Buscan a un transa por el crimen del barrio Olleros

Buscan a un transa por el crimen del barrio Olleros

La víctima intentó escapar del atacante.

ESPERA. Curiosos observan el trabajo de los peritos en la escena del hecho.  ESPERA. Curiosos observan el trabajo de los peritos en la escena del hecho.

“La bala no era para mi hijo”, dijo entre lágrimas Luz Mendoza, la madre del joven que fue asesinado de tres balazos el martes por la noche en el barrio Olleros. La Policía sospecha que el crimen está vinculado a una cuestión de drogas.

En un callejón que está ubicado a la altura de Eudoro Aráoz al 1.200, Alejandro Bustos, de 18 años, se encontraba sentado en una piedra junto a un amigo, Juan Santucho, de 38. Según las declaraciones de varios testigos, un joven ingresó corriendo al pasillo de tierra y, sin mediar palabra, efectuó al menos nueve disparos con una pistola nueve milímetros.

En el pecho y en la nuca

Bustos recibió un disparo en el pecho y otro en la nuca, cuando pretendía escapar. En tanto que su amigo, al que supuestamente fue a buscar el atacante, sufrió cuatro heridas de bala en distintas partes del cuerpo. Ambos fueron trasladados al hospital Padilla. El primero llegó sin vida y Santucho quedó internado.

“El que disparó contra mi hijo es un transa de la zona. Él vive haciendo tiros. Vino a buscar al otro muchacho y terminó matando al ‘chango’. Él no tenía problemas con nadie, pero con nadie. Pregunten a los vecinos”, agregó Mendoza.

Según una fuente de la División Homicidios, el crimen estaría vinculado a un problema de drogas. O bien Santucho tenía algún tipo de problema económico con el transa o habría intentado vender sustancias para un rival del asesino. Eso dijo uno de los hombres que trabajan con los comisarios Diego Bernachi, Cristian Peralta y Jorge Dib.

“Acá ya nada nos sorprende. Cualquier gil vende drogas y después se andan peleando a los tiros. No se puede vivir en toda esta zona. Alguien se tiene que hacer cargo de este problema. Hemos perdido el derecho de vivir tranquilos”, razonó María Azucena García, que vive cerca del sitio donde se cometió el crimen.

Víctor Hugo Jiménez caminó sin problemas entre los peritos y policías. “Ya estamos acostumbrados a que ocurran crímenes por acá. No podemos negar que esta zona es peligrosa, que cada tanto hay un homicidio. Y ello se debe a una sola razón: la droga. Los adictos son capaces de matar para robar y así comprar un papelito, mientras que los que las venden se matan entre ellos por el territorio”, explicó.

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