Conducción que desnudará relaciones

Conducción que desnudará relaciones

Conducción que desnudará relaciones

Quién con quién. En 48 horas se verá una primera muestra de cómo han decidido relacionarse los dirigentes políticos locales, los de los oficialismos y los de las oposiciones cruzadas, provinciales y municipales. Quién con quién, y cómo, para el primer año o los próximos años del mandato que viene. El martes, la integración de la mesa de conducción del Concejo Deliberante de la Capital dirá mucho en ese sentido. Quiénes, rivales y quiénes, socios circunstanciales. Una posibilidad es que los ocho peronistas opositores -manzuristas, jaldistas y alperovichistas; si están juntos, claro-, se alíen con los cuatro de Fuerza Republicana para acorralar al oficialismo municipal -compuesto por cuatro alfaristas y dos radicales-, para quedarse con todos los cargos de la mesa ejecutiva. Es muy factible; en común tienen que son los opositores en el municipio, y eso los pone en la misma sintonía y vereda.

Otra posibilidad es que el oficialismo municipal cierre filas con el bussismo, alternativa que tiene en teoría menos chances de concretarse, aunque desde FR hayan deslizado: “no sé por qué (desde el municipio) no nos ofrecen un acuerdo con la presidencia para Eduardo Verón Guerra”. Bussi, que aparece en las dos ecuaciones, asegura que desde ningún lado lo han contactado para cerrar algún tipo de arreglo político. Está a la espera y escucha ofertas. Hoy y mañana serán jornadas agitadas en materia de diseño de estrategias y de teléfonos calientes. Y tal vez de sorpresas; por ahí circula una versión que menciona la renuncia de uno de los concejales electos, aunque relativizada.

¿Que el PJ cierre con Alfaro, como una tercera opción? Esto tiene aún menos chances de verificarse que la segunda, ya que el oficialismo provincial y el oficialismo municipal están en veredas políticas enfrentadas y son los principales adversarios en los años por venir. Además, si hay un actor al que en esta discusión no le conviene tener un rol protagónico, ese es el intendente. Su mejor jugada es, precisamente, no jugar y observar cómo se resuelve ese partido en el seno del Concejo Deliberante. Ver cómo se desangra el resto porque, además, no está en situación de poner un presidente salido de sus filas. Desde afuera, de máxima, podría aguardar un gesto de civilidad institucional de la dirigencia, y que en la composición de la mesa se respeten los espacios obtenidos por cada sector para integrarla: ocho del PJ, seis del municipio y cuatro de FR.

Esto, que puede resultar razonable como un guiño de la clase dirigente hacia la sociedad, choca con el manual del pragmatismo político que impone que, cuando no hay una mayoría plena, el atajo es negociar lugares tratando de sacar la mejor tajada institucional posible. Nadie tiene 10 concejales propios, ni siquiera nueve, como para que alguno ensaye la ajedrecista “gran Aybar” de Alfaro de 2015, cuando el jefe municipal, estando nueve a nueve en el reparto de bancas, atrajo una pieza de la oposición y movió hacia su área de influencia la presidencia. Hoy, por los números, es inevitable acordar. El diseño de esos pactos revelará si primaron las ambiciones personales, los intereses sectoriales o un sesgo de calidad institucional.

Hay que prestar atención al posible pacto entre el PJ y FR. ¿La dupla Manzur-Jaldo cerrará con Bussi? ¿Bussi aceptaría una vicepresidencia segunda de manos del justicialismo? El legislador electo, de mínimo, está exigiendo la presidencia, una silla con mucho poder político y manejo de recursos. Una sociedad entre peronistas y FR resultaría extraño desde lo ideológico, e histórico, exponiéndola en un nivel de un pragmatismo extremo. Además, si Alberto Fernández gana el 27, la pregunta que sobreviene cae de madura: ¿cómo reaccionaría Cristina al respecto? Recuérdese que Néstor Kirchner no le dirigió la palabra a Alperovich durante los primeros meses de su presidencia ya que no le perdonó que Ricardo Bussi le hubiera ganado al peronismo las dos bancas senatoriales de 2003. Julio Miranda entró por la minoría a la Cámara Alta. Pese a jugar en desventaja, y sin muchas expectativas, desde esta perspectiva, este posible acuerdo le provocaría una mueca de satisfacción a Alfaro.

