexibles (que hacen oídos sordos a los consejos)

“Vas a tener que dejarlo llorar para que maduren sus pulmones”.

“No lo acostumbres a la cama grande porque no lo sacás más, y es un peligro”.

“Si lo dejás todo el día tomando teta no vas a poder hacer nada”.

El rubro de la maternidad desde siempre ha estado bajo la lupa. Un bebé llega al mundo y a los pocos minutos se arma el listado interminable de consejos. Un mar de dudas inunda a las madres: ¿qué hago? ¿le armo rutinas o voy improvisando?, ¿colecho sí o no?, ¿lactancia o leche de fórmula? ¿lo alzo o lo dejo en el cochecito?

Para suerte de muchas mamás actuales un grupo cada vez mayor de mujeres deciden ignorar los mandatos y seguir lo que les dicta el corazón. Son más flexibles y les gusta aplicar lo que llaman “crianza respetuosa”. La psicóloga Agustina Ramírez Bustos explica de qué se trata este concepto: “se trata de maternar o paternar desde el afecto, con la libertad de utilizar nuestro criterio y la intuición, y escapar a los mandatos, a lo que dicen los manuales. Y también la crianza respetuosa pone el foco en los niños, tratando de terminar con esa infancia muy reglada y ligada a los deberes, a lo que la sociedad espera de ese niño. Queremos chicos que puedan crecer libres y felices, armando su camino propio, disfrutando, sin estar preocupados por la expectativa paterna”, concluye.

Crianza respetuosa contempla los derechos, las elecciones y las decisiones de los niños. “Esto no significa en absoluto una inversión de roles, ni mucho menos permisividad. No se desdibujan los límites. El adulto tiene el rol de cuidar y proteger al menor; pero eso no quiere decir que el chico no puede tomar ninguna decisión ni expresar sus deseos. Nosotros no debemos direccionar su vida como si fuera una marioneta”, detalla la especialista, autora del espacio “Crianza Libre”.

Pone como ejemplo la hora de la comida del bebé: crianza respetuosa es ofrecer los alimentos al pequeño de manera tal que él pueda desempeñar un rol activo en ese proceso. “La idea es no obligarlos a comer, tengan o no tengan hambre, les guste o no lo que les damos”, resalta.

Insatisfacción

“Ser madre en la sociedad actual no es una tarea sencilla. Las mujeres nos vemos obligadas en muchas situaciones a cumplir con múltiples roles, a estar en muchos lugares a la vez, y sobre todo a sobrellevar la carga mental que implica la crianza de nuestros hijos. Vivimos en un entorno que les pide a las madres que trabajen y produzcan como si no tuvieran hijos, pero a su vez, críen a estos niños como si no tuvieran que trabajar. Estas condiciones no solo generan altos montos de insatisfacción sino que genera mucha culpa”, explica la licenciada Camila Menéndez Toro, integrante de la Red de Psicología Perinatal de la Argentina y fundadora de Matrescencia.

En su consultorio, la especialista escucha mujeres muy angustiadas, desorientadas, preocupadas o culpabilizadas por los mandatos de crianza, de lactancia o de colecho. Según Menéndez Toro, lo mas difícil es cuando la maternidad es sentida desde el mandato, desde los estereotipos y desde la vivencia de que son los otros los que saben o conocen mas que nosotras a nuestros hijos. Una forma de aliviar la angustia es contar con redes de apoyo, grupos de madres que funcionen como una especie de tribu. “ Hay un refrán africano que dice que para educar un niño hace falta toda una tribu y, en una sociedad como la nuestra, donde lo que falta es el tiempo, en el que el lazo social cada vez se encuentra mas fragmentado, lo que nos faltan son las tribus”, propone.

“Hoy hablamos de crianzas respetuosas que propicien estilos de apego seguros. Esto es estar disponibles emocionalmente para nuestros hijos a fin de poder cubrir sus necesidades, consolar un llanto, hacer upa cuando lo requieren y principalmente demostrar nuestro amor”, resume.

Hace lo que se puede: Romina, mamá de tres

Mamás flexibles (que hacen oídos sordos a los consejos)

Romina Eustacchio (38) se considera una madre flexible. Tiene tres hijos. Está a favor de la lactancia materna y reconoce todos los beneficios. Sin embargo optó por una alimentación combinada para sus bebés: leche

materna y de fórmula. “Si le das teta sola no te dejan respirar”, dice. En cuanto al colecho, opina: “te dicen que lo ideal es habitación separada. Pero los míos son molestos de noche así que los paso a mi cama para poder dormir un poco. Y nada de rutinas. Aquí en casa se hace lo que salga”, confiesa.

Colecho y BLW: Eliana, abogada y mamá de máximo

“Estoy a favor del colecho. Mí hijo tiene 4 años y duerme conmigo”, declara Eliana Orellana, abogada y mamá de Máximo. Defiende la lactancia materna (“siempre que se pueda”, aclara) y el Blw como método de alimentación. El baby led weaning es una introducción a la alimentación complementaria libre de papillas y respetuosa con el bebé porque es autorregulada. Consiste en dejar la comida que puede comer el pequeño a su alcance y que él decida qué y cuánto ingerir.

