Giselle y el cisne negro se despiden de Alicia Alonso

Giselle y el cisne negro se despiden de Alicia Alonso

Una de las mayores referentes en la historia de la danza clásica murió ayer a los 98 años.

TUTÚ Y PUNTAS. Alicia Alonso en su apogeo, como cisne negro. TUTÚ Y PUNTAS. Alicia Alonso en su apogeo, como cisne negro.
18 Octubre 2019

Tenía 98 años. Bailó casi hasta los 70, pese a sus problemas para desplazarse y a la ceguera. Ayer murió Alicia Alonso, directora del Ballet Nacional de Cuba y una de las figuras más relevantes en la historia de la danza clásica.

Fue considerada, cronológica y estilísticamente, la última gran diva del ballet junto a Maya Plisetskaia (1925-2015). Ambas bailarinas y coreógrafas marcaron el ballet del siglo XX.

En la década de 1930, la joven Alonso estudia ballet en la isla. Poco después irrumpe en la escena estadounidense de la mano de Enrico Zanfretta, Alexandra Fedórova y varios profesores de la School of American Ballet.

En 1938, en Broadway, comienza a bailar con compañías estadounidenses, entre ellas el New York City Ballet y el Ballet Theatre de Nueva York. En 1948 funda el Ballet Nacional de Cuba.

A partir de entonces divide su tiempo entre el American Ballet Theatre -que cofundó- los Ballets Rusos de Montecarlo y su propia compañía. En 1959, cuando Fidel Castro llega al poder, la carrera de Alonso alcanza su clímax: es distinguida Prima Ballerina Assoluta, el mayor reconocimiento mundial para una bailarina de ballet.

La danza y la revolución

Consagrada en los más grandes escenarios de Estados Unidos y Europa, Alonso abraza el proyecto revolucionario que derroca a Fulgencio Batista. siendo una de las más fervientes simpatizantes de los Castro y su proyecto.

De ahí en adelante, su posición política y su obra artística avanzan juntas. Bailó vistiendo el uniforme militar verde oliva para el regimiento que custodiaba la base naval estadounidense en Guantánamo en 1962, en medio de la Crisis de los Misiles. Ya en el siglo XXI, criticó con dureza el “robo de talentos” de algunos países, en alusión a la deserción de jóvenes bailarines a Estados Unidos y México.

Dirigió casi hasta su muerte los ensayos del Ballet Nacional de Cuba, con el que asistió a giras por todo el mundo y recibió aplausos desde el Bolshoi ruso hasta la Scala de Milán, en Italia.

Vasto repertorio

Entre su vastísimo repertorio los expertos destacan Pas de Quatre (Dolin, Lester); Apollon Musageta (Balanchine); Jardín de lilas, Gala performance y Romeo y Julieta (Tudor) y Aleko (Massine). Bailó con los más destacados partenaires masculinos de su tiempo, aunque su inseparable pareja hasta 1960 fue Igor Youskevitch, con quien entabló una complicidad escénica legendaria. De esa pareja dancística resaltan tres piezas paradigmáticas: Giselle, Cisne Negro y Tema y variaciones.

Desde hace décadas Alonso aparecía en público de la mano de dos acompañantes debido a una ceguera provocada por un desprendimiento de retina .

“Lo que sea mi legado artístico lo dejo en una escuela, una tradición, una compañía organizada, una ética artística. Partiendo de eso, no creo que sea difícil defenderlo”, declaró en una entrevista en 2015.

El bailarín y director cubano Carlos Acosta, artista de amplio prestigio mundial, declaró ayer: “en estos momentos no puedo dejar de pensar en todo lo que le debemos, lo que nos ha dejado. Me sumo al dolor por su muerte, por todo lo que creó, por todo lo que nos dio, por ser el cimiento principal de una escuela de ballet que tanta gloria le ha dado a nuestro país”.

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