Todo sea por cerrar la grieta, se esgrimirá para justificar el acercamiento entre estas partes. Pero una cosa es segura: el PJ, arregle con quien arregle, exigirá para sí la presidencia y la vicepresidencia primera. Esto tiene una explicación sencilla: no dejarle a un extraño al bloque -en su eventual condición de vice primero- la posibilidad de que asuma la presidencia del Concejo en caso de un viaje del intendente, y tener así la chance del doble voto en caso de empate en el cuerpo. El peronismo no rifaría esa posibilidad. Desconfianza y treta de manual por los corrimientos. El esquema se repetiría en la Legislatura, donde el oficialismo le volvería a dar la vicepresidencia segunda a la oposición. Otra vez Bussi y las ocho bancas de FR aparecen en este escenario con fuerza propia para una negociación. ¿Quién hará las veces de Ariel García, el “amigo” de Jaldo?

En fin, ¿hay alguien que corra con una luz de ventaja para acceder por méritos propios a la presidencia del Concejo? Fernando Juri reúne pergaminos más que suficientes como para sentarse en el sillón principal. Le sobra experiencia, currículum y hasta está sobrecalificado para el puesto. Nadie le faltaría el respeto en el cuerpo. El jueves, Manzur lo llevó a La Pampa, al acto del Frente de Todos, pero no se habría tocado el tema. La pregunta a hacer -y se hacen muchos- es si el gobernador lo quiere precisamente en ese lugar, si confía en él para ese puesto, o si le tiene reservado otro cargo para el futuro, tal vez en el gabinete provincial. “Manzur no va a mandar a Juri para que sea un concejal raso”, deslizó un integrante del próximo Concejo. A Jaldo, que lo designó presidente subrogante de la Legislatura, no le disgustaría que Juri ocupe la titularidad del Concejo.

El ex vicegobernador de Alperovich es un hombre de diálogo, proclive a los consensos, por lo que la relación con Alfaro, por lo menos en lo político, no puede pensarse en términos conflictivos. Juri y Alfaro, además, mantienen una buena relación personal, y que tiene un hilo conductor ideológico: su condición de peronistas; fueron consejeros del PJ, y hasta mantuvieron diálogos después de los comicios provinciales del 9 de junio. También el pasado los acerca: el padre del jefe municipal, don José Alfaro, fue jurista, simpatizante del padre del concejal electo, don Amado Nicomedes Juri, de cuya muerte se cumplió un aniversario el 14 pasado. ¿Esa proximidad conspirará contra la posibilidad de que Juri obtenga la bendición del titular del Ejecutivo? Todo dependerá del tipo de relación que quiera tener Manzur con Alfaro -con quien tuvo duros encontronazos verbales- durante el próximo mandato. Si desea un enfrentamiento total y abierto con el intendente, el ex vicegobernador no parecería dar la talla para esa misión. Pero, como dijo uno de los futuros ediles, Manzur no va a afectar a Juri. La sesión del martes del Concejo Deliberante capitalino desnudará y delineará bastante entre quiénes y cómo serán las relaciones políticas de cara a los años que se vienen.

El gobernador entre hoy y mañana señalará al elegido; es posible que mañana se reúna con los electos para analizar y darle un corte final al tema. Después tendrá que abocarse a la integración de su propio gabinete basándose en su apuesta al triunfo electoral de la dupla de los Fernández el domingo próximo, a los fines de resolver quién se queda y quién se va. Sin embargo, lo más probable es que esté pensando en invitar a Alberto, si gana, para que esté en su asunción, el martes 29 de octubre. Y hasta que le dé los atributos del mando. Tucumán concitaría la atención de todo el país ese día si todo sale como lo sueña.

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