“Y estoy a favor de la paciencia. Ser mamá, esposa, trabajar y tener tantas responsabilidades no es fácil. El que no te suma, te resta, así que cada una hace lo que puede”, resume.

Derribando mitos: Florencia, arquitecta y mamá de Benja

Mamás flexibles (que hacen oídos sordos a los consejos)

Para Florencia Caminos fue muy dura la experiencia de la lactancia. A pesar de todas las recomendaciones y de haberlo intentado con gran esfuerzo, no tuvo éxito. Tras dos meses de lucha y ante la posibilidad de que su bebé Benjamín se deshidratara tuvo que optar por la mamadera. “Fue difícil para mí por todos los pre conceptos. Fue frustrante derribar mitos acerca de cómo tu hijo va a estar bien. Por suerte Benja tiene una salud excelente”, explica. Y trata de encontrarle el lado positivo a lo que le pasó: “darle la mamadera me permitió volver rápido al ruego en mi trabajo”. Florencia, que es arquitecta y docente, se considera una mamá canguro. Le encanta llevar a su bebé (ya tiene un año) a todos lados. Y también en ese sentido tuvo que enfrentar algunos prejuicios. “Te imaginás llevar un bebé a una obra en construcción. Todos se agarraban la cabeza. Pero yo feliz de tenerlo cerca. Era el rey en los asados de los viernes con los albañiles”, describe.

En cuanto a las rutinas, el pequeño tiene horarios para comer y para dormir . “Lo demás fluye de acuerdo a las ganas y al tiempo. Vivimos en San José y no es fácil coordinar horarios con mi esposo, encontrar niñera, etcétera. El primer año lo vivimos con mucho vértigo; al principio pensé que solo iba a vivir para trabajar y ser mamá, pero poco a poco voy recuperando mis espacios con gran alegría. Ahora, por ejemplo, retomé mis clases de gimnasia”. resalta la joven mamá de 32 años.

Lactancia ante todo: María Julieta, mamá de dos

“Creo que sí soy una mamá flexible, aunque me gusta poner límites: no ser permisiva con algunas cosas que tienen que ver con la educación. Me gusta que mis hijos sean respetuosos ante todo”, arranca María Julieta Gómez, mamá de un niño de tres años y de una bebé de un año y tres meses.

Julieta, que es decoradora de eventos, prioriza que en su casa haya orden y les enseña a sus pequeños a guardar todo en su lugar. “No me gusta decir: esto no haré nunca. Las cosas se van dando y uno hace lo que puede. Trato de confiar en mi intuición. Sí estoy a favor de la lactancia materna e incluso a mi hijo le di estando embarazada de la bebé. Todos, hasta el médico, me decían que no lo haga y me criticaban. Pero yo me sentía muy bien y no  hubo problemas. A mi hija todavía le doy la teta a demanda y está hermosa, muy saludable”, resalta la mamá.

A la hora de dormir, por comodidad, prefiere que cada cual lo haga en su cama. “Creo que eso les da independencia a los chicos y está bueno”, sostiene.

Dormir todos juntos: Carolina, mamá de tres  

La crianza respetuosa dice que los niños saben bien lo que quieren y que los adultos debemos cuidar ese deseo. “Mis hijos siempre quisieron dormir en la cama grande. Yo lo disfruto un montón. Para mí, el colecho es lo más lindo del mundo. Después, cuando crecen, se van solos a su cama. Con el tema de las rutinas, el único horario es para bañarse y para dormir. El resto improvisamos. Con el tema alimentación mantuve la lactancia hasta los dos años. Y combiné los dos métodos, papilla y baby-led weaning (Blw), que es ofrecer una variedad de posibilidades a su alcance -en pequeños trozos- para que ellos decidan y experimenten con sus propias manos. No me gusta obligarlos a que coman”, plantea Carolina Salas, mamá de tres niños de 9, 5 y 2 años.

Mamadera siempre: Carolina, abogada y mamá de Teo

Mamás flexibles (que hacen oídos sordos a los consejos)

Carolina López Flores muestra una seguridad que sorprende. Es abogada, tiene 36 años y es mamá de Teo, de tres. Siempre fue una convencida de que cada pareja debe decidir cómo quiere criar a su hijo. Y hacer oídos sordos a los mandatos y consejos de afuera. A su hijo le dio mamadera desde que nació.

“Elegimos darle leche de fórmula, duerme en cuna y tiene habitación separada. Tenemos rutinas muy armadas de  lunes a viernes. Sábados y domingos hay más improvisación. Va a jardín maternal desde los 45 días”, resalta.

Desde el primer día tuvieron en claro que en la familia eran tres.

Ella y el padre de Teo se dividieron las tareas de cuidado en partes iguales:  12 horas cada uno. “De 7 a 18 me encargo yo, y Rafael, de 18 a 7 am.  Tipo guardia médica.E sto nos permite a cada uno ocuparse tranquilo de sus cosas y así mantenemos la armonía familiar. Nunca dejé de trabajar ni de perfeccionarme. Incluso hice los viajes que debía hacer y el padre pudo sobrevivir sin problemas. Lo máximo que quedaron solos a la fecha es un mes y medio”, destaca.

Esta receta es, a su entender, la mejor manera que encontró Carolina para seguir creciendo en su carrera profesional, sin tener que renunciar a lo que le gusta por el hecho de ser mamá.

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