Vivienda urbana: las celosías marcan el camino de la luz y hacen magia en el ambiente

Vivienda urbana: las celosías marcan el camino de la luz y hacen magia en el ambiente

La sala de estar de la casa de la avenida Sarmiento al 200, con las celosías árabes en la puertas y las ventanas. Las sillas hacen juego. 37  años de vida, con un solo retoque, tiene esta casa. La sala de estar de la casa de la avenida Sarmiento al 200, con las celosías árabes en la puertas y las ventanas. Las sillas hacen juego. 37 años de vida, con un solo retoque, tiene esta casa.

Sacriste proyectó la casa de la avenida Sarmiento al 200 para un matrimonio de profesionales y sus cuatro hijos. Se encuentra junto a una casa gemela, a mitad de cuadra, y participa de las casas garaje, una serie que demuestra que las necesidades sociales del siglo XX no condenaron a la vivienda a convertirse en un impersonal producto de fábrica.

Desde el frente, la primera imagen que aparece consiste en un albergue para tres autos con un portón de celosías de hierro que evoca la arquitectura árabe. Resulta una brillante solución al problema del calor tucumano, porque las celosías facilitan la circulación del aire al tiempo que impiden el ingreso directo de la luz del sol. (La relación de la casa con el clima del lugar fue siempre uno de los temas que más le preocuparon: “la casa, un vegetal”, solía decir citando a Oswald Spengler, uno de sus autores favoritos).

A la izquierda del garaje, el camino peatonal adentra al visitante en la intimidad del hogar. Fiel a su idea de que las casas deben ser construidas para habitarlas y no para contemplarlas, detrás de la puerta de acceso corre un hall de circulación que comunica con el jardín del fondo: es un camino pensado para que los cuatro niños de la familia pudieran jugar y circular sin ingresar al espacio social de los adultos.

En la planta baja se ubican la cocina, el espacio social y una galería que consigue sombrear todo el contrafrente y funciona como una habitación más, que puede ser aprovechada incluso en los días más calurosos del verano. Detrás del comedor y la sala de estar, el asador y el jardín generoso ofrecen un segundo ambiente común.

En su libro “¿Qué es la casa?”, Sacriste cita al arquitecto milanés Ernesto Rogers, que propone una definición romántica: “una casa no es una casa si no es templada en invierno y fresca en el verano, hecha para ofrecer en cualquier estación una estadía agradable a la familia; una casa no es una casa si no tiene un rincón donde leer poemas”. Desde el patio interno, que ilumina y ventila el comedor, hasta el mundo privado de la planta alta, en esta casa toda está medido, pensado y logrado para responder a esa idea de Rogers.

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