La misa de hoy: ¡hoy rezamos poco!

La misa de hoy: ¡hoy rezamos poco!

20 Octubre 2019

Por pbro. Marcelo Barrionuevo

Nos interpela Juan Pablo II: “pero cuando venga el Hijo del hombre ¿encontrará esta fe en la tierra?” (Lc 18,8). Las palabras pronunciadas por Cristo al formular esta pregunta contienen una especie de desafío a la Iglesia de todos los tiempos. Es el desafio de hacerse presente mediante su fidelidad a Dios y cumplir su misión entre los hombres de dar a concer la fe que ha recibido.

La Iglesia es misionera cuando acoge con fe, esperanza y caridad la Palabra de Dios: esa palabra que es viva y eficaz y escruta los sentimientos y los pensamientos del corazón (Hb 4,12). La Iglesia vive a la luz de esta Palabra. Vive y se renueva con el poder de esta Palabra. En la medida en que la Iglesia se dedique a ser más misionera desde la profundidad de la fe, podrá con mayor servicio y entrega darla conocer y alimentarla en medio del pueblo de Dios.

No podemos negar que hoy hay una gran carencia de fe cristiana en la cultura moderna. Nuestras familias se han ido enfriando en la práctica religiosa y la ausencia misionera de los cristianos nos ha llevado a perder espacios de presencia. Las ausencias de fe son pérdidas de riqueza espiritual en la sociedad.

No dejemos de orar

El Señor en el Evangelio nos exhorta a rezar, a no dejar de pedir en la oracion las necesidades más fundamentales de nuestra existencia. La confianza en Dios se prueba justamente en la constancia a la hora de rezar.

Hay quien deja de orar porque piensa que su petición no es escuchada. Pero ¿qué pedimos nosotros tantas veces sino la solución que juzgamos mejor para nuestros problemas o, incluso, piedras en lugar de pan? “Nosotros no sabemos pedir como conviene”, asegura san Pablo (Rm 8,26). En cambio, nuestro Padre Dios sabe bien lo que nos hace falta antes de que se lo pidamos (Mt 6,8).

“No te aflijas -dice san Agustín- si no recibes de Dios inmediatamente lo que pides: es Él quien quiere hacerte más bien todavía mediante tu perseverancia con Él en oración. Él quiere que nuestro deseo sea probado en la oración. Así nos dispone para recibir lo que Él está dispuesto a darnos”.

Renovemos la fe

La oración y la fe van de la mano intrínsecamente. Si hay fe viva, se reza: si dejamos de rezar, nuestra fe es solo costumbres rituales y no profundidad interior. Oración y fe son termómetros de la presencia espiritual en las comunidades; la práctica magnífica de los oratorios eucarísticos, de los momentos de oración Mariana, de los círculos bíblicos, constituyen una camino pastoral muy conveniente. Debemos renovar el impulso de la oración y la fe.

Hoy se reza poco, son pocos los que rezan. Y los que rezan... ¡rezan poco! No nos olvidemos de rezar siempre y con insistencia.

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