Situación crítica: “no sé qué esperar, pero ojalá haya más trabajo”

Salen muy temprano a trabajar cada día. Como la mayoría de la sociedad, les cuesta llegar a fin de mes. Y coinciden en que el desafío para la próxima gestión es inmenso. Más allá de la crisis, tres trabajadores consultados por LA GACETA mantienen la esperanza de que la situación del país mejorará.

Situación crítica: “no sé qué esperar, pero ojalá haya más trabajo”
19 Octubre 2019

Raúl Orellana tiene 42 años y lleva al menos 30 trabajando como lustrín. Y dice que la política ya lo tiene harto. “Ahora me da lo mismo. ¿Qué novedad habrá después de las elecciones? No creo que cambie nada, porque no me gustaba el gobierno nacional anterior y tampoco este”, cuenta indignado, casi renegando. Del provincial prefiere excusarse.

“Me decepcioné mucho y ahora estoy dudando. La verdad es que no sé por quién voy a votar. Ya no sé qué esperar, pero ojalá que haya más trabajo, que haya más seguridad, que en mi barrio, por ejemplo, no haya tantas drogas circulando”, continúa Orellana, de camiseta, camisa y pelo corto bien peinado.

Todos los días se levanta temprano y viaja desde su casa en el barrio Ex Aeropuerto hasta el centro. Prepara su banquito y el cajón de lustrar, y empieza a buscar trabajo. Su recorrido es el cruce de las galerías céntricas, entre los bares y negocios. Corta a las 13, vuelve a casa a comer. Luego, de nuevo al centro de la ciudad entre las 17 y las 20, aunque eso depende de la fecha, del movimiento que haya en el comercio y del pronóstico: si llueve, nadie lustra zapatos. Si hace un calor tórrido y es fin de mes, es menos probable que haya clientes por la tarde. Cada lustrada está a $ 50. “Lo que me mata es la angustia, la ansiedad para llevar pan a la mesa. Porque como subió tanto el café y no hay plata, perdí muchos clientes. Ahora está a $ 70 un café; ponele, entonces ya no se sientan a tomar café y pierdo la oportunidad de lustrar. A muchos clientes, que me buscan, los encuentro en la calle porque decidieron no sentarse a cafetear”, narra. “Como los locales venden menos, también se redujeron las changas, porque antes me pedían ayuda para llevar y cargar cosas, hasta para cadetería”, agrega.

Tiene una hija de cinco años. Aunque no tiene demasiadas expectativas por las elecciones presidenciales, no vio el debate del domingo pasado; sí abriga la esperanza de que las cosas cambien para mejor. Sobre todo por su nena.

“Espero que la situación mejore, pero por el futuro de ella, de mi hija. Quiero que haya un futuro”.


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