Crianza: “Ante el berrinche, el mejor límite es un abrazo”

Crianza: “Ante el berrinche, el mejor límite es un abrazo”

Consejos de dos especialistas. No hay una receta única, pero todo puede mejorar.

12 Octubre 2019

“Lo primero a entender es que el niño es un emergente”, sostiene Cecilia López, psicóloga especialista en niños . Ana Carolina Ovadilla, experta en inteligencia emocional, coincide con ella: “el foco debe estar puesto en cambiar la conducta de los padres. Debe ser un trabajo conjunto, de mamá y papá si están los dos”. 

¿Cuándo generalmente salta a la vista que tenemos un hijo tirano? “No antes de los cinco o seis años. De acuerdo con nuestra experiencia, suelen ser hijos únicos que tienen muchísimos juguetes. Pero no es una condición. Todos los niños, con o sin hermanos, tienen las mismas necesidades de atención, amor y cuidado. Depende cómo cubrimos esas necesidades como se desarrollará ese chico. Si sólo cubrimos con cosas materiales estamos en problemas”, reflexiona Ovadilla.

¿Hay tips para actuar a tiempo si nos damos cuenta de que nuestro hijo es manipulador? Las dos especialistas sostienen que no hay una receta única y que cada caso es particular. Pero dan algunos consejos:

“El niño puede llorar mucho ante los límites. El mejor antídoto ante ese berrinche es un abrazo de amor. Pero no ceder. Cuando es no, es no. Y explicar por qué es no, con palabras que pueda entender”, sugiere López.

“Una buena costumbre es hablar con los chicos. Cuando lloran o se encaprichan hay que indagar qué les pasa, no cubrir esa necesidad con algo material. Hay que tener en cuenta siempre las emociones. Es bueno anticiparles lo que va a pasar, adónde van a ir. Eso previene los berrinches, que despiertan en los adultos la urgencia de querer que no lloren”, aconseja Ovadilla. “Como padres, el primer paso es corrernos del lugar de nuestro ego y tener en cuenta que todo aquello malo que aprendieron nuestros hijos lo pueden desaprender. Hay que hablarles con un lenguaje que ellos puedan entender, establecer un diálogo directo y sencillo, decirles que nos equivocamos y que debemos mejorar como padres. Que no lo hicimos a propósito, pero que nos dimos cuenta que estábamos actuando mal. Es recomendable mirarlos a los ojos y estar a la altura de ellos. Y buscar un terapeuta de apoyo”, concluye.

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