La tucumana que es testigo del deshielo de los glaciares de los Alpes

Solana Orio vive en Mont Blanc, en los Alpes franceses. Desde su casa, escucha los desprendimientos del hielo.

CON LA BANDERA ARGENTINA. Solana Orio, en uno de los glaciares de Mont Blanc, donde vive. CON LA BANDERA ARGENTINA. Solana Orio, en uno de los glaciares de Mont Blanc, donde vive.

“La verdad, es triste. Aquí hay mucha conciencia ambiental porque los glaciares están a la vista de todos. Yo vivo, exactamente, al lado del glaciar de Bossons, uno de los más importantes. Y es increíble cómo oigo, desde mi casa, los desprendimientos de hielo”. Desde hace un año, la tucumana Solana Orio -29 años; arquitecta- se encuentra radicada en un pueblo de los Alpes franceses llamado Hamonix Mont Blanc, en Alta Saboya.

“Esta comuna subsiste por el turismo. En invierno recibe gente que viene a esquiar. En verano, se hace alpinismo o se corren carreras de aventura”, cuenta. El Mont Blanc, Monte Bianco o Monte Blanco -en francés, italiano y castellano, respectivamente- es la montaña granítica culminante de los Alpes. Con una altitud de unos 4.810 metros sobre el nivel del mar, se trata de una de las más elevadas de Europa. Está rodeada de valles con numerosos glaciares, que se reparten entre Francia e Italia. “En verano, es habitual que esos glaciares se derritan. Pero este año, uno de esos glaciares se fundió hasta cinco veces más de lo normal”, prosigue en referencia a lo sucedido hace una semana, cuando el mundo supo que el glaciar Planpincieux podría colapsar. “Este paisaje es único. Los glaciares son enormes. Son imponentes. Son majestuosos. Es imposible no admirarlos. Pero el cambio climático podría hacerlos desaparecer”, advierte.

Crujidos de hielo

Los dichos de la tucumana se condicen con las advertencias de la comunidad científica. El Planpincieux -situado en el Valle de Aosta, el lado italiano del Mont Blanc- se está derritiendo a una velocidad acelerada, han advertido los expertos. De continuar así, se derrumbaría cerca de la famosa localidad de Courmayeur, en un valle casi deshabitado. Entre agosto y septiembre se ha acelerado la velocidad del deshielo a una tasa promedio de 35 centímetros por día. Incluso, hubo picos de 50 y 60 centímetros. El desprendimiento representa un quinto o un sexto del glaciar.

De hecho, los gobernantes de ese municipio han decidido que una ruta de acceso sea cerrada de noche. Habían recibido un aviso de la fundación Montagna Sicura, que vigila la evolución del gigante congelado desde 2013. El secretario de ese movimiento, Jean-Pierre Fosson, le ha declarado al diario “Il Messaggero”, el miércoles pasado, que ese glaciar está influenciado por la temperatura del agua que fluye por debajo. Esta situación lo expone -particularmente- al calentamiento global.

“No se puede hacer nada más que esperar a que se desprenda definitivamente o que bajen las temperaturas en invierno y vuelva a compactarse”, sostienen los expertos de Montagna Sicura. Justo debajo del glaciar (la cima está a unos 2.800 metros), varios turnos de guías alpinos se reparten la jornada para controlar el estado del glaciar.

En concreto, el Planpincieux se ha fracturado en tres pedazos. Además, cinco de los glaciares que rodean al Mont Blanc están siendo monitoreados porque se detectaron movimientos extraños en los últimos tiempos (como el Seracco Whymper, del que se desprendieron hace una semana 50.000 metros cúbicos).

Solana Orio tomó fotos de esa zona hace apenas unos meses. Al compararlas con las imágenes actuales, se asombra (”hoy, se ve súper diferente”). “Quiero seguir gozando de esta vista fabulosa, todos los días... hay mucha magia en los Alpes...”, concluye.

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