Cambio climático: ¿qué puede hacer Tucumán?

Cambio climático: ¿qué puede hacer Tucumán?

La hipótesis se cumple: el calentamiento provoca más olas de calor. El aumento del nivel del mar se ha acelerado y es imparable. Para salvar la Tierra, hacen falta medidas urgentes y a una escala sin precedentes. El planeta necesita un cambio del modelo alimentario. En 2030 más de la mitad de la población del mundo no tendrá agua. El Mont Blanc se queda sin hielo y hay riesgo de que colapse un glaciar.

Esas afirmaciones no han sido hechas por Greenpeace ni alguna otra organización ambientalista. Han sido formuladas por los científicos de las Naciones Unidas, en los últimos siete u ocho meses. Y se oyeron fuerte la última semana de septiembre, cuando Nueva York acogió una cumbre de la ONU sobre calentamiento global. Ahí, los líderes del mundo pretendieron comprometerse con planes más ambiciosos que cuando se firmó el Acuerdo de París, en 2015. Pero volvieron a titubear, pese a esas advertencias sobre cómo se está acelerando el calentamiento. En diciembre, se darán otra oportunidad en la cumbre del clima en Chile.

En este escenario internacional, ¿qué puede hacer Tucumán? Los bosques resultan fundamentales para frenar la crisis ambiental. Así como los expertos piden planes más duros de recorte de emisiones, también reclaman árboles. De hecho, algunos estudios consideran a la reforestación como el arma más poderosa en la lucha contra el calentamiento. Podría decirse, entonces, que esta tierra tiene un as bajo la manga: el 40 % -casi la mitad de la provincia- de su territorio está cubierto de bosques.

Desde 1990, el Parque Sierra de San Javier tiene categoría I de conservación, de acuerdo a la Ley Nacional 26.331 de Protección Ambiental de los Bosques Nativos. Se trata de sectores de alto valor, donde no se puede desmontar y tampoco edificar ni una choza ni un country.

No obstante, hace unos meses la Universidad Nacional de Tucumán le inició un juicio de reivindicación ambiental a un habitante de San Javier, al que acusa de haber desforestado 40 hectáreas para construir un barrio cerrado. Además de ese episodio, las vicisitudes del parque biológico vienen siendo noticia desde fines de agosto, cuando se supo que un poblador de Horco Molle, una de las áreas más emblemáticas de la reserva, llegó hasta la Corte Suprema de Justicia de la Nación con un reclamo de prescripción adquisitiva. Y un tercer conflicto subyace en Las Tipas y ha llevado a los abogados universitarios a acometer con una mega-decisión: escriturar las cerca de 5.000 hectáreas que les corresponden en ese sector.

El Parque San Javier abarca unas 14.000 hectáreas (casi cuatro ciudades como Yerba Buena, cabecera). En un informe realizado por la UNT en virtud de las ocupaciones, consignaron que esa área protege ecosistemas valiosos y amenazados. Asimismo, posee una importancia estratégica debido a que alberga cuencas que son fuente de agua y a que previene inundaciones.

Cuesta mucho que en Tucumán algunas leyes se cumplan, sobre todo las que tienen que ver con la protección de la naturaleza. Los infractores, además de deteriorar el medio ambiente, se escabullen entre unos gobernantes que atienden otros intereses, una justicia lenta y unos ciudadanos indiferentes. Tal vez ahora que las nuevas generaciones se están haciendo cargo de revertir esa indiferencia y que la presión internacional exige acciones concretas, la neutralidad política no sea una opción. Hay mucho por hacer.